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Urnas vacías

Urnas vacías significa contrapeso, significa pensar en la necesidad de borrar las revocaciones de mandato de las legislaciones estatales y federal. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Gobernar en busca de loas me parece un desperdicio. Entiendo que la popularidad se busque antes de llegar al poder, pero habiendo ganado las elecciones, lo que espero de un gobernante es que se apegue a su propuesta, que sea técnico en las decisiones, en vez de inventar políticas que abonen a su popularidad pero no al interés público.

La revocación de mandato es una figura que nunca me ha gustado justo por esta razón. Si elegimos gobernantes cada 6 años, en el caso del presidente y los gobernadores, lo que espero es que concluyan el encargo, no que renuncien por otro puesto, o que su mandato pueda ser revocado por motivaciones subjetivas. Las causas de destitución deben ser precisas y por violaciones graves a la Constitución, más no por falta de popularidad. Esto lo único que hace es trivializar el ejercicio del poder y forzar a que el gobernante esté pensando sólo en arrancar aplausos de corto plazo, pero nunca con visión de largo alcance.

No pienso votar el próximo domingo. El ejercicio es maniqueo, por todos lados. Los carteles para recolectar las firmas para la “revocación” de mandato eran corregidos con la palabra “ratificación”. La campaña que hacen todos los actores morenistas, incluso violando la Constitución, es reflejo de esa contradicción de llamar revocación a lo que constituye una innecesaria ratificación. 

Lo que me parece más grave es que se crea que los opositores al presidente sólo tienen una forma de expresarse, votando contra él durante la revocación. En realidad hay múltiples formas de hacerlo y el abstencionismo será una de ellas. Urnas vacías es un clamor en contra no sólo de la manipulación, sino del desdén a los periodistas asesinados, a los feminicidios, contra las risitas del presidente durante la mañanera cada que se habla de homicidios. Urnas vacías debe ser el reclamo de los negocios quebrados por falta de apoyos económicos durante la pandemia y a causa de una austeridad caprichosa.

Cualquiera que sea el resultado de la votación, el presidente y sus partidarios argumentarán un triunfo. Sin embargo, una participación baja, en torno al 10%, será la mayor prueba del fracaso de este proceso. El problema no estará allí, culparán al Instituto Nacional Electoral. Insisto, cualquiera que sea el resultado y la participación.

La revocación de mandato debería ser eliminada de la legislación mexicana. En su lugar habrá que establecer procesos claros para juzgar violaciones graves a la Constitución por parte de los gobernantes y eventualmente contar con un tribunal especializado.

Una de las acciones que más debemos combatir es, justo, la manipulación. El gobernante está para diseñar y ejecutar obras, servicios, programas y políticas públicas, no para lavar cerebros. Este presidente miente, de manera regular, en sus conferencias matutinas. No hay cómo juzgarlo. El presidente ataca a la prensa, amedrenta instituciones, polariza, pero siempre simula ser la víctima. El presidente es capaz de cuestionar cualquier verdad evidente, y detrás de él, sus seguidores defenderán cualquier cosa. No se trata sólo de López Obrador, se trata de que ningún presidente pueda comportarse sin límites a partir del respaldo popular.

La revocación de mandato no ofrece una construcción institucional que persuada a los malos gobernantes de tomar malas decisiones; fortalece la manipulación y la arenga, los sombrerazos y los gritos, y por qué no, el respaldo a un presidente que ya cuenta con respaldo de sobra. Por eso es que no tiene cabida anular la boleta o votar en contra.

Urnas vacías significa contrapeso, significa pensar en la necesidad de borrar las revocaciones de mandato de las legislaciones estatales y federal, pensar en un blindaje a las instituciones que conforman un equilibrio frente al poder presidencial. Urnas vacías es una de las últimas opciones que tenemos en busca del equilibrio de poderes.