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Un año de grandes cambios

Está por concluir un año de grandes cambios para nuestro país y en el que inició una nueva etapa en la vida política nacional. | Marco Adame

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Escrito en OPINIÓN el

Concluyó un sexenio que se caracterizó por la violencia y la incapacidad para combatirla, por escándalos de corrupción y el aumento del número de pobres. Quizá el logro más rescatable haya sido la aprobación del tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, con el que se establecieron nuevas condiciones de competencia y cuyos resultados se verán con el paso del tiempo.

La elección del primero de julio dio como ganador a Andrés Manuel López Obrador, quien prometió acabar con la pobreza y la corrupción, así como una transformación democrática del sistema político; la suma de los partidos que forman la coalición que lo postuló cuenta con la mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Contrario a lo que se esperaba, las primeras decisiones del nuevo gobierno han generado un clima de incertidumbre económica, política y social, a raíz de una serie de errores.

Una de las primeras decisiones fue la realización de una consulta sobre el Nuevo Aeropuerto. Consulta que se realizó fuera del marco de la Constitución y de la Ley Federal de Consulta Popular.

Con la cancelación del aeropuerto, se envió a nivel internacional un mensaje de incertidumbre e inseguridad, causó la caída de la Bolsa, de las AFORES, la pérdida de valor del peso y el rechazo de los inversionistas extranjeros. Lo mismo sucedió con la propuesta de eliminar las Comisiones Bancarias, abonando con ello al escenario internacional de desconfianza de los inversionistas para con el nuevo gobierno.

Otra de las decisiones cuestionadas, fue la reforma de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que creó a los “super-delegados” atentando contra el federalismo y en competencia con los gobiernos estatales. Adicionalmente centralizó en una sola oficina de la Secretaría de Hacienda todas las compras y las licitaciones que hará el gobierno, lo cual podría prestarse a corrupción y opacidad.

También fuimos testigos de la resistencia del gobierno a aceptar la suspensión de la Ley de Remuneraciones a salarios de 2019, ordenada por la Suprema Corte en un claro ejercicio de equilibrio de poderes. Se llegó incluso a amenazar con la destitución de los ministros de la Corte.

Muy cuestionada también ha sido la decisión del presidente de militarizar el combate a la inseguridad, contrario a lo que prometió en campaña. Como muestra de esta preocupación están el fallo de la Suprema Corte, las recientes declaraciones de la Dip. Tatiana Clouthier, Vice-Coordinadora de los diputados federales de MORENA, de Human Rights Watch y de muchos otros.

También ocurrió la aprobación de la Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República la cual, en los términos en que se aprobó, no garantiza la independencia y autonomía respecto del poder Ejecutivo, lo que pone en entredicho el combate a la impunidad. La nueva ley contradice las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las del Relator de Derechos Humanos de la ONU, entre otros. Igual preocupa la negativa presidencial de perseguir a los corruptos aun cuando las leyes obligan a ello.

Otros “errores” han sido la reducción del presupuesto prometido en campaña a las universidades para el 2019, así como el haber borrado por completo la autonomía universitaria en el proceso de cancelación de la reforma educativa. Y el más reciente ha sido el “error de dedo”, con el que se recortó el 82% el presupuesto a la Dirección General de Servicios Consulares.

John F. Kennedy, sostenía que la actitud de un buen gobierno debería ser el aceptar la responsabilidad por los errores cometidos y la disposición para que se le señale cuando no los note, pues “sin el debate, sin la crítica, ninguna Administración y ningún país pueden triunfar y ninguna república puede sobrevivir.”

Sí, estamos concluyendo un año de grandes cambios, para que estos ocurran en democracia y en justicia, el gobierno y su mayoría en el Congreso deben actuar con apertura y talante democrático, lejos de la cerrazón, del autoritarismo y la línea.

Al acercarse el inicio de un nuevo año, todos deseamos que al país le vaya bien, que se supere la violencia, que acabe la corrupción, que se generen oportunidades y que se logre el desarrollo. La división de los mexicanos no es la solución. El cambio tan anhelado es posible únicamente con la colaboración de todos, poniendo al país por encima de nuestras diferencias.

Es preciso insistir, para avanzar es de suma importancia que los cambios se den en democracia, con apertura al pluralismo y al diálogo con las diversas voces que quieren un país mejor, en paz, en pleno respeto de las instituciones, de la constitución, del equilibrio de poderes, del federalismo, de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. Sólo así podremos acceder plenamente al bien común.

Siendo esta mi última columna del año, quisiera aprovechar para desear a todos nuestros lectores unas felices fiestas decembrinas y un próspero Año Nuevo.

A las puertas del autoritarismo

@MarcoAdame | @OpinionLSR | @lasillarota