Main logo

Urge atacar las redes de corrupción y no sólo los casos mediáticos

De poco sirve detener a alguien si no se desarticula la red de corrupción.

Por
Escrito en OPINIÓN el

El pasado domingo 9 de abril la policía italiana detuvo al ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington. Este caso se suma a la lista de ex autoridades acusadas de haber detentando un cargo público, obteniendo un sueldo a expensas de nuestros impuestos, y usando los medios del Estado en contra de los mexicanos para favorecer grupos de delincuencia organizada y enriquecerse robando el dinero público. Si bien, ser acusado no significa que sea culpable, dice el dicho que si maúlla, tiene cuatro patas y cola, debe ser gato.

 

En este sentido los gobernadores Javier y César Duarte de Veracruz y Chihuahua, Roberto Borge en Quintana Roo, Eugenio Hernández también de Tamaulipas, Guillermo Padrés de Sonora, Armando Reynoso de Aguascalientes, Rodrigo Medina de Nuevo León, son sólo algunos ejemplos de excesos contra los cuales se decidió actuar, probablemente porque los montos robados y los daños hechos al país son de una magnitud tal que no podían ser olvidados.

 

Sin embargo, es importante recordar que estos distinguidos señores no actuaron solos, sino que sus acciones estuvieron enmarcadas en un sistema de redes de corrupción que incluye a secretarios, procuradores, sector financiero, empresarios, medios de comunicación y sociedad civil, para poder socavar las finanzas estatales al tiempo que, quien no fue cómplice, fue omiso y toreó lo que estaba sucediendo.

 

Ese mismo caso sucede con los funcionarios de alto rango que roban o se dejan corromper, ya que para que puedan hacerlo necesitan las complicidades y tolerancias de gobernadores, otras autoridades y colaboradores de la misma institución.

 

Por ejemplo, mientras las autoridades norteamericanas trabajaban para construir un caso en contra de un integrante de la criminalidad organizada, que de paso ostentaba el cargo de Fiscal General (procurador, secretario de seguridad pública y secretario ejecutivo del sistema estatal de seguridad pública) de Nayarit, el gobernador de la entidad, Roberto Sandoval, el Congreso Estatal, las autoridades de seguridad, justicia e inteligencia financiera (CISEN, CNS, PGR, SHCP) de nuestro país no se dieron ni por enterados, siguieron felicitándose los unos a los otros por los números alegres de la supuesta baja incidencia delictiva de Nayarit.

 

No sabemos si Edgar Veytia, hoy ex fiscal de Nayarit es culpable o no, lo que sí podemos afirmar es que su desempeño fue objetivamente cuestionable en términos de transparencia y calidad de la información delictiva reportada oficialmente, lo que hace deducir que todos los delitos ocultados en la estadística oficial, no fueron investigados y que las víctimas no pudieron acceder a la justicia.

 

Dicho de otra manera, las fallas en la estadística son una manera de revictimizar a quien ha sufrido un delito, de mantener vigente la impunidad e incentivar la comisión de delitos en un contexto de desinterés institucional por mejorar la seguridad y solapar la negligencia y/o complicidad del gobernador Roberto Sandoval, y desde quien en la federación, sabiendo o sospechando, no actuó.

 

Un caso similar es el de Iván Reyes, mando de la división antidrogas de Policía Federal, encargado de la relación con la agencia antinarcóticos norteamericana, dado de baja de esta institución "por sospecha de que colaboraba con el narco", y quien se entregó a la autoridad de los EEUU tras ser investigado por ser un informante del grupo de los Beltrán Leyva y obstruir la justicia.

 

Una investigación donde evidentemente la Unidad de Asuntos Internos no pudo armar en tiempo y forma un caso contundente en contra de alguien que, desde la institución mexicana favorecía a los cárteles de la droga, ya sea por incapacidad, omisión o complicidad.

 

De poco sirve detener a alguien si no se desarticula la red de corrupción, si la impunidad impera, si se protegen amigos e intereses. Como ciudadanos estamos cansados de ver la imagen internacional de nuestro país en caída libre por la carencia de líderes confiables y vivir los estragos de instituciones incapaces o corruptas.

 

Los Duarte, Yarrington, Borge, Veytia, Padrés, Reyes y todos los demás no actuaron solos, no podemos pecar de ingenuidad, urge deslindar responsabilidades y sancionar a los culpables de lo que vemos y vivimos hoy, un país sumido en la violencia gracias a la corrupción de los poderosos.

 

@frarivasCoL

@ObsNalCiudadano

 

@OpinionLSR

 

> Lee más sobre el autor