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Un costoso error

Pareció que el urgido en reunirse con Trump fue Enrique Peña Nieto.

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Escrito en OPINIÓN el

Ojalá que la visita del candidato del Partido Republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, no tenga repercusiones a futuro, cuando las expectativas y las críticas de la opinión pública y redes sociales, se volcaron para declararlo visitante no grato a nuestro país.

 

Y es que esta visita se inserta en el discreto diferendo diplomático que tiene nuestro país con el vecino país del norte, por los diversos frentes de crisis que tiene abierto el Gobierno mexicano en temas como corrupción, derechos humanos y seguridad, que impacta en los intereses de la agenda norteamericana, en el que puede extenderse a que Estados Unidos vuelva imponer restricciones económicas, al aguacate o al atún mexicano, en represalia por recibir a Trump.

 

Trascendió que la Embajada norteamericana hizo esfuerzos por evitar el encuentro entre el Presidente Enrique Peña Nieto y el candidato Trump, argumentando que no existían condiciones políticas para ello, lo que generó un desencuentro.

 

Tendrían razón los cabilderos de la Embajada, cuando el pasado 31 de agosto, el Ejecutivo Federal presentó su Cuarto Informe de Gobierno y, por tanto, se encontraría ultimando los detalles para presentar el mensaje a la nación. En todo caso, para nosotros esto es más importante, que recibir a alguien que ha denostado e insultado a nuestros compatriotas y a nuestro país, con la amenaza de construir un muro, con argumentos xenófobos con fines electorales.

 

No obstante, en términos de relaciones diplomáticas el Jefe de Estado debe estar en condiciones de atender los requerimientos de la nación y sus gobernados. Esto incluye la posibilidad de reunirse con aquellos actores políticos, cuyas formas para expresarse no sean las más idóneas en el contexto de las relaciones diplomáticas, siempre y cuando exista algún interés político, económico o social, como puede ser en el caso de Trump, si es que llegara a ganar la Presidencia de su país.

 

En Estados Unidos existen dos partidos políticos: el demócrata, cuya ideología es liberal con tendencia de centro izquierda, y el republicano, de tendencia conservadora y con una ideología de derecha. En el caso de la relación de México con los presidentes emanados del Partido Republicano, la experiencia en la historia dice que no nos ha ido tan mal.

 

El presidente Abraham Lincoln que gobernó ese país, de 1861 a 1865 hasta su asesinato, simpatizó y apoyó la causa republicana que abanderaba el presidente Benito Juárez, frente a los intereses monárquicos de Francia. Más recientemente en la administración del presidente George W. Bush firmó en 1993 junto con México y Canadá, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, aún vigente.

 

En el caso del encuentro citado, el Ejecutivo no debió reunirse con el candidato, ya que no están a la altura político uno del otro, y podría ser un error histórico, no por la diferencia política entre ellos, sino por la importancia en asumir compromisos derivados de esa reunión. Siendo candidato a la Presidencia de la República en 1988, Carlos Salinas de Gortari buscó reunirse con el presidente republicano Ronald Reagan, a quien le resultó incómodo recibir al candidato Salinas.

 

Ahora bien y para estar en condiciones de expresarle el sentir y preocupación del pueblo y Gobierno Mexicano, por la actitud en su narrativa y mensajes de campaña, el Gobierno Federal debió enviar al Secretario de Gobernación o a la Secretaria de Relaciones Exteriores, con la encomienda de señalarle con firmeza nuestro sentir. Este encuentro pudo haberse llevado a cabo en alguna ciudad de frontera (Cd. Juárez, Piedras Negras, Tijuana, Nogales, etcétera) pero no en la Ciudad de México y menos invitando a la Residencia Oficial de Los Pinos a quien nos denosta e insulta.

 

Como se dijo arriba, el Gobierno Federal debió de posponer este encuentro, en virtud a que era más importante para el país el mensaje del Presidente de la República con motivo de su Cuarto Informe de Gobierno, a reunirse con un candidato. Si el candidato Trump no entiende que hay tiempos políticos en México que deben respetarse, como el Informe de Gobierno, entonces tiene dos problemas: enojarse y volverse a contentar.

 

Por lo precipitado en la reunión del Ejecutivo y el candidato, pareciera que el urgido en reunirse fue el Ejecutivo, cuando en realidad es el candidato quien tiene más interés en ello, por el costo electoral que representa. Lo apresurado de la reunión sólo evidenció la desorganización en Los Pinos y la urgencia por salir a medios para tratar de revertir las críticas de la opinión pública de que ha sido sujeto el Presidente, con motivo de los escándalos del departamento de la Primera Dama, el plagio de su tesis de licenciatura y escándalos diversos de corrupción, como en la CONADE y el desempeño del equipo olímpico mexicano y el tema de los derechos humanos que involucra a la Policía Federal y el informe de la CNDH en Tanhuato en donde ejecutó a 22 civiles.

 

Habida cuenta de la reunión y del mensaje a medios, el candidato además de no mostrar arrepentimiento por sus dichos, reafirmó su agenda antinmigrante en un foro que electoralmente le redituó, como fue en Arizona; por su parte, al Ejecutivo Federal se le vio pasivo y sin la firmeza necesaria para reclamar los agravios recibidos.

 

En síntesis, por lo precipitado de la reunión y por el pobre contenido del mensaje del Presidente de la República, denota que sus asesores no consideraron el tiempo político del Informe de Gobierno, ni el mensaje a transmitir.

 

Una equivocada y desafortunada decisión.

 

@racevesj 

@OpinionLSR