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¿Un futuro promisorio?

Los rezagos ocasionados por la pandemia de covid-19 son muy graves, pero dejaron de ser noticias destacadas. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

Los efectos ocasionados por la pandemia del covid-19 en materia de salud, empleo y educación perdieron su importancia noticiosa. En la “nueva normalidad”, el escenario multicrisis que estamos enfrentando se oculta para no provocar mayores preocupaciones en la sociedad y mantener la gobernabilidad. El objetivo, en principio, parece lógico.

La reacción de autoridades y medios de comunicación también parece comprensible. Pero es inaceptable en varios sentidos. Está demostrado que ocultar una crisis no la resuelve. Más aún cuando las desigualdades sociales se han exacerbado y los costos de recuperación son tan altos que se necesitan muchos años para recuperar lo mucho que se perdió en los últimos dos años.

En algunos grupos sociales, los efectos ocasionados por covid-19 son devastadores. Incluso para el largo plazo. El informe 2021 del Banco Mundial-UNICEF-UNESCO da cuenta del impacto que tendrá en “la productividad, los ingresos y el bienestar futuros para esta generación de niños y jóvenes, sus familias y las economías del mundo”.

Por si no lo leíste: Nubarrones en salud, economía, seguridad... ¿Cómo enfrentar el 2022? 29 Diciembre 2021.

Los modelos asistenciales, paternalistas o populistas no servirán para resolver los problemas ocasionados por covid-19. Frente al repunte de la pobreza y la lenta recuperación de la economía, los recursos actuales tampoco alcanzarán para atender los graves problemas de salud y educación que tiene el país. Mucho menos cuando la política social ha privilegiado la entrega de dinero en efectivo a personas vulnerables.

Con base en la información difundida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), entre 2018 y 2020 el número de mexicanos con rezago educativo se incrementó de 23,5 a 24.4 millones. Y la falta de servicios de salud aumentó de 20.1 a 35.7 millones, lo que refleja un nivel muy delicado, nunca antes visto. Peor aún: el porcentaje de pobreza laboral en el cuarto trimestre de 2021 fue de 40.3%. Mientras tanto, las perspectivas de crecimiento tampoco son halagadoras. Los expertos consideran que será de cero o, en el mejor de los casos, inferior a un punto porcentual.

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Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) presenta datos aún más preocupantes. En el cuarto trimestre de 2021 más de 16 millones de personas estaban trabajando en el sector informal, lo que representa casi el 30% de la población ocupada. En tanto, dos de cada tres trabajadores apenas obtienen ingresos equivalentes a dos salarios mínimos o menos y la mayoría no tiene prestaciones médicas asociadas con su trabajo. Por si fuera poco, más de 32 millones de habitantes en el país no cuentan con ningún tipo de prestación ni seguridad social.

No sobra decir que el mayor impacto en la precaria situación laboral lo están recibiendo las mujeres, quienes han recibido los peores efectos en sus actividades, tanto las remuneradas (cuando las tienen), como en las no remuneradas. En 2021, había casi 900 mil mujeres sin trabajo. Asimismo, la mayoría de los trabajadores tuvieron que trabajar más de 48 horas a la semana, también como consecuencia de la pandemia. Las mujeres, lo resintieron de la peor manera.

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Los datos duros son abundantes. En el análisis, no se pueden olvidar las cifras impresionantes de muertos y contagiados por coronavirus, incluido el personal sanitario. Sin embargo, la realidad que reflejan es más grave de lo que se difunde a diario en la conferencia matutina del Presidente y en muchos medios informativos. Está claro que la estrategia de comunicación política por la que se optó ha privilegiado desviar la agenda y no llevar la información más preocupante a las conversaciones públicas.

El problema comunicacional no sería tan delicado si las acciones que se han puesto en marcha desde el inicio de la pandemia dieran pronto los resultados que requiere la población. Lo cierto es que los procesos de solución se llevarán muchos años. De igual forma, no hay duda que los intereses particulares se impondrán —como siempre— a los de la sociedad, aunque los temas de las crisis estarán en el centro de las campañas que tendremos hasta las elecciones de 2024.

Consulta: Efectos negativos en la educación durante la primera ola de la pandemia del Covid-19. México: Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval), 3 Febrero 2022.

Algunos grupos seguirán cuestionado al gobierno, con dureza, por el manejo que ha hecho de la pandemia y la atención que ha dado a las otras crisis que el virus provocó. Su buscará por todos los medios posibles mermar la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo que se pretende es reducir la influencia que tiene sobre su movimiento. Dañar al personaje y al símbolo para restarle influencia, credibilidad y confianza.

El primer mandatario mantendrá firme el espacio de su conferencia cotidiana de medios. Desde ahí utilizará todo su poder para imponer agenda y mantener a raya a sus adversarios. Defenderá su proyecto de transformación, las obras insignia de su administración y hará todo lo que esté a su alcance para que su obra trascienda el sexenio. Cuando se le critique o cuestione sobre el manejo de la pandemia, seguro insistirá en la gestión “valiosa”, “impecable” y digna de “reconocimiento” del Dr. Hugo López-Gatell.

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El proceso de consulta de revocación de mandato, el enfrentamiento con los periodistas, la casa gris y la inseguridad, entre otros temas, estarán por encima de la información sobre las crisis. A pesar de lo que indican los manuales y procedimientos sobre gestión de crisis, hablar en forma directa y con la verdad no se está cumpliendo a cabalidad. En ciertas circunstancias, las cifras oficiales tampoco tienen siempre la credibilidad que deberían. Quienes están en el gobierno tienen el derecho de hacer todo lo posible para mantenerse en el poder. Los opositores también lo tienen para recuperar los espacios perdidos.

El futuro promisorio por el que optó la mayoría de la ciudadanía en 2018 —sin pobreza, con justicia y sin corrupción— tendrá que esperar algunos años más. A partir de lo que se observa en el actual escenario, lo más probable es que la comunicación política siga evolucionando lentamente. Así será mientras algunos personajes de gran poder no quieran comprender que están dadas las condiciones para dar pasos significativos en la búsqueda de la credibilidad y confianza de la gente.

Recomendación editorial: Enrique Bustamante, Miquel Francés y Guillermo Orozco (coordinadores). La comunicación audiovisual en tiempos de pandemia. Barcelona, España: Editorial Gedisa, 1 Junio 2021.