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¿Un lugar en la nueva geopolítica energética para México?

La energía se mantendrá como una forma de presión y disuasión a otros países con el riesgo colateral de caer en un sistema depredatorio de recursos. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Parece que el mandatario boliviano, Luis Arce, ha influenciado al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador respecto a la importancia del litio en la nueva geopolítica energética mundial, tanto así que un proyecto nacionalista podría gestarse con el actual gobierno de México. 

Más allá de una ocurrencia momentánea, la explotación del litio no es para desecharse pues hoy en día es uno de los minerales clave para las baterías de vehículos eléctricos y almacenamiento de energía renovable. Por supuesto, la concreción o no de un proyecto en México, debiera estar basada en premisas razonables, que arrojan más preguntas que respuestas. 

Quizá la primera premisa tiene que ver con las reservas de litio. Bolivia, a diferencia de México, es uno de los países con mayores reservas de litio en el mundo, junto con Chile, Argentina, Australia y China. Si bien en el caso mexicano el estado de Sonora cuenta con la reserva probada más grande de litio en el país, su volumen ronda los 3 millones de toneladas, diferencia sustancial si se le compara con los 21 millones de toneladas de Bolivia, las 17 de Argentina, las 9 de Chile, o las 6 de Australia. En este sentido ¿México estará preparado para aprovechar la futura demanda nacional, e internacional, de litio?

La segunda premisa es la ambiental. Aunque existen diferentes técnicas de extracción, entre los efectos ambientales de la explotación convencional del litio, como la que aplica Australia, se encuentran la contaminación de agua, impactos en el paisaje, flora y fauna, y la generación de residuos sólidos y químicos. No obstante, Chile, Argentina y China utilizan un proceso de evaporación de agua de las salmueras que además de requerir grandes cantidades de agua tiene un bajo rendimiento debido precisamente a la evaporación de agua. Una de las técnicas pioneras es la filtración y la de iones que podrían cambiar sustancialmente la extracción del litio, pero que aún se encuentran en fases de investigación. En Sonora, cuya explotación de litio ahora está en manos de una empresa británico-canadiense (Bacanora Lithium) y otra china (Ganfeng Lithium), todo indica que el proceso de extracción es por métodos convencionales, de ahí la pregunta ¿el gobierno de López Obrador asegurará la sostenibilidad ambiental?

El volumen de reservas de litio y las cuestiones ambientales relacionadas con su extracción llevan a una tercera premisa: la geopolítica mundial en el mercado energético de un futuro que está a la vuelta de la esquina, el de las energías renovables y en el que Estados Unidos y China han delineado las pautas debido a la forma en las que interactúan conforme a sus política de seguridad energética. 

Por un lado, China concibe su seguridad energética en términos de su dependencia de los mercados globales, por ello el coloso asiático ha invertido millones de dólares en tecnología para producir la energía que consume, y poco a poco se ha posicionado como el líder en energéticos bajos en carbono, convirtiéndose en un potencial exportador de tecnología que le sirve para tener una ventaja en el comercio internacional y una mejor posición geopolítica. 

Estados Unidos por su parte, con la búsqueda de la independencia energética, no sólo alcanzó la autosuficiencia con una combinación de fuentes bajas en carbono y convencionales, sino también se convirtió en uno de los mayores productores y exportadores de petróleo de esquisto de los últimos cuatro años, con lo cual ganó un papel en el mercado energético que no tenía hace 10 años. 

En este contexto ¿qué papel quiere, o podría jugar México en la jerarquía del sistema energético internacional que ya está delineada por China y Estados Unidos? Y ¿qué tanto México está dispuesto a colaborar con potenciales socios (chinos o estadounidenses) para explorar oportunidades en la cadena de valor del litio? 

Cualquiera que sean las respuestas a estas tres básicas premisas, el hecho es que ahora la jerarquía energética internacional está sujeta a la capacidad tecnológica y de explotación de recursos, así como de la interacción en el mercado energético mundial; no obstante, es una realidad que la energía se mantendrá como una forma de presión y disuasión a otros países con el riesgo colateral de caer, nuevamente, en un sistema depredatorio de recursos como el de los energéticos fósiles.