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¿Una profunda transformación?

La #4T es viable y factible, pero es prematuro saber si al presidente le alcanzarán el tiempo y los recursos para concretar su proyecto. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que ¨este mismo año quedarán sentadas las bases para la transformación del país”. Así lo dijo en su informe-festejo del pasado 1 de julio. Sin embargo, muchos dudan que pueda lograr la proeza que se ha propuesto.

Durante los primeros siete meses de gobierno hay señales, indicadores y datos significativos sobre los avances y logros que ha tenido su administración. Hasta ahora, afirma haber cumplido 78 de los 100 compromisos que hizo el día en que tomó posesión del cargo. Y “en este mismo año, dijo, terminaremos de arrancar de raíz al régimen corrupto”.

A pesar de las críticas y manifestaciones públicas en su contra, el presidente sigue siendo uno de los dirigentes más populares en el mundo. Las decisiones que ha tomado, y su estilo personal de gobernar, explican la aprobación que tiene del 66 por ciento de la población, según los datos de la más reciente encuesta nacional de El Financiero.

Las razones que explican este respaldo son claras. El jefe del Ejecutivo es un comunicador eficaz, sabe manejar los símbolos y los espacios simbólicos. Pero la clave de su desempeño está en que se ha mantenido apegado a una estrategia política y comunicacional, la cual ha resistido errores, omisiones y contradicciones.

El lenguaje que utiliza sigue siendo claro, sencillo y directo. Sus adversarios casi siempre están presentes en el discurso. En sus tácticas de comunicación ha aprendido a combinar las técnicas de propaganda que fueron efectivas en el pasado, con las herramientas modernas que ofrecen los medios digitales y las redes sociales.

Cuando quiere resaltar los logros, la autocrítica es mínima. Como lo indican las reglas de la retórica, sus mensajes condensan lo que la mayoría de la gente quiere escuchar. Por eso apela frecuentemente a las expectativas, necesidades, aspiraciones, emociones y afectos de la población.

El Jefe del Ejecutivo aprendió que para gobernar sin grandes presiones hay que comunicar bien y con oportunidad. Con seguridad analizó las fallas que tuvieron los mandatarios anteriores con su comunicación. Recordemos que los dos últimos presidentes terminaron aceptando que la comunicación fue su “Talón de Aquiles”.

Las encuestas demuestran que la gente recuerda con facilidad los temas que el presidente impone o reitera a diario en la agenda nacional. La concentración del poder político que ha adquirido convirtió su imagen en el foco de atención más importante del espacio público.

Como sucede al inicio de cada sexenio, la sociedad se mantiene paciente y a la expectativa. Pero los líderes entienden que la paciencia y la esperanza tienen un límite. Aunque la ciudadanía comprende que muchos de los grandes problemas de la Nación fueron heredados de gobiernos anteriores, espera ver los resultados ofrecidos lo más pronto posible.

Los agravios a la sociedad son demasiados y las desigualdades son inaceptables. Por eso la mayoría le dio al presidente un poder inusitado, para que la ruta de la transformación sea más corta y más fácil. Está consciente, además, que el cambio profundo no se dará en unos cuantos meses. Lo que no está claro es si le alcanzarán el tiempo y los recursos para lograrlo en menos de seis años.

Convertir al país en una "potencia económica con dimensión social” requiere del cuidado y fortalecimiento de las instituciones. El cambio de paradigma debe promover una nueva cultura política, la cual solo se podrá lograr con un modelo transversal de transformación del sistema político.

La #4T es un proyecto viable y factible. Pero cumplir la misión llevará demasiado tiempo. Los grandes retos que imponen la seguridad pública, la economía, la salud, la educación, el empleo y el combate a la pobreza requieren de decisiones más drásticas y el presupuesto no alcanza, a pesar de las medidas de austeridad.

Pero eso no es todo. Por un lado, es indispensable promover el diálogo, el acuerdo y la reconciliación entre todas las fuerzas políticas del país. Por el otro, se requerirán ajustes en la estrategia de comunicación.

Las conferencias “mañaneras” tendrán que adaptarse a las nuevas circunstancias. Hoy siguen siendo efectivas, cierto, pero el formato no se puede mantener por mucho tiempo. La experiencia señala que es necesario evitar cualquier tipo de desgaste en el manejo de la imagen del presidente y reducir los riesgos por los altos niveles de exposición que tiene.

En consecuencia, muy pronto tendrán que explorarse otras opciones para mantener el contacto cotidiano del Jefe del Ejecutivo con la población, lo cual implica trabajar en un nuevo modelo en la relación con los medios de comunicación tradicional y digitales.

La democracia necesita que se reactive el sistema de contrapesos y que se resuelva, ya, la crisis de liderazgos que hoy tiene debilitada a la oposición. ¿Por qué? La pluralidad, el equilibrio entre los poderes, las libertades, el respeto a los derechos humanos, reducir como nunca antes la corrupción y el cumplimiento de las leyes son la base del proyecto de Nación que dará soporte a la #4T.