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Un Récord Guinness no es buena noticia

En vez de haber construido el teleférico más largo del mundo, se debieron haber hecho más alimentadores de una ampliación de la línea 8 del metro. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

A esta administración le gusta mucho cacarear el uso de los datos, pero en realidad no sé qué tanto están dispuestos a utilizarlos cuando éstos demuestran errores en su toma de decisiones. Me refiero en concreto a las consecuencias de tener el reconocimiento Guinness al teleférico más largo del mundo.

El Cablebús 1 lo he comentado en varias ocasiones en este espacio, pues recorrí la zona antes, durante y después de la obra. Ahora hablaremos de la línea 2, donde se nota la diferencia: tanto las estaciones como las cabinas lucen de menor calidad. No se caerán, supongo, pero como cartas de presentación, respectivamente, de las empresas Doppelmayr y Leitner, los austriacos vencen a los italianos, la línea 1 tiene mejores acabados que la 2.

Esto no sólo es un tema estético. Un teleférico tan largo debe dividir su cable. Son 11 kilómetros de Constitución de 1917 a Santa Martha, lo que ida y vuelta representaría un tendido de acero de 22 kilómetros. En el Cablebús 1, la división del cable ocurre en la estación La Pastora, pero de forma imperceptible para el usuario las cabinas cambian de un circuito a otro.

En el Cablebús 2 se emplea la misma solución incómoda que ya se había instrumentado en la estación Tablas del Pozo, en el Mexicable de Ecatepec. Los pasajeros deben apearse de la primera cabina para abordar una segunda, a unos metros. Más allá de la incomodidad, en Xalpa se pueden formar grandes filas que ocupan por completo la pequeña área de transbordo. El nivel de concentración de personas que había en Xalpa el día que visité el Cablebús 2 me hace pensar que hay riesgos en la operación: un primer circuito aporta pasajeros de forma más intensa que la capacidad de desalojo del segundo, esto puede llevarnos a un paro de emergencia y también al error humano, frente al desbordamiento de la estación. De hecho, en las estaciones del Cablebús 1 no sólo caben más personas sino más cabinas, lo que eleva la flexibilidad en la operación y gestiona mejor los riesgos.

Mi visita fue en domingo. Era notorio que algunas personas estábamos allí para conocer el sistema, es decir, no eran viajes cotidianos. Fui con mi familia de Constitución de 1917 a Santa Martha y de regreso. Cuatro cabinas, todas a la máxima capacidad. En Santa Martha tuvimos que hacer una fila de 40 minutos para abordar y recorrer cada centímetro de los tres pisos de la estación, en la que ya no cabía más gente. Además, había una segunda fila en el pasillo de conexión de la línea A del metro hacia el Cablebús, que abordaba de forma alternada con la nuestra.

Quitando las terminales, la estación con mayor aforo es Quetzalcóatl, que prácticamente duplica al resto de las estaciones, lo que muestra al teleférico como un buen alimentador del Metro Constitución de 1917, que está a 3 kilómetros de allí. Esto refuerza la idea de que en vez de haber construido el teleférico más largo del mundo, se debieron haber hecho cuatro o cinco teleféricos alimentadores de una ampliación de la línea 8 del metro. Al no concretarse ésta, lo lógico era alimentar al trolebús elevado, no correr en paralelo.

Hoy, que el trolebús no está en operación, el teleférico está atrayendo la demanda de viajes de Ermita Iztapalapa, pero es notorio que no tiene la capacidad para hacerlo. Es nuevo y está rebasado. Eso no es una señal de éxito del Cablebús Línea 2. Es prueba de que el sistema está mal planeado. La única esperanza que veo es que en unos meses el trolebús elevado le quite demanda, de otra manera mantendrá riesgos altos de caídas del andén y paros de emergencia.

Puedo decir algo que también señalé para el Cablebús Línea 1. Si el teleférico se hizo para llegar a las zonas altas, me pregunto por qué no llega ahí. Uno todo el tiempo está viendo asentamientos en áreas mucho más elevadas que las estaciones, lo que significa que se necesitan más líneas y mejor articuladas con el transporte masivo en la zona baja. La demanda está rebasada, las estaciones y cabinas son insuficientes, y al final dominó la política y no la técnica. 

Eso sí, las vistas de la Ciudad de México me parecieron más llamativas desde la línea 2. A pesar de la fila de tres pisos en Santa Martha y la saturación de Xalpa, podría recomendarles visitar ambos teleféricos, como yo lo estaré haciendo en los meses subsecuentes para seguir analizando su desempeño.