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Un santo para El Salvador

Oscar Arnulfo Romero y Galdámez será el primer santo salvadoreño, además el primer santo Teólogo de la Liberación | Fred Álvarez

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Escrito en OPINIÓN el

Oscar Arnulfo Romero y Galdámez será el primer santo salvadoreño, además el primer santo Teólogo de la Liberación. El Papa Francisco autorizó los decretos relativos al milagro atribuido a la intercesión del beato Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo que fue asesinado la tarde del 24 de marzo de 1980 mientras celebraba la Comunión en la capilla de la Divina Providencia en San Salvador; con lo que se convertirá en el primer santo salvadoreño.

Según información de la Santa Sede, el obispo de Roma recibió recientemente en audiencia al cardenal Angelo Amato,  S.D.B  Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y dio curso a la petición de decreto.

Aunque no se precisó la fecha para la ceremonia de canonización, se planteó la posibilidad de que se efectúe cuando el papa viaje a Panamá para la Jornada Mundial de la Juventud, en enero de 2019, otra opción es que sea canonizado junto con el papa Pablo VI en Roma, luego del sínodo de obispos sobre los jóvenes, convocado del 3 al 28 de octubre próximos.

Además de la elevación a los altares de Romero, el papa Francisco autorizó a la congregación promulgar 12 decretos más que reconocen los milagros atribuidos a la intercesión de los beatos italianos Pablo VI, Francesco Spinelli y Vincenzo Romano; así como a las beatas María Katharina Kasper, de Alemania, y María Felicia Guggiari Echeverría (llamada también María Felicia del Santísimo Corazón de Jesús), de Paraguay.

La beatificación


Monseñor Romero fue un prelado comprometido con los pobres –Teología de la Liberación–, fue beatificado en mayo de 2015 en una multitudinaria misa en San Salvador. 

La ceremonia fue oficiada precisamente por el cardenal Angelo Amato, enviado especial del Papa Francisco; la reliquia presentada en la ceremonia fue la camisa manchada de sangre que usó Romero cuando fue asesinado.

Según los cálculos, en la ceremonia de beatificación participaron alrededor de 300 mil personas; millones de salvadoreños y de latinoamericanos esperaban desde hacía décadas ese momento.

Asimismo, participaron seis cardenales y más de 100 arzobispos y obispos. También estaban presentes algunos mandatarios y jefes de estado latinoamericanos.

El postulador de la causa de beatificación de Romero fue Mons. Vincenzo Paglia. El papa Francisco, aunque ausente en la ceremonia, envió una carta que al final dice:

Querido hermano, te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí, a la vez que imparto la Bendición Apostólica a todos los que se unen de diversas maneras a la celebración del nuevo Beato. Fraternamente, Francisco Vaticano, 23 de mayo de 2015

La causa de beatificación del prelado salvadoreño comenzó en 1997, pero se encontraba congelada debido a que prevalecía la duda sobre si Romero había sido asesinado por una cuestión de odio religioso (in odium fidei) o por índoles políticas. De haber sido esto último, no se le podría haber declarado mártir de la fe.

Pero lo que impulsó a sus agresores no fue la simple intención de cancelar a un enemigo político, sino el odio contra el amor por la justicia y contra la predilección por los pobres que Romero manifestaba como eco directo de su fe en Cristo y de su fidelidad al magisterio de la iglesia. 

En marzo de 1994, 14 años después de su muerte, en el papado de Juan Pablo II se abrió apenas el proceso de beatificación del prelado y, tras concluirse la fase diocesana que redacta el informe sobre su vida, en 1997 pasó a la Congregación de la Doctrina de la Fe para que diese su autorización.

¡Todo estaba muy claro!

 

En 2007, en su viaje hacia Brasil, el papa Benedicto XVI dijo claramente que él consideraba a Romero digno de ser beatificado, pero el proceso no avanzaba. ¿Por qué?

Para algunos era oportuno tomar un poco de más tiempo, ya que según la figura de Romero beatificado podía convertirse en una bandera de la Teología de la Liberación.

Pero el camino a la santificación se desbloqueó mágicamente luego de la elección del papa Francisco, justamente en marzo de 2013.

El 3 de febrero de 2015, Francisco reconoció su martirio. El Colegio de los Teólogos de la Congregación para las Causas de los Santos confirmó con voto unánime el martirio in odium fidei del arzobispo asesinado. Y para la canonización de un beato es decisivo reconocer un milagro por su intercesión, eso fue más rápido.

¿Cuál fue el milagro?


Una mujer embarazada, cuya vida estaba en peligro en el momento del parto, oró a Oscar Arnulfo Romero para que intercediera por ella y su hijo ante el supremo creador, y ambos sobrevivieron. No conocemos los nombres de las personas, pero muy pronto lo sabremos.

"Monseñor (Romero) intercedió y se salvaron los dos. Vamos a conocer su nombre y seguramente su historia completa. Tenemos eso en reserva, hoy se va a poder dar a conocer porque es un hecho maravilloso que fue analizado con muchísimo cuidado en Roma", afirmó el cardenal Gregorio Rosa Chávez a los medios de El Salvador y llamó al arzobispo asesinado "San Romero del mundo”.

