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Una mayoría de derrotados

Nos derrota el sistema electoral, porque no importa la calidad ni el contenido de las campañas.

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Escrito en OPINIÓN el

En cualquier parte del mundo, los procesos electorales generan dinámicas sociales que salen del guión de la cotidianeidad. Los candidatos a cargos de elección popular se presentan como personas impolutas y capaces, con legitimidad para ostentar un cargo representación. De alguna forma, los candidatos hacen lo que es propio de la profesión a la que aspiran. El arte de la simulación, la pretensión y las apariencias, con su virtud la prudencia.

 

Eso no significa que la política sea la arena de la mentira pública; en cambio, la política es el escenario y el medio de la articulación indispensable del poder y, para obtenerlo, es necesario parecer como el más apto y el mejor, no en términos políticos, sino en apariencia ciudadana y apreciación subjetiva de quienes eligen.

 

El voto visto como acto colectivo no es racional. No es importante la motivación individual del voto, en tanto que la intencionalidad es irrelevante. Un voto es igual si alguien lo meditó con detenimiento estudiando las distintas alternativas y plataformas electorales existentes, o bien, si es resultado de un mecanismo inconsciente, casi por azar. Lo mismo si se vota por quien mejor parecido sea. Es decir, las razones por las cuales alguien vota, no generan consecuencia. Lo importante en el caso, es si se vota y finalmente por quien se hace.

 

Los procesos electorales son la piedra de toque de cualquier democracia, pero no lo son todo. La democracia es un proyecto social y estado de cosas que debe ser constante y continuo: a través de la participación de la sociedad, el acceso a la información efectiva (con alternativas verdaderas), rendición de cuentas y su consecuente responsabilidad,  el ejercicio  auténtico del derecho de asociación y petición, entre otras. Aun así, donde todo comienza, es en la elección de las personas que serán representantes de los poderes del Estado. La forma en que se desarrolla un proceso de elección, es un reflejo inmediato de la calidad de una democracia como sistema. De ahí que el fondo del proceso es importante.

 

Parte de la esencia del movimiento #yosoy132, que recientemente cumplió 3 años de su creación en la Universidad Iberoamericana, se sustentó en la ausencia de alternativas eficaces de acceso a la información y a la veracidad informativa de los medios masivos. Se trató en esencia, de un movimiento de protesta en contra de la manera en que se difunde la información pública que, si bien tuvo una canalización directa en contra de uno de los candidatos, lo fue como consecuencia de su vinculación con Televisa. El movimiento #yosoy132 surgió a partir del deficiente acceso a la información, como elemento indispensable de la democracia, a partir de su esencia para tomar una decisión informada; no solo para ejercer el voto en una elección, sino como elemento de participación democrática.

 

Las campañas actuales, cuya calidad programática y contenido es lamentable, no hacen sino demeritar la calidad de nuestra democracia, en tanto que no existen propuestas ni visiones claras o programas definidos. No hay elementos de información que sirvan a la toma de decisión. Buscan convencer a los ciudadanos con sonrisas, melodías y ataques al contrincante. Mientras que los ciudadanos somos víctimas de la espotización en los medios de comunicación, no escuchamos información real para elegir algún candidato ni para participar en el desarrollo del proceso democrático. 

 

Y sin embargo, toda vez que los motivos por los cuales se elija votar por tal o cual candidato son irrelevantes, pareciera ser irrelevante la calidad de las campañas. Por su parte, como el voto nulo no se contabiliza sino que solo reduce el universo de la votación, tampoco importa como protesta electoral.

 

Por eso, es que en un proceso electoral como el que vivimos en estos momentos en México, los ciudadanos somos una mayoría de derrotados. Nos derrota el sistema electoral, porque no importa la calidad ni el contenido de las campañas; no resulta relevante el nivel de las propuestas o que tengamos información veraz para elegir a nuestros representantes. Lo único que importa, es que se vote y ser parte de la democracia electoral simulada.

 

Los ciudadanos somos una mayoría de derrotados, porque el sistema nos derrota. Nos vence, porque en la escala de prioridades, los ciudadanos somos lo último que es relevante. Somos un medio para un fin, en donde la protesta institucional es inexistente. Mientras los candidatos bailan, sonríen, cantan, lloran y dan marometa para conseguir nuestro voto.

 

@gstagle