Main logo

Tres deseos para Navidad: solidaridad, perdón y gratitud

Cuando puedas ayudar, extiende tu mano; cuando puedas perdonar, abre tu corazón; y cuando agradezcas, hazlo con total devoción.

Por
Escrito en OPINIÓN el

La navidad es solidaridad, Jesucristo fue un gran solidario con la humanidad, y en su palabra predica que el dar más que en recibir, provoca una alegría profunda y engrandece el alma.

 

En el camino de la solidaridad, debemos conducirnos con una misión de pobres para pobres, en comunión y reciprocidad con nuestro hermano, testimoniando y predicando los valores de nuestra Fe, de esta forma, aprenderemos el camino de la misericordia.

 

Jesús revolucionó la beneficencia para transformarla en solidaridad, porque Dios concibe al hombre y a su capacidad para recrearse y liberarse de esclavitudes provocada por los espejismos del materialismo, para dar en abundancia.

 

La compasión no debe reducirse a la conmiseración por los que menos tienen. La compasión nace de la transformación de uno mismo, al conectar con el otro, al entregarse con el corazón en el amor.

 

En el encuentro de Jesús con el hombre rico, este le pregunta: “¿Qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna? A lo que Él le respondió: “Sólo te falta una cosa: anda, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, y así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme” (Mc 10, 17-27).

 

Esta reflexión encomia a preocuparse no sólo por lo que hacemos con nuestra propia vida, también por la del pobre, del marginado, del excluido.

 

Este es el mensaje que trae consigo la Navidad, dar al prójimo lo mejor de uno mismo, no son los obsequios lo que hacen esta época especial, son los detalles afectuosos y de bondad por cada uno de nuestros hermanos y hermanas.

 

Otro aspecto, está en el dar el perdón, una muestra genuina de misericordia, que provee de esperanza, tanto al ofensor como al ofendido, y no es sino una de las cosas más difíciles de alcanzar, puesto que no es tan sencillo reconciliar lo roto, ni mucho menos olvidarlo.

 

En el primer ángelus que ofició el papa Francisco dijo “No olvidéis esto: el Señor nunca se cansa de perdonar ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios con cada uno?”.

 

El rencor, la ira o el resentimiento sólo traen más sufrimiento, socavan el alma y destruyen la paz, y es más durante las fiestas decembrinas que surgen toda clase de recuerdos negativos, porque es cuando el mensaje de amor y paz circula en diferentes medios, pero asumirlo resulta un desafío.

 

Se considera como una máxima expresión del don de la fe, y para exaltarlo, primero debemos superar esos conflictos internos, perdonarnos a nosotros mismos.

 

Después de todo, para aquellos que rezan el Padre Nuestro, siempre hay un fragmento que debemos tener presente: “Perdona nuestras ofensas, como también perdonamos a los que nos ofenden”.

 

Estamos cerca de cerrar este año, no sin antes hacer un ejercicio de gratitud, puesto que todo lo que tenemos hoy, lo bueno y lo malo, es el resultado de lo que dimos a los demás, y sí nos han llegado bendiciones o lecciones duras, deben ser bien recibidas, porque si aprendimos algo de todo eso, estamos un paso más cerca de ser mejores personas.

 

Estos son mis deseos para Navidad: ayudar, perdonar, agradecer y amar, sólo así obtendremos la paz que tanto anhelamos y necesitamos.

 

Feliz Navidad les deseo con el afecto de siempre.

 

@OpinionLSR

 

*Si deseas recibir mis columnas en tu correo electrónico, te puedes suscribir a mi lista en el siguiente vínculo: http://eepurl.com/Ufj3n