Como siempre bien peinado,
pensando en Siria, China y Maduro,
el inquilino de la Casa Blanca
renegaba por no tener su muro.
Llegó la muerte por sorpresa,
al centro de la Oficina Oval,
diciendo al señor Donald
que ya era tiempo de empacar.
Trump repeló a la Parca,
pidiendo tiempo “por favor”.
“No me lleve al infierno flaca,
mejor llévese a López Obrador”
La Catrina lo miró perpleja
y sin entusiasmo dijo a él:
“pues en el costal ya traigo
al mismísimo Andrés Manuel”.
“Estarán juntos en el infierno.
Castigo mutuo serán.
Tú oirás las mañaneras
y él tus tweets leerá.”
Camino rumbo a Mictlán,
Trump alegaba en vano;
mientras la huesuda le decía:
“te trataremos como mexicano”
Ahí yace Donald Trump,
en el panteón mexica.
Donde la muerte no es mala,
sino tu mejor amiga.