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Un perro verde

En una carta-despedida publicada por el Club Pachuca, Marco Garcés se despidió a su estilo, con reflexiones personales y hasta poesía | Omar Pérez Díaz

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Escrito en HIDALGO el

Metidos en un viejo camión de pasajeros, los Tuzos esperaban la orden de ingresar al modesto hotel que les esperaba en Santacruz, Bolivia. Querían descansar después de una travesía que duró más de doce horas.

Era el año 2000 y Pachuca participaba en la Copa Merconorte, su debut internacional.

Dentro del autobús, Marco Garcés hacía menos larga la espera, entretenido en su asiento con un juego de mesa llamado Conecta 4, donde se necesita destreza mental para vencer a tu adversario formando filas de cuatro fichas.

Curioso, Paco Gabriel de Anda se acercó a observar el juguete y comenzaron una rápida partida. Garcés le ganó dos veces, en un abrir y cerrar de ojos.

De Anda se molestó y haciendo a un lado el artilugio de plástico dijo: “¡quita esta chingadera!”.

Marcelino Bernal, histórico del futbol mexicano, ya un veterano por ese entonces, contemplaba la escena.

Marco volteó para preguntar inocentemente a Bernal: “¿juegas?”.

- “A mí no me gustan esas pendejadas”, respondió el nayarita.

Cosas así le sucedían al muchacho que comenzó su carrera en Cruz Azul, donde se coronó en 1997, y fue prestado a Pachuca en 1999. Javier Aguirre le dio tanta confianza que pateó el pase para el primer título blanquiazul en el Invierno 99’.

Pero Garcés era distinto. Siempre fue el futbolista que llegaba a la concentración con un libro o viajaba con su juego de mesa, pasatiempos que sus compañeros veían con recelo.  Se vestía y se peinaba diferente; le gustaba otro tipo de música.

Dentro de los equipos se le veía como un “bicho raro”. Un perro de color verde, como se dicen en el argot futbolero.

Le fue bien con los Tuzos (incluso llegó a Selección Nacional), quizá, porque aquí no se le juzgaba tan duro como en el Cruz Azul, donde su tío, Víctor Garcés, era alto directivo.

En Chivas no tuvo la misma suerte: fue abiertamente despreciado por el “Tuca” Ferreti.

Apresuró su retiro, enfocando su inteligencia estudiando una maestría deportiva en Manchester, Inglaterra. Tal vez su ilusión era ser directivo en Cruz Azul pero nuevamente el destino lo trajo a la Bella Airosa, donde Andrés Fassi lo ubicó en el departamento de inteligencia deportiva, en 2009.

Su capacidad de análisis y seguimiento lo acercó hasta la dirección deportiva de Pachuca, la que asumió dos años después, cuando Fassi ascendió a vicepresidente.

Gradualmente, tanto como el dirigente de origen argentino se fue alejando de los Tuzos, Marco asumió esa responsabilidad y toda la confianza de Jesús Martínez para llevar los aspectos deportivos.

Tuvo aciertos, especialmente en la intención de especializar cada área del primer equipo pero también errores, mismos que se magnificaron porque estuvo bajo la sombra de la gestión más exitosa en la historia del futbol mexicano.

Fassi es un tipo echado para adelante, no para de hablar y negocia hasta dormido; Garcés tiene una personalidad opuesta: reservado, analítico, incluso lejano de los mismos entrenadores y jugadores, que no conectaban del todo con él.

Garcés desarrolló proyectos con el español Pako Ayestarán y el uruguayo Paulo Pezzolano, lo mismo que más de una veintena de refuerzos que no funcionaron. Los resultados fueron malos y hace una semana el Pachuca comenzó una reestructuración interna dándole las gracias por su trabajo.

Anoche, en una carta-despedida publicada por el club, Marco Garcés se despidió a su estilo, con reflexiones personales, poesía, referencias a Pedro Almodóvar y una frase en latín que reza: “la suerte está echada”.

Para el futbol seguirá siendo un perro de color verde, el jugador y directivo que en las fotos de los campeonatos se paró en la orilla, casi fuera de foco.

REMATE

El juego de mesa Conecta 4 se hizo habitual en el vestidor del Pachuca. Había futbolistas que se interesaban en él y lo utilizaban para entretenerse ahí o en las concentraciones; para algunos otros jugadores, nunca dejó de ser “la chingadera esa” que les sugirió jugar su director deportivo.