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Tren Maya. ¿Quién es quién en las mentiras ambientales?

La planeación de la obra del Tren Maya no se sustenta en la racionalidad, ni en los estudios técnicos urbanos y menos en los medioambientales. | Lourdes Mendoza*

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Escrito en OPINIÓN el

El 16 de diciembre de 2018, el presidente AMLO aseguró que con la construcción del Tren Maya no se iba a tirar un solo árbol, para así cuidar el medio ambiente. Pero ¡yo tengo “otros datos” gracias al INAI!

No tenemos ni idea

A finales de agosto y parte de septiembre de 2021, cuando me contestaron vía transparencia, el equipo de Jimmy Pons, de Fonatur, y sus filiales respondieron que, en la parte ambiental, los trabajos se sustentan en el resolutivo de la Manifestación de Impacto Ambiental Regional (MIA-R) y que la Manifestación de Impacto Ambiental para el tramo 4 –que va de Izamal a Cancún– se encuentra en proceso de elaboración, por lo cual no ha sido ingresada a la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental en la Semarnat.

–Necesaria una taza de café y un ansiolítico para seguir leyendo–.

Pues también aseguraron que los tramos 1, 2 y 3 del proyecto están exentos de medidas ambientales. ¿La razón? Que sólo están haciendo una rehabilitación y mantenimiento de la vía férrea del antiguo Ferrocarril del Itsmo de Tehuantepec. ¡Ah!, y que el aprovechamiento de la vegetación la han realizado los propietarios de la tierra, como parte de los compromisos acordados por Fonatur Tren Maya (FTM) en la consulta indígena, ya que se trata de beneficios directos para las comunidades asentadas a lo largo de estos tres tramos del proyecto. ¡Así como lo está leyendo!

Pero Semarnat, que en teoría es responsable de la política medioambiental y encargada de velar por el deterioro ambiental, respondió –chequen la desvergüenza– que los trasplantes de vegetación en el tramo 4, a cargo de ICA, de Guadalupe Phillips, se sustentan en la MIA-R. El pero es que ni siquiera se ha presentado la Manifestación de Impacto Ambiental de dicho tramo.

Como anillo al dedo…

Así pues, una vez más con documentos oficiales en mano, evidencio que Fonatur, así como su filial Fonatur Tren Maya y Semarnat, usan, según les acomode, el mamotreto de 588 páginas del resolutivo de la MIA-R para aplicar lo que les conviene y justificar sus arbitrarias decisiones, que se suman, y tengo documentadas, a la larga lista de irregularidades que tiene uno de los tres caprichos... ¡ah no!, elefantes... ¡ah no!, proyectos de la 4T.

Pero si de fortuna y buena suerte se trata, claro, para ellos, parece que a Jimmy Pons y a su equipo de aprendices les ha caído como anillo al dedo la llegada de María Luisa Albores González a Semarnat, quien por falta de experiencia, por negligencia o porque haciendo honor a su cargo de protección al medio ambiente es una vergüenza, pues no detendrá ninguna de las acciones de anarquía ambiental que tiene esta construcción.

Lo que también ha quedado claro es que la planeación del proyecto no se sustenta en la racionalidad, ni en los estudios técnicos urbanos y menos en los medioambientales.

La prisa no es buena consejera

Gracias a Dios, dirían las abuelitas, el proyecto avanza lentamente, pues por cada durmiente puesto o proyectado salen a relucir más inconsistencias y verdades a medias que han exhibido la debilidad y ligereza con la que se tomaron y se siguen tomando muchas decisiones. Para muestra, el cambio de trazo del tren (no que no mi Jimmy), que evitará entrar al centro de las ciudades de Campeche o Mérida, por lo que ahora ya no tendrán estación.

Desde un inicio se dijo que en Campeche se dividiría la capital del estado, pues el tren tiene que ir confinado. Mientras que en Mérida siempre existió oposición de los habitantes.

Y antes de planear otras alternativas que le dieran sentido a este proyecto, porque lo primero es cumplirle al presidente al costo que sea, el equipo de Fonatur actuó como las administraciones anteriores, privilegiando el tiempo sobre cualquier costo; “para evitar problemas de construcción y afectar vialidades, se cancelan las estaciones, pues el compromiso es entregar la obra en 2024?, señalaron. ¿No que no eran iguales?

Desastre de planeación

Podrán hacerse giras, maquetas, presentaciones, porras y múltiples recorridos en helicóptero –para que nadie se enlode los zapatos–, pero lo cierto es que el tren es un desastre de planeación, una amenaza a la biodiversidad (jaguares) y a la selva y un continuo derroche de recursos públicos en un proyecto que cada día que pasa deja de parecerse a la idea original.

Y del avance de obra ni hablamos. Aquí en mi columnas Sobremesa lo he demostrado, desde hace muchos meses los atrasos de todas las empresas constructoras, desde el tramo 1 hasta el 5, se acumulan día tras día.

Ah, y recordemos que ya nos advirtieron que los tramos 6 y 7 –Tulum-Chetumal y Bacalar-Escárcega– comenzarán hasta que el personal de Sedena concluya el aeropuerto mamut, en marzo de 2022, y del tráfico en esa zona turística mejor ni hablar, ni de la tala de las palmeras. Como si dos años fueran suficientes para construir uno de los segmentos más complejos en materia de ingeniería y en los que más riqueza de biodiversidad existe.

De hecho, AMLO ha dicho una y otra vez que si la obra no se termina antes de que finalice su gobierno, será un rotundo fracaso; como Poncio Pilatos…

Durmiente a durmiente

Seguiré documentando la serie de irregularidades y omisiones que, desde Fonatur, pasando por Semarnat o la Sedatu, se sigue dando para descarrilar todo aquello que impida concluir este Tren sin Destino. Tan sólo en el Presupuesto de Egresos 2022 se etiquetaron más de 65 mmdp, 74% más que lo asignado en 2021 y –agárrense– 94% del presupuesto dedicado al sector turismo.

Nuevas interrogantes:

¿Cuántos árboles se talarán realmente?

¿Cuál permiso ambiental está vigente?

¿Alguien del gobierno federal está cuidando algo de la parte ambiental?

¿Cuánto costaron los desvíos de ruta en Campeche y Mérida?

¿Cuántos predios ya se habían adquirido en los tramos eliminados?

¿Ya se cuentan con derecho de vía para el nuevo trazo?

¿Se cuenta con los permisos ambientales de los nuevos tramos o también estarán exentos o más o menos?

¿Los campesinos seguirán “retirando” por su cuenta la vegetación que estorbe?

Por cierto

Jimmy Pons, sigo esperando que aclares públicamente si las faltas de respeto de Alberto Lujambio tienen tu visto bueno, y no es por agriarte la comida, pero ya demostré en mi demanda por daño moral que Lozoya mintió.

La columna de Lourdes Mendoza Peñaloza se publicó originalmente en El Financiero, reproducida aquí con autorización de la autora.

* Lourdes Mendoza Peñaloza es una periodista mexicana especializada en finanzas, política y sociales, con más de 20 años de experiencia en medios electrónicos, impresos, radio y televisión.