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TV abierta: ¿El principio del fin?

El ideal para la sociedad y los consumidores es que el nuevo escenario de la TV contribuya a mejorar la oferta de noticieros, películas, series, programas unitarios.

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Escrito en OPINIÓN el

Reed Hastings, CEO global de Netflix, no le da más de quince años de vida productiva a la televisión abierta. El reto actual, dice, está en los contenidos de Internet "porque así se da a los consumidores el control sobre lo que quieren ver y cuándo lo quieren ver".

 

El futuro de la televisión está, por lo tanto, en los nuevos medios.

 

Según Hastings, "dentro de 10 años el internet será mucho más rápido y la televisión será más como un iPad gigante colgado de la pared, llena de aplicaciones" y con una enorme tienda de apps".

 

La TV será realmente inteligente.

 

Las expectativas giran en torno a que la verdadera competencia que enfrentará la televisión abierta se dará no solo entre las cuatro cadenas nacionales que habrá en el país, sino de manera particular con la que se produzca y difunda por Internet.

 

La batalla podría ser intensa y despiadada. 

 

El ideal para la sociedad y los consumidores es que el nuevo escenario de la televisión contribuya a mejorar la oferta de noticieros, películas, series, programas unitarios, además de una mayor difusión de programas culturales y educativos.

 

Pero algo así se ve difícil en el corto plazo.

 

Los contenidos de la televisión abierta no se mueven a la misma velocidad de los otros medios y, para la mayoría de los mexicanos, seguirán siendo su única opción informativa y de entretenimiento en tanto no se consolide la banda ancha y el acceso universal a Internet.

 

El verdadero cambio tendrá que esperar.

 

Hastings no cree que, por el momento, se den los ajustes radicales de la televisión abierta hacia Internet, como lo están haciendo ya varios periódicos y otros medios de comunicación.

 

El salto se dará con el crecimiento de la red de fibra óptica.

 

"El verdadero  democratizador" de la televisión será la fibra óptica, pues implica dos cambios de paradigma en la industria del entretenimiento: "menos buffering y mayor resolución", razones por las que "cada hogar podrá tener experiencia cinematográfica en casa".

 

El modelo presionará hacia nuevas maneras de contar historias.

 

"Hasta ahora —afirma Hastings— los escritores han estado constreñidos a formatos de 30, 60 o 120 minutos", pero con el Video On Demand y el streaming podrán experimentar abiertamente con duraciones libres.

 

Aún más:

 

La competencia por una concesión de televisión fue imposible para la mayoría desde que se inventó el medio, pero hoy para entrar en la red “sólo tienes que tener un gran contenido y hacerlo accesible”.

 

La ultra alta definición podría lograrse en cinco años.

 

Y será hasta ese momento en que las cadenas nacionales de televisión abierta reaccionen y se adapten a las condiciones que imponga la fuerte e inevitable competencia.

 

Algo similar sucederá con la industria del cine.

 

En 10 o 15 años, los consumidores podrán ver los estrenos cinematográficos en casa. Hastings lanza un desafío: “Queremos acabar con las fronteras artificiales, porque de otra manera la piratería seguirá creciendo. Queremos romper la exclusividad de los cines para exhibir películas".

 

Visto así, la televisión abierta tiene los días contados.

 

Una de las consecuencias más importantes del principio del fin lo refleja la tendencia a la baja de sus ingresos y utilidades. En contraste, el mercado digital y las redes sociales muestran incrementos significativos que dan cuenta de su poder actual y el potencial que tienen en el futuro.

 

La transición avanza y es inevitable.  

 

Quizá por esta razón los analistas especializados han concluido que los tres finalistas para obtener las concesiones de las dos nuevas cadenas de televisión, no tienen la fuerza que se esperaba en el mercado de las telecomunicaciones.

 

Para varios grupos mediáticos, la oferta no llamó su atención.

 

A manera de ejemplo, Grupo Lauman, empresa propietaria de El Financiero Bloomberg, informó que decidió no participar en la licitación por una nueva cadena de televisión abierta porque “no existen condiciones para que resulte un negocio atractivo”.

 

Lo deseable, sería que los ganadores dieran la sorpresa.

 

El incremento en la cantidad y calidad de la competencia podría presionar cambios que el país necesita. El nuevo formato y lenguaje de la televisión es mucho más que un negocio o maravilla tecnológica. Es instrumento fundamental para la democracia, la actividad política y la participación organizada de la sociedad.

 

 

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Twitter: @sosaplata