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Una respuesta global al covid-19

La pandemia del covid-19 hace evidente que un modelo social en el que millones de personas no cuentan con servicios de salud adecuados no es viable. | Areli Cano

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Escrito en OPINIÓN el

El 7 de abril de 1948 entró en vigor el documento constitutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el cual se reconoce que la salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad, y que depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados. Para conmemorar lo anterior, en la fecha señalada se celebra el Día Mundial de la Salud.

Actualmente la OMS cuenta con una membresía de 194 países y mantiene más de 150 oficinas alrededor del planeta, mediante las cuales contribuye al bienestar de las naciones con el diseño y gestión de políticas de prevención de enfermedades, así como de promoción de la salud e intervención en casos específicos. Es parte de Naciones Unidas, organización trascendental de nuestra historia reciente que fue fundada en 1945 al término de la Segunda Guerra Mundial, con el objeto de mantener la paz internacional y la seguridad, por medio del desarrollo de relaciones de amistad entre los Estados y de la promoción del progreso, de mejores estándares de vida y de los derechos humanos.

Así, a partir de un evento traumático mundial, como lo fue la gran guerra de mediados del siglo XX, se instauró un entramado institucional en el plano internacional, con mecanismos para solucionar controversias de forma pacífica, creándose instancias reguladoras del derecho supranacional, además de instituciones financieras y de comercio global, así como organismos orientados al bienestar de las personas y a la salvaguarda de sus derechos. 

Hoy, nuevamente, el mundo se encuentra en una circunstancia que tiene rasgos de belicosidad, ahora no ante un conflicto entre Estados, sino en contra de un enemigo microscópico. En palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres, en la reunión del G-20 del pasado 23 de marzo, al referirse a la pandemia del covid-19:  Estamos en guerra con un virus y no la estamos ganando.

Es tiempo de activar todas las herramientas y mecanismos que permitan dar una respuesta adecuada. La rápida expansión del virus en el mundo da muestra de la globalización que reduce distancias y difumina fronteras. Las naciones enfrentan una crisis inédita que tiene el potencial de afectar a gran parte de la población sin distinguir el área geográfica. Se trata de un asunto sanitario que no puede ser resuelto por los países o los organismos internacionales de manera individual o aislada, y que ha puesto a los líderes políticos ante un escenario para el cual nadie estaba preparado. Hasta el momento, se han establecido medidas con resultados que no alcanzan a ser del todo alentadores. El día en que se redacta este texto, de acuerdo con datos de la OMS, los casos de personas infectadas por el coronavirus en el mundo son más de 750 mil y se superan los 36 mil decesos

Hoy se atestigua un panorama perturbador, que hasta el momento no ha logrado concitar una respuesta organizada y coordinada a nivel regional o internacional. Cada país asume medidas diferentes, con alcances y objetivos disímiles. En un momento crítico, que puede tener consecuencias impredecibles, se hace necesario el compromiso entre las naciones del mundo, las agencias internacionales, las empresas transnacionales y la sociedad civil, para poder atender exitosamente los agudos problemas que se han generado en los planos biológico, económico y ambiental. 

La OMS ha tenido un papel relevante desde el inicio de la pandemia, pues identificó el brote y alertó al mundo sobre su peligrosidad; asimismo, mediante el seguimiento y evaluación al desarrollo de la enfermedad y con el apoyo técnico a los distintos actores. Ante la necesidad de sumar y homogeneizar los esfuerzos entre los países, la organización está llamada a asumir la coordinación en las tareas inmediatas para el control del virus, así como en las investigaciones para encontrar una vacuna efectiva.

El mundo está inexorablemente conectado por los constantes flujos económicos, de información, humanos y de mercancías. Esto condiciona que los temas de salud se conviertan en elementos de las agendas internacionales pues, como lo ejemplifica el covid-19, pueden constituirse en amenazas a la estabilidad y seguridad globales. 

Será importante establecer una ruta de trabajo que incluya acciones bilaterales y multilaterales, con el concierto de los Estados desarrollados y aquellas que se encuentran en vías de desarrollo, con la finalidad de llevar a cabo reformas a los sistemas de salud que garanticen el acceso a servicios médicos a todas las personas. Los enfoques economicistas sobre el tema tendrán que ser revalorados, pues hoy queda claro que el acceso a la protección de la salud debe ser tratado como un derecho humano, basado en el respeto a los individuos y a su dignidad. La experiencia con el covid-19 hace evidente que un modelo social en el que millones de personas no cuentan con servicios de salud adecuados no es viable. 

La institucionalidad internacional ha tenido aciertos y éxitos en la gestión de los asuntos globales. Sin embargo, en ocasiones, sus respuestas han sido insuficientes o tardías, por la falta de una amplia y efectiva cooperación. La lucha por contener al covid-19 no puede fallar, por lo que la sociedad mundial tendrá que destinar los recursos humanos, económicos y materiales suficientes para tal tarea, además de aportar la voluntad de los líderes de los países para lograr una actuación estratégica común, con objetivos claros y con una visión de reconstrucción para cuando se logre contener la pandemia.