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Trump y el estrés en tiempos electorales

El triunfo futbolero resaltó más la torpeza del gobierno federal para manejar el drama de los niños separados de sus padres. | Leonardo Martínez

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Escrito en OPINIÓN el

En estas últimas semanas la tensión en el ambiente se ha ido incrementando. Es el resultado de una inoportuna combinación de varias causas internas y externas. Dentro del país, las tensiones han ido creciendo como consecuencia de aspectos como las agresiones y las arengas polarizantes de muchos candidatos (en particular los que aspiran a la presidencia de la República), la inusitada violencia criminal contra candidatos en varias entidades federativas y la legítima preocupación de que se cometan fraudes y denuncias electorales.

Por si eso fuera poco, a lo anterior hay que sumar los sentimientos generalizados de coraje, indignación y frustración motivados por la inhumana separación de niños y padres que han estado realizando sistemática y rigurosamente las autoridades norteamericanas de migración y patrullaje fronterizo.

Las consecuencias de esta inoportuna mezcla de factores contribuye a la crispación en los ambientes políticos, así como en muchas relaciones de amistad y familiares. Claro que el triunfo de México ante Alemania el fin de semana pasado sirvió para levantar el ánimo de la mayoría de los mexicanos, pero sus efectos, como los de cualquier tranquilizante, se van diluyendo con el paso de las horas.

De regreso a la realidad

El entendible uso político del triunfo futbolero resaltó todavía más la torpeza del gobierno federal para manejar el drama de los niños separados de sus padres. Como un botón de muestra, a principios de esta semana el Twitter de Videgaray acumulaba 35 tweets sobre la selección mexicana de futbol y ni uno solo sobre la crisis humanitaria de los niños migrantes.

Pero más allá de estas muy lamentables actitudes y torpezas, lo que está sucediendo en los Estados Unidos es serio y preocupante. La verborrea de Trump ha ido escalando en sus niveles de agresión y los estudiosos de la psicología de este tipo de personajes también han ido escalando sus llamadas de alarma.

Cuando Trump se refirió a los inmigrantes como animales, sus incondicionales se apresuraron a decir que sólo se refería a los criminales. Pero esta semana el tipo habló de la misión que tiene de impedir la infestación de su país por hordas de inmigrantes, y eso, el uso del verbo infestar, nos lleva a otros niveles de riesgo.

Elementos patógenos

Un artículo en línea publicado por Forward clarifica los riesgos que conlleva el uso de este vocablo por un racista poderoso como Trump. En resumen, se dice que la caracterización de un grupo de personas como elementos patógenos de la sociedad ha sido históricamente un precursor de crímenes y genocidios. Y en esta historia, es inevitable recordar que los nazis construyeron un imaginario colectivo que visualizaba a los judíos como los portadores de enfermedades y patógenos.

En uno de los filmes realizados por la propaganda nazi, Der Ewige Jude (algo así como el judío eterno), se compara a los judíos con ratas que infestan el continente europeo, portan infecciones contagiosas y devoran todo tipo de recursos.

La etimología de infestar viene del Latín infestare, relacionada con las acciones de atacar, invadir, corromper, y en el inglés norteamericano actual, el que se usa en las conversaciones cotidianas, el vocablo se usa para referirse a la invasión de insectos o animales.

Me atrevo a especular que un racista de baja inteligencia como Trump, altamente influenciable por sus pares de la ultraderecha conservadora y por FOX News, ha escuchado el concepto de la infestación en sus conversaciones privadas con ese tipo de interlocutores y lo ha empezado a utilizar como justificación de sus políticas migratorias, sin más.

Pero bueno, independientemente del origen del discurso, veo con sorpresa que el sistema político norteamericano ha mostrado una larga lista de vacíos y debilidades constitucionales, políticas y procedimentales que habían pasado desapercibidos hasta para los propios norteamericanos. De ahí el pasmo con el que académicos, políticos, periodistas y el público interesado ven el bochornoso espectáculo de Trump desde la barrera, sin poder ponerse de acuerdo en una estrategia para pararlo, y especulando sobre sí será o no reelegido para un segundo período.

El factor Trump, caracterizado por decisiones sin rumbo, sorpresivas y viscerales, seguirá siendo un riesgo real para México independientemente de quién gane la presidencia. No sabemos cuál será el tipo de relación que habrá entre un megalómano, inmaduro y racista, y el candidato que gane las elecciones en México, pero en cualquiera de los casos las perspectivas no son muy alentadoras.

Por lo pronto, el drama de los niños migrantes ha incrementado las tensiones en México y ha generado indignación, coraje y estrés en muchas personas, todo lo cual puede incidir de muchas maneras en el ánimo de los votantes. Al menos en mi caso, eso me queda muy claro.

Voto estratégico para una ciudad desgarrada

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