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Un oscuro horizonte

Un enfrentamiento sin cuartel por el poder. | Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

En unos días los mexicanos acudirán a las urnas. Lo que ocurra será muy relevante para definir la correlación de fuerzas con la que se encarará la segunda parte del sexenio. Sin embargo, realmente poco importará lo que pase para la definición de estrategias de las partes de un conflicto largamente anunciado, pues después del evento electoral el gobernante y sus oponentes radicalizarán inevitablemente sus discursos y sus acciones.

La estrategia gubernamental

Si el gobernante consigue la anhelada mayoría legislativa y con sus satélites la constitucional, ello significará desde su perspectiva el respaldo a su proyecto y la señal para profundizarlo, por lo que intentará avanzar con sus propuestas para consolidar un poder omnímodo. Si por el contrario, como parece cada vez más probable, los votos no otorgan más de la mitad de las curules a su partido y no le alcanza con sus satélites para lograr una mayoría calificada, eso será señal de alerta para contener supuestas intentonas golpistas, por lo que pensará que hay que avanzar lo más rápido posible para darle continuidad a su proyecto. Los enemigos están de antemano señalados y no sólo incluyen a partidos de oposición, sino además a dirigentes empresariales, organizaciones sociales, medios de comunicación y personajes de la vida política de antaño e intelectuales.

Entonces, si quien detenta hoy el poder consigue la mayoría legislativa deseada, recurrirá a sus piezas en el tablero para impulsar las reformas (más bien contrarreformas) que pretende, buscando desmantelar todos los organismos autónomos y eventualmente lograr las condiciones para prolongar su mandato, no sola ni primordialmente porque el segmento del pueblo al que escucha lo pedirá, sino porque su liderazgo lo considerará necesario para consolidar la transformación. Si no la consigue ni con esfuerzos por cooptar a sus oponentes, podrá recurrir a acciones legales, como el recurso al veto, pero sin excluir la posibilidad de decisiones más fuertes, como las que han tomado gobiernos en otros países, pudiendo desaparecer arbitrariamente órganos e instituciones que le obstruyan sus objetivos. Para ello cuenta con la potencial lealtad de las corporaciones armadas.

La estrategia opositora

Frente a ello, la contraparte deberá estar preparada para enfrentar las acechanzas que esto representará, desplegando acciones según las circunstancias, pero con la decisión de contener todo intento para la ampliación del mandato y la desarticulación de instituciones que han sido producto de prolongadas batallas de nuestra sociedad. Todo hace suponer que el programa opositor toma las elecciones intermedias como una mera estación de paso, rumbo a un ejercicio del voto para revocar el mandato y acortar el período de estancia del gobernante. Así, ocurra lo que ocurra en las urnas, luego de la contienda electoral, vendrá un enfrentamiento sin cuartel por el poder real, una lucha que definirá el sendero de la nación en los años por venir.