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Variaciones sobre el mismo tema: la lectura

Hoy la industria editorial necesita una reflexión para el cambio.

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Escrito en OPINIÓN el

Alrededor del tema de la lectura, y de los libros, se mueve una industria importante: la industria editorial. Es una industria cuya materia de trabajo es la palabra escrita. Los editores de libros y de publicaciones periódicas tienen como responsabilidad la de poner a disposición del público el producto del trabajo de los escritores, de los autores y son, por tanto, el medio entre ese escritor y un lector. Es por supuesto una intermediación necesaria, experta. No es lo mismo un texto escrito por cualquiera de nosotros así sin más que un texto revisado, analizado por especialistas, que tiene siempre como fin la mejora de la comunicación, en la búsqueda de un diálogo, que como tal debe tener elementos de coincidencia para poder darse. La industria editorial ha modificado formas de trabajo, sobre todo mejoras en procesos o avances industriales, que han sido pocos durante varios siglos, hasta hace no más de veinte años, cuando irrumpe en la vida social los procesos de digitalización y de apropiación de la información, conocidas formalmente como Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).  Las TIC provocan un vuelco en la manera de crear textos, de crear contenidos, libros, publicaciones periódicas y hacen del trabajo editorial un espacio muy dinámico, con opciones muy diversas, que rompen con la forma de difundir los contenidos, desligando el contenido del continente; es decir, si el libro era uno con el contenido (papel e impresión en papel sin posibilidades de modificación), hoy el contenido está en diversos formatos y dispositivos, como un elemento independiente: en los anteriores años, un libro tenía un formato, un tamaño de letra, un soporte (el papel), por señalar lo más simple y hoy, podemos tenerlo en diversos tamaños de letra, en diversos dispositivos (un teléfono inteligente, en la “nube”, en un archivo USB, en un disco, en una computadora) y se puede jugar con sus elementos.

 

¿Crisis?

 

Hoy la industria editorial  está en crisis, como muchas otras, y cuando menos desde los años ochenta demandante de una reconversión. Hablar de crisis no significa hablar de una tragedia sino de la necesaria reflexión para el cambio, la modificación de las estructuras. El tema es muy importante pues no es sólo la forma de hacer los libros y responde e impacta, en las formas que adquiere la lectura y, por tanto, en las acciones que debemos emprender para fomentarla. Uno de los preceptos constitucionales más importantes es el derecho a la información. Ejercer ese derecho a plenitud sólo podrá hacerse en la medida en que se impulse desarrollo de las habilidades y de la compresión lectora, responsabilidad básica del Estado. La lectura es uno de los derechos humanos primarios y su ejercicio sólo puede lograrse con una amplia producción de libros y de publicaciones periódicas. El desarrollo de la lectura, el impulso de los libros, de su diversidad, y su acceso, son  elementos fundamentales para la equidad en una sociedad. En ese orden de ideas,  la industria editorial es una industria estratégica y de interés para el desarrollo del país. Es una actividad cultural y su industria una industria cultural que como tal aporta puntos al Producto Interno Bruto, (para que nuestros economistas no se preocupen: no es un gasto es una inversión que redunda en el desarrollo de muy diversas habilidades y de mejoras en la productividad).

 

Digitar 16

 

El fin de semana pasado se realizó Digitar 16, Congreso Internacional  sobre el Libro y la Lectura, un espacio de reflexión y de acción verdaderamente interesante. A lo largo de tres días se reflexionó sobre diversos tópicos y, fundamentalmente, sobre la necesaria reconversión de nuestra tarea, con la base en un elemento no siempre tomado en cuenta: la innovación. Los expositores aportaron sus saberes para la construcción de una visión más amplia, y a la vez integral, de los retos que tenemos enfrente. No hubo concesiones, se discutieron los fundamentos que soportan la lectura, la industria del libro y se dieron alternativas para su desarrollo y consolidación.

Además…

 

Hablar de lectura, es hablar de educación, y no debería de haber discusión sobre esa afirmación; sin embargo, una visión más profunda nos lleva a reflexionar sobre qué significa leer. ¿Reconocer los signos lingüísticos? ¿Eso es suficiente?  ¿Es la lectura un ejercicio físico como el correr cien metros o 42 kilómetros en diez segundos o en veinte minutos? ¿Qué tiene que suceder para que esa primera acción, la interpretación del signo, se convierta en su comprensión; en la comprensión de los conceptos, de las ideas, de lo que el otro quiere decirnos, para generar el diálogo, resultado de la reflexión y a su vez, origen del mismo. Construyamos entonces una sociedad lectora, única forma de procurar el diálogo, la reflexión, el necesario diálogo que lleva a proyectos de nación: lo contrario, puede tener consecuencias lamentables, seguro.

 

Facebook: carlos.anayarosique

Twitter: @anayacar

@OpinionLSR

 

(Advertencia: La única intención de esta columna es llevar al espacio público una serie de reflexiones que buscan aportar elementos para la construcción de propuestas y alternativas de solución. Esta opinión no intenta ser criterio de verdad).