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Urgente mejorar estrategia contra robo de hidrocarburos

¿La ausencia de combustible en los oleoductos resolverá el problema de robo de hidrocarburo? No creo, ni parece estar lográndolo. | Francisco Rivas

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Escrito en OPINIÓN el

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido enfrentar de manera frontal del robo de hidrocarburos. Como primera acción decidió reducir en la mayor parte de los estados el flujo de combustible para surtir la demanda de la población en diversas ciudades.

Los primeros estados en sufrir los efectos de esta política fueron los del Bajío, entidades que han sido sumamente golpeadas por el huachicoleo y poco a poco otras entidades se han ido sumándo a la escasez de gasolina.

En la última semana muchos mexicanos descubrimos qué significa pasar la noche formados en una gasolinera para cargar solo 20 litros de gasolina, hacer horas de fila sin la garantía de recibir un producto para el cual contamos con los recursos, hacer un mayor uso del transporte público, caminar u organizarnos de manera comunitaria para resolver problemas de traslado que sin combustible son complicados.

La escasez de hidrocarburos ha acompañado la historia de la humanidad, tan sólo en el último siglo durante la Gran Depresión en Estados Unidos, los años sucesivos a la Segunda Guerra Mundial en Europa y Japón, los años de la Cortina de Hierro en el bloque soviético, la crisis petrolera de los años 70 en Estados Unidos y Europa o en la Venezuela de hoy en día, son ejemplos vivos de cómo los efectos negativos de la política obligaron al ciudadano a limitar el acceso a bienes y servicios básicos.

Si bien México se posiciona como uno de los países más desiguales del mundo, en por lo menos los últimos 60 años, el pueblo mexicano ha vivido pobreza, pero no escasez; la falta de ciertos productos no había estado acompañada de ausencia de disponibilidad de lo básico.

Las filas y sacrificios son un conjunto de situaciones que en realidad no pasan de ser incómodas, pero que se pueden resolver. En contraste, lo que sí es problemático, es la afectación para el sector económico, que depende del combustible para trasladar productos y mercancías, o que no puede prestar un servicio y que son la fuente de sus ingresos, deberá enfrentar un costo mucho mayor que la incomodidad de una noche en el carro.

México vive de manera pareja la escasez de disponibilidad de un bien primario como no lo había vivido en su historia reciente. Un momento difícil que -espero- nos habrá de enseñar a ser más solidarios, previsores y valorar el bienestar que ha vivido el país.

Regresando al tema principal ¿la ausencia de combustible en los oleoductos resolverá el problema de robo de hidrocarburo? No creo, ni parece estar lográndolo.

Esta política pública no parece sostenible; según datos oficiales, el traslado de combustible a través de pipas es 14 veces más caro que por medio de los oleoductos ¿el gobierno del presidente López Obrador plantea mantener de esta manera una alternancia entre oleoducto y pipas para confundir a los delincuentes? Si es así ¿quién pagará el sobreprecio que implica?

De igual manera, el desplazamiento de más de 4,000 elementos de las fuerzas armadas y del Servicio de Protección Federal para cuidar los miles de kilómetros de oleoductos e instalaciones estratégicas de PEMEX en todo el país, se percibe como sumamente insuficiente para prevenir o detener a los grupos delictivos que se dedican en la ordeña.

¿Qué pasará?

Es obvio que si hay menos producto es más difícil que se lo roben -cabe mencionar que aun así han seguido robándolo- ¿qué harán cuando inevitablemente se restablezca el flujo normal de hidrocarburo?

En el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) ya desde 2014 señalamos que el daño para la nación superaba los 20,000 millones de pesos anuales, sin considerar los efectos de descomposición social que implica el robo de hidrocarburos como el aumento en homicidios, secuestros, desapariciones y robos en general.

Ante esto, podemos considerar positivo que el actual gobierno federal decida emprender una acción frontal para reducir un delito que nos cuesta mucho y nos hace tanto daño a los mexicanos.

Sin embargo, esta acción debería estar acompañada de otras que realmente hagan indeseable continuar cometiendo este delito. En otras palabras, si la estrategia es combatir el robo de hidrocarburo ¿cuántas bandas huachicoleras, redes de corrupción, gasolineras que venden gasolina robada, empresas que lavan el dinero generado se han desmantelado, detenido o sancionado en este periodo?

La ausencia de combustible en los oleoductos no resolverá el problema de robo de hidrocarburo, se requiere el uso de inteligencia financiera para sancionar a quienes se han beneficiado de este fenómeno, investigaciones profundas y apegadas a derecho para romper con las redes de corrupción que permiten que este delito se mantenga y también la detención de quienes ejecutan, y a través de la violencia, imponen a comunidades enteras que se sumen a este ilícito, sí o sí.

Que esta experiencia sirva para entender que una política pública debe ser planeada y entendida en el contexto de dónde se quiere implementar, requiere de indicadores de desempeño y resultado congruentes con lo que se quiere atacar, al tiempo de un oído fino y la humildad para entender cuando se cometen errores para así cambiar el rumbo.

México ha sido gobernado de manera autoritaria por mucho tiempo, se ha partido de la máxima de que el jefe no se equivoca. Si este gobierno no quiere repetir los mismos errores, es importante que no asuma las mismas actitudes. No importa cuántas veces se lo repitan, cerrar oleoductos sin valerse de los otros elementos de combate al robo de hidrocarburo no logrará resolver el fenómeno, por lo que refuerzan las acciones o simplemente están poniendo a sufrir a la sociedad mexicana.

Riesgo de que los militares tomen el control de la extorsión @frarivasCoL  | @OpinionLSR | @lasillarota