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Valores y valentía

Su Santidad es un hombre no solamente brillante, sino valiente.

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Escrito en OPINIÓN el

“A cualquier edad se puede ser valiente; solamente hace falta tener una buena  causa”. Lo anterior es totalmente cierto y el mejor ejemplo de ello es Sofía Cruz: una niña migrante, hija de padres mexicanos que trabajan en Estados Unidos, y  que cruzó las vallas en la Avenida “Constitution” la semana pasada cuando su Santidad Francisco recorría el trayecto. Claramente se observa cómo Sofía se brinca y, burlando a los guardias del Servicio Secreto y de la Guardia Suiza, logra que el Papa la vea y que éste detenga la caravana para recibirla.

 

De manera nítida, en los videos que se pueden apreciar en los medios de comunicación se observa que el jefe de la guardia personal de Su Santidad, Giandomenico Giani, carga a la niña y se la acerca al Papa. Francisco la besa y Sofía le entrega una carta, en la que pide al Pontífice que interceda para que no deporten a sus padres de los Estados Unidos. Después, inclusive el Embajador Miguel Basáñez recibió a la familia Cruz en la Embajada de México.

 

Me parece que el dicho tiene razón: a cualquier edad se puede ser valiente; solamente se necesita una razón de peso para hacerlo. Y en este sentido, su Santidad tampoco se queda atrás. Si bien la visita que hizo el Obispo de Roma a la capital de los Estados Unidos causó un gran revuelo y provocó que miles de personas salieran a las calles para verlo pasar, hubo algunos momentos francamente destacables.

 

El primero de ellos, por supuesto, fue la reunión en la Casa Blanca con el Presidente Obama. Aunque debemos decir que ésta fue una  visita protocolaria y de mucha ceremonia. Mientras el Papa recorría las calles en su pequeño automóvil Fiat por la Avenida Pennsylvania, hasta llegar al 1600  (número que señala la residencia del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos), queda claro que el mejor discurso lo pronunció ante el Congreso en el Capitolio.

 

El jueves pasado, en una Sesión de Congreso General (es decir, cuando se juntan las dos cámaras: la de representantes y la de senadores), y con el gabinete presidencial y los ministros de la Suprema Corte presentes también, Su Santidad pronunció uno de los mejores discursos de su pontificado (y probablemente de muchos pontificados quizá). Francisco habló de temas álgidos sin miedo. Cuatro cosas me llaman la atención de su mensaje:

 

La primera es el gesto hacia los inmigrantes. Él mismo se reconoce como tal y afirma que la vocación americana debe estar abierta a quienes migran, porque todos “algún día fuimos extranjeros, y no hay que tener miedo de ellos”. Grandes aplausos. El segundo tema que puso sobre la mesa fue el de la desigualdad económica y la lucha contra la pobreza, afirmando la vocación que Estados Unidos debe tener para liderar este esfuerzo. El tercero fue el combate al cambio climático, en el cual hizo patente la enorme responsabilidad que los congresistas tienen, como representantes del pueblo estadounidense, de velar por ello.

 

Por último, se lanzó contra la pena de muerte y conminó a los parlamentarios a abolirla. El Papa hizo un guiño a la administración del Presidente Obama y del Presidente Castro en Cuba, al elogiar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos, afirmando que el único camino posible es el diálogo.

 

Como se puede ver, su Santidad es un hombre no solamente brillante, sino valiente. Sabe jugar sus cartas políticas y lo hace con maestría. En el corazón de la geopolítica y la política pública mundial lanza un poderoso discurso que une a bandos contrarios y que, de pie, le aplauden al unísono. Además cabe destacar que el catolicismo, a diferencia de México, no es la religión más importante de Estados Unidos. Pero no importa, porque el liderazgo efectivo no proviene de la mágica divinidad, sino de la valentía del Pontífice. Convence por su ejemplo, por su palabra y por su aplomo, más que por su estructura religiosa.

 

Se nota que el Papa es jesuita y que –con sabiduría– ha podido aprovechar su posición para impactar en el mundo y provocar un cambio. ¿Qué tienen en común Sofía Cruz y el Papa Francisco? Que ambos son valientes y que no les da miedo entrar “a la boca del lobo” para denunciar la opresión y defender la verdad. Posiblemente tengan muchos años de diferencia, y posiciones muy distintas, pero cuando la causa es una: la justicia, entonces cualquiera que lo desee puede hacerse de valor para defenderla. Quizá los congresistas y los senadores de los Estados Unidos no estuvieron de acuerdo en todo lo que dijo su Santidad, pero queda claro que al menos respetan su valor, y reconocen la integridad del personaje que les habla.

 

Por todo esto, la visita de Francisco fue histórica. Y faltaría decir muchas más cosas que todos pudimos observar: la oración en el memorial del 11 de Septiembre en Nueva York, la ceremonia religiosa en la Catedral de San Patricio, etcétera. Todo ello como eco y caja de resonancia de un mensaje que le ha llegado al corazón a varios: no es cosa menor.

 

@fedeling