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Variaciones sobre un mismo tema

Allegro Resulta que 70% de los habitantes del país, es decir siete de cada diez habitantes no confía en las personas que tiene al lado y mucho menos en sus autoridades.

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Escrito en OPINIÓN el

Ese es uno de los resultados que arroja el “Informe país sobre la calidad de la Ciudadanía”, una investigación y encuesta encargada por el antiguo IFE,  y presentada por el actual INE, que da muestra de la complejidad y la dificultad de construir ciudadanía.

Es un tema difícil pues un país “descreído” en sus instituciones, y sobre todo en sus semejantes, es un país que puede ser presa de cualquier apetitoso dictadorcillo, de cualquier potencia, pública o privada, llámese país extranjero o empresa petrolera, por ejemplo. La situación es grave: sólo 3.3 por ciento de los encuestados confía en los jueces; 4.4 en la policía y el porcentaje de delitos que no se denuncian es de alrededor de 60%. Sólo 19% confía mucho o algo en los partidos políticos y 17% en los diputados: no nos sentimos representados o no tenemos confianza en las instituciones del Estado.

El estudio es una llamada de atención, un foco rojo, para que el Estado, los tres niveles de gobierno, las instituciones públicas y las instituciones y organismos privados, además de la llamada sociedad civil y cada uno de nosotros en el ámbito de nuestra influencia  tomemos en nuestras manos la posibilidad de transformar esa percepción, exigiendo el cumplimiento de los principios sociales y los compromisos gubernamentales. Vale la pena consultar el informe que se encuentra en:  http://www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/DECEYEC/DECEYEC-EstudiosInvestigaciones/investigaciones-docs/2014/Informe_pais_calidad_ciudadania_IFE_FINAL.pdf

Andante

Si un país no tiene conciencia cívica, interés en los asuntos públicos ¿en qué cree, para qué trabaja, a qué aspira entonces? ¿Es un país o sólo un conglomerado de gente que ha sido manipulada a lo largo de mucho tiempo, con muchos temores de tomar las riendas y preocupados nada más en sobrevivir? Por supuesto que hay responsables y habría que ver qué sucedió a partir del modelo neoliberal, del perverso juego de dar prebendas a los partidos, de la privatización de la vida pública a favor de esos partidos, de los funcionarios y de los medios de comunicación, entre otros muchos factores: ¿qué han hecho con la educación del país? ¿A qué han reducido el papel de aquél maestro formador de  ciudadanía?

Abatir la corrupción, cuyas denuncias son de todos conocidas, exigir el trabajo en beneficio del país y no de las fracciones y los partidos políticos, transformar la realidad y modificar las conciencias son tareas impostergables;  dejar claro, además, que los diputados, los senadores, los ministros, los magistrados, los jueces, el ejecutivo, son servidores públicos, es decir, están a nuestro servicio no para servirse de nosotros, es una precisión en la que hay que insistir, tanto como en las bases del Estado, en la protección de las conquistas sociales que hoy están desapareciendo impunemente.

El artículo tercero [ahora resulta que la educación que impartirá el Estado será para garantizar los “mínimos comunes” (¡!), cuando el propio artículo habla de que “el Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos.”]; el artículo 27, el 123 y también el Artículo 40: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.

De pilón… (Scherzo y rondó)

“…Un república representativa, democrática, LAICA, federal…”. Si el constituyente definió que el Estado mexicano debe ser laico no fue con la intención de que pudiera imponer su visión a la ciudadanía sino para proteger al propio Estado de los embates y las presiones de las diversas comunidades y jerarquías religiosas. Hoy, de manera sorprendente (y habría que preguntarle a nuestros representantes dónde tienen la cabeza, sus intereses, su vocación de “servidores públicos”), el Senado aprobó una “Comisión de la Familia y Desarrollo Humano”, como comisión ordinaria, es decir que tiene atribuciones constitucionales para aprobar dictámenes de nuevas leyes o reformas de ley,que en sus primeras declaraciones muestra una visión facciosa, un tinte prejuiciado de lo que es la familia (no habla de familias, por ejemplo) y de sus alcances, sin considerar los criterios que la sociedad ha construido y reconocido.

Al Senado se le olvida el artículo 40 y la excusa de que había sido acordada como especial y no como ordinaria, como dijo el representante perredista Barbosa, es por lo menos, una muestra clara de la improvisación y el trabajo sobre las rodillas. ¿Y todavía les debemos pagar? ¿Le asignan recursos a una comisión que, en una analogía, es como la comisión McCarthy de los años cincuenta en los Estados Unidos? ¿Un paso más en la criminalización de los derechos de las mujeres, tal como han hecho varios estados de la república? ¿Un retroceso en los derechos de las diversas comunidades, las diversas visiones de matrimonios, de familias?

¿La imposición de un pensamiento único? ¿Los grandes medios de comunicación lo avalan? ¿Tenemos que ver al presidente beneficiándose de una  “visita de Estado”, al Vaticano, para hacer vocación de sus convicciones? ¿De las de su familia? Eso, cuando menos, es una falta de respeto al Estado laico, a la Constitución y a las condiciones en que viven la mayoría de los mexicanos: falta de conciencia cívica, nada más.  

 

Facebook: carlos.anayarosique

Twitter: @anayacar

 

 

(Obviedades es un ejercicio de reflexión que comparto con mucho gusto no para que estén de acuerdo sino para hacer conciencia de las contradicciones de un régimen… que puede ser cualquier régimen, no importa el partido, por supuesto)