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Vengadores justicieros

Antes pidió una cosa a los pasajeros del autobús: “¡No me vayan a delatar!”

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Escrito en OPINIÓN el

Dice la leyenda que en los bosques de Sherwood, de la Inglaterra medieval, apareció de pronto un vengador justiciero que enfrentaba a los potentados ingleses para quitarles parte de su riqueza y distribuirla entre la población empobrecida del lugar.

 

Una especie de héroe y forajido. Según la conseja, Robin Hood era hombre de gran corazón que vivía fuera de la ley, escondido en el Bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de Nottingham.’

 

Un gran arquero, defensor de los pobres y oprimidos que luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, los que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente riquezas y bienes. Así que el pueblo lo admiraba y lo protegía. Era su Vengador Justiciero.

 

En México se recuerda a Chucho el Roto, cuyo nombre era  Jesús Arriaga, un carpintero que vivía con su madre, Doña Luisa y su hermana Guadalupe. En una ocasión hace un trabajo en la casa del opulento Diego de Frizac, donde conoce a su hija Matilde. Jesús y Matilde se enamoran, a pesar de la oposición de don Diego y Carolina, la hermana de Matilde.

 

… Indignado, Frizac envía a Jesús a la cárcel, acusándolo de robo. Chucho escapa de la cárcel junto con otros prisioneros: "El Rorro", "La Changa" y "La Fiera". Juntos forman una banda de ladrones, que roban a los ricos para darlo a los pobres.

 

Y así. En nuestro país mexicano ha habido una gran cantidad de vengadores justicieros desde el siglo XIX; aquellos que defienden a inocentes de malandrines sin escrúpulos y malvados.

 

Son historias ciertas o míticas de hombres o mujeres que entregan su vida para hacer justicia; la que toman en sus manos porque la defensa de gobierno está ausente o es corrupta e inoperante. En todas estas historias, con frecuencia la autoridad está coludida con los villanos sinvergüenzas…

 

Pues nada, que todo esto viene al caso porque el 31 de octubre ocurrió un hecho que sorprendió al país, por lo trágico y porque exhibe a una sociedad que frente a un hecho criminal asume su defensa porque se siente débil y defendida por ese Vengador Solitario o Vengador Anónimo.  

 

La madrugada del lunes 31 de octubre, en Ocoyoacac, Estado de México, un autobús Flecha Roja, con poco más de 50 pasajeros venía a la Ciudad de México. De pronto en el kilómetro 38 de la carretera Toluca-México tres hombres y una mujer se levantaron y a gritos e insultos asaltaron a los pasajeros. La mujer era la más violenta: “¡Ya valieron verga, cabrones! ¡Teléfonos y carteras!”. Y con movimientos intimidantes y golpes recogieron el botín.

 

Un pasajero que iba al fondo del autobús se levantó y sacó un arma y disparó en contra de los asaltantes, a uno de ellos le dio muerte dentro del mismo camión, a los otros tres, que iban heridos, les mató fuera, sobre el acotamiento. Les quitó lo que habían sustraído y regreso para entregar sus cosas a la gente… El autobús retomó su camino; el “Vengador Justiciero” se bajó en la estación del Metro-Observatorio y se perdió en la multitud…

 

Antes pidió una cosa a los pasajeros del autobús: “¡No me vayan a delatar!”. Hasta hoy, ni usuarios ni pasajeros lo han hecho. A la pregunta de si lo podrían identificar, todos afirman que no lo vieron, que no lo podrían identificar porque estaba oscuro y porque no se acuerdan. Parece ser  que era un policía vestido de civil que usó una Glock 9 mm, del tipo que usan en las corporaciones de seguridad pública.

 

Pero este caso no es el único en la misma ruta en donde antes han ocurrido hechos similares. Según estimaciones, en lo que va del año 18 presuntos asaltantes en transporte público murieron a manos de los propios usuarios quienes los lincharon luego de despojarlos de sus armas o de ‘vengadores solitarios’. Esto tan sólo en la famosa “ruta de la muerte del Estado de México.

 

Las redes sociales se inundaron de peticiones para que el “Vengador anónimo” o “Vengador justiciero” lleve a cabo su tarea en tal o cual lugar, que enfrente a malandrines de gobierno, que salve situaciones concretas y enfrente a rateros y criminales: se convirtió en un héroe proscrito.

 

Pero más allá de lo anecdótico de la situación, el hecho es que ahí hubo un crimen y han ocurrido más. Todos por propia mano. Todos en defensa de quienes cada día, en muchos lugares de la CdMx y en el Estado de México son agraviados, golpeados o incluso asesinados…

 

Y la gente los defiende y los admira, no por el crimen, sí porque está indignada por el abandono de las autoridades para poner fin a los asaltos violentos y criminales. Frente a quejas y denuncias no han hecho nada. La situación está fuera de control y la seguridad pública parece que dejó de serlo.

 

Ya se ha dicho hasta el cansancio que, precisamente, la seguridad pública es el primer contacto del ciudadano con el gobierno. Pero frente a esta ausencia y frente a atentados reiterados tomar la justicia por propia mano se está convirtiendo en una enfermedad, asimismo, social. Y sin embargo la sociedad encuentra ahí, desahogo, desquite, venganza a lo que le pasa y lo que le ocurre.

 

Y frente a la animadversión que ya existe en contra de los representantes dela seguridad pública, a la que se relaciona con corrupción e impunidad, actos como este son producto de la desesperanza en una seguridad y buena calidad de vida.

 

Y sin ninguna apología de estos delitos: Mientras no ocurra esto, por desgracia los ‘vengadores anónimos’ o ‘vengadores solitarios’ proliferarán sin que esto deje de ser, asimismo, un atentado grave, pero, al final ¿de quién es el crimen? ¿De los asaltantes seguros de que no serán detenidos y encarcelados? ¿De los pasajeros que hacen su defensa por propia mano? o de la autoridad que ha dejado todo esto al garete o es corrupta…

 

“¿Quién mató al Comendador…?”

 

@joelhsantiago

@OpinionLSR