¿Quién es el nuevo Santo?


Oscar Arnulfo Romero y Galdámez nació un 15 de agosto de 1917 en la Ciudad de Barrios, Departamento de San Miguel, en el oriente de la República de El Salvador. 

Fue nombrado Arzobispo de San Salvador por el Papa Pablo VI en 1977.

Su gobierno pastoral destacó por la defensa de los derechos humanos, en medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno de extrema derecha.

Fue arzobispo de San Salvador durante tres años –a partir de 1977–  hasta que fue asesinado el 24 de marzo de 1980, tenía 62 años de edad.

Durante esos tres años denunció reiteradamente la violencia y se pronunció a favor de las víctimas de la guerra civil. Defendió el derecho de los pobres a exigir un cambio político, una posición que lo convirtió en un adversario problemático para los gobernantes del país.

De hecho, un mes antes de su asesinato, Monseñor Romero le escribió una carta al presidente de E.U, Jimmy Carter, instándolo a que dejara de apoyar al gobierno salvadoreño e interrumpiera su suministro de armas y asesores militares, y un día antes de su asesinato, exhortó a los soldados y policías a no seguir las órdenes de matar a civiles, y a que detuvieran la represión.

Sus últimas palabras, pronunciadas en la catedral de San Salvador, estuvieron dirigidas a los militares:

"Están matando a sus mismos hermanos campesinos. Ningún soldado tiene que obedecer la orden de matar. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, les suplico, les ruego, les ordeno, cese la represión”.

Un día después, a las 18 horas del 24 de marzo de 1980, mientras celebraba un servicio religioso en la capilla de la Divina Providencia en San Salvador, un francotirador –aparentemente un antiguo capitán de las fuerzas aéreas salvadoreñas, Álvaro Rafael Saravia– le disparó una bala expansiva que le destrozó el corazón y lo mató casi en el instante. 

¡La repercusión internacional del magnicidio fue enorme! El asesinato de Romero marcó el inicio de un río de sangre que cubrió todo el territorio nacional. Y fueron altos mandos militares los principales responsables de asesinatos de líderes políticos y masacres de campesinos.

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El crimen quedó impune


En marzo de 1993, la Comisión de la Verdad, creada por las ONU para investigar las atrocidades cometidas durante el conflicto armado, culpó del asesinato de Monseñor Romero a Roberto D’Aubuisson, fundador de la organización Alianza Republicana Nacionalista (Arena). D’Aubuisson falleció de un cáncer en la boca en febrero de 1992.

El presunto asesino


Años después, en 2004, un juez de Fresno California, E.U, condenó a Álvaro Rafael Saravia, excapitán de las fuerzas aéreas salvadoreñas, como responsable directo del homicidio de Romero.

La Justicia llegó casi 25 años después y pudo darse, no donde ocurrieron los hechos –en El Salvador– sino en Estados Unidos, gracias a que en ese país existe una ley que data del siglo XVIII –por cierto, poco conocida– que permite que quienes cometieron crímenes como torturas, vejaciones y asesinatos y se encuentran en ese país viviendo o simplemente de paso, puedan ser acusados por la vía civil, no por la vía penal.  

Nunca fue detenido. Pero Saravia Merino rompió el silencio y dio una entrevista para El Nuevo Herald donde anunció que quería desvelar “toda la verdad” sobre el asesinato del arzobispo Romero y pedir perdón.

Fue entrevistado en un lugar no especificado de Centroamérica, dice estar “cansado” de que le culpen del asesinato, aunque reconoce su participación en él. No obstante, aclara que hay personas poderosas e influyentes que tuvieron un mayor protagonismo que él en el crimen y que viven “libres de remordimiento”. “Si yo hablo, El Salvador tiembla”, advirtió.

Hace un año el juzgado Cuarto de Instrucción de San Salvador dejó sin efecto el sobreseimiento definitivo decretado a favor del Capitán Álvaro Saravia, único acusado del homicidio del futuro Santo.

El tribunal ordenó reabrir el caso con base a la derogatoria de la Ley de Amnistía, emitida por la Sala de lo Constitucional, el 13 de julio de 2016. El juzgado resolvió que es de carácter obligatorio acatar  la sentencia de la sala y así  garantizar los derechos fundamentales de las víctimas en aquellos crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. Por lo tanto, mandó a pedir que la Fiscalía General de la República se pronuncie al respecto.

“Es procedente oír la opinión de la Fiscalía por considerar que el proceso fue iniciado de oficio sobre averiguar el asesinato de Monseñor Romero y posteriormente, atribuido al capitán Álvaro Rafael Saravia y otros sujetos que según resolución judicial no han sido individualizados”, se lee en la resolución emitida por el juez Rigoberto Chicas.

El capitán fue procesado luego de que se le encontrara una libreta con anotaciones del operativo. Sin embargo, en el proceso se estableció que el crimen fue ejecutado por una persona conocedora de armas y técnicas de francotirador.

El juez estableció en su resolución que es necesario escuchar a la Fiscalía para conocer sobre las investigaciones que apuntan a Saravia y "otros sujetos que según resolución judicial no han sido individualizados".

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