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Universos paralelos

¿Puede la frontera ser controlada y productiva, y al mismo tiempo una zona de conflicto y fuente de problemas?

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Escrito en OPINIÓN el

El jueves en la noche me puse a ver el debate entre tres de los candidatos republicanos a la Presidencia de los Estados Unidos. Justo cuando prendí la televisión, entraban a debatir Donald Trump y Ted Cruz sobre la migración y sus planteamientos para endurecer la frontera, midiendo fuerzas para ver quién tiene una propuesta más drástica para limitar los cruces desde México.

 

Posteriormente, me puse a leer el comunicado del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAL), que auspiciaron el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el secretario de Hacienda de México, Luis Videgaray, y sentí que había caído en un universo paralelo. Según los candidatos, la frontera entre México y EU es un pantano desconocido y salvaje donde pasan todo tipo de maldades que pueden hacer daño a la Unión Americana. De acuerdo a los funcionarios, la frontera es una línea cada vez más controlada, que provee oportunidades económicas a los dos países, y que avanza con cada vez más puntos de cruce modernizados, dos sitios de preinspección que los dos gobiernos manejan juntos (uno en Baja California y el otro en Texas) y cada vez menos violencia de parte del narcotráfico.

 

No puede ser que personas que deben saber de qué hablan, tengan dos versiones de la misma realidad y sean tan distintas. ¿O sí? ¿Puede la frontera ser controlada y productiva, y al mismo tiempo una zona de conflicto y fuente de problemas?

 

No hay duda en algunas cifras claves. Las ciudades de la frontera, sobre todo las dos más grandes, Ciudad Juárez y Tijuana, han logrado bajar exponencialmente la tasa de homicidios que las colocaba entre las ciudades más violentas del mundo. En un reporte del Centro Wilson, Building Resilient Communities in México (construyendo comunidades resilientes en México), se argumenta que el capital social y la presión de los ciudadanos de dichas localidades jugaron un papel clave en ese cambio, junto con la acción gubernamental y una dosis de suerte con el colapso de algunos grupos de crimen organizado. En esas ciudades, las economías están resurgiendo al lado de expresiones culturales y cívicas impresionantes.

 

No hay duda de que el crimen organizado sigue utilizando la frontera para sus negocios y tiene presencia, si bien menos visible y violenta en las comunidades, hay zonas de la frontera, incluyendo Tamaulipas, que no han visto los mismos logros y donde el crimen organizado opera con incluso, más impunidad.

 

Al mismo tiempo, la migración indocumentada de México hacia Estados Unidos por la frontera compartida ha bajado enormemente y probablemente hay más mexicanos indocumentados regresando a su país, que los que cruzan hacia el norte, además de un número mayor y creciente de estadounidenses viviendo en México. Sin embargo, es cierto que desde hace tres años ha habido flujos nuevos y sustanciales de jóvenes y familias centroamericanos que cruzan México para llegar a Estados Unidos.

 

No es un número grande comparado a los flujos que una vez existieron por la frontera compartida -los países centroamericanos son relativamente chicos y lejos de los Estados Unidos-, pero no es insignificante. Pero ahí el tema no es cómo cerrar la frontera, sino cómo trabajar entre los dos países para distinguir quiénes son los migrantes que merecen recibir estatus de refugiado antes de partir en el viaje por México.

 

Finalmente, no hay duda de que la relación económica se está expandiendo enormemente. Dice Chris Wilson en un reporte, que si pusiéramos a todos los camiones que cruzan la frontera cada año de México a Estados Unidos en una fila, ésta daría la vuelta al mundo cuatro veces. México casi alcanza a China y Canadá como socio comercial de la Unión Americana, un poco por debajo de ambos, mientras que Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de México por mucho. Quizá lo más importante son las  economías más interdependientes, una plataforma de manufactura y consumo común que incluye a Canadá también.

 

Para facilitar esto, la infraestructura y los procesos en la frontera han mejorado mucho, con mejores cruces fronterizos y mejores sistemas para distinguir entre los cruces rutinarios de personas y bienes, que requieren poca inspección, y los ocasionales que necesitan más atención. Ahora, se vuelve más fácil cruzar la frontera por fines legales, pero falta mucho por hacer todavía para que sea aún más eficiente.

 

El universo que habitan Cruz y Trump sobre una frontera descontrolada y peligrosa, es difícil de reconocer para quienes sí conocen de primera mano la realidad que existe entre los dos países, pero no deja de tener algunos elementos de verdad. Sigue habiendo una presencia, si bien menos obvia, del crimen organizado en la frontera, y hay nuevos flujos de migrantes indocumentados, pero la mayoría no son mexicanos.

 

El peligro de esta visión de la frontera no es que Trump o Cruz lleguen a ser presidentes y decidan construir un muro grande (al fin, ya hay muros en una tercera parte de la frontera y no pasa nada). El peligro radica en que si uno de ellos llega a la Presidencia -o cualquier otro que abandere esas ideas- se podría perder lo ganado en los últimos diez años en que los dos países y sus ciudadanos han trabajado juntos para construir una frontera cada vez más compartida, controlada y productiva.

 

Falta mucho por hacer, pero también hay muchos avances dignos de reconocer que han beneficiado a ambos países.

 

Y los avances fueron posibles porque empezamos a pensar juntos en cómo manejar nuestros espacios compartidos en la frontera, no pelear por endurecerlos.

 

@SeleeAndrew

@OpinionLSR