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Transporte Público: la tragedia diaria

En México el transporte público no es prioritario. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

El transporte público es el dolor de cabeza del gobierno de México. No ha sabido-no ha podido-no ha querido dar una solución eficiente a tan grande necesidad social.

Y esto es así en todos los estados de la República. Y esto es responsabilidad de los gobiernos federal como de cada estado o municipio del país: Un drama diario en el que están involucrados intereses económicos, intereses gremiales, apoyos de gobierno, pagos de facturas electorales y la enorme necesidad de millones de seres humanos que día a día necesitan trasladarse de un lugar a otro…

En los países desarrollados –digamos en los que tienen claro el uso que habrá de dar a los impuestos que pagan los ciudadanos-, el transporte público es una asignatura primordial. Con esto favorecen el traslado público, el ahorro de tiempos y, por supuesto, la seguridad y la tranquilidad del pasajero, además de que evitan el enorme gasto de combustible al desestimular el uso de vehículos particulares de forma rutinaria.

Viajar en Metro o en autobús en muchas ciudades es muy común. Y lo hacen tanto trabajadores como altos funcionarios de gobierno o políticos o empresarios. Y en nada va en desdoro de su posición laboral o social; lo que en México sería tomado como un descenso de nivel social o político.

En los estados de la República el transporte público puede ser fatal. Ya en los medios colectivos de gobierno o en transporte concesionado, con vehículos destartalados, mal trato, choferes incapaces y violentos que compiten con sus compañeros por la ganancia de un pasaje y ponen en riesgo la vida de quienes son sus pasajeros.

Grupos de taxistas amafiados, que se apropian de calles, avenidas, colonias, caminos, carreteras y que hacen y deshacen a su antojo, bajo la protección gremial –y la debilidad de gobierno, como es el caso de la capital de Oaxaca– que enfrentan a la autoridad y a los pasajeros: fieras al volante que son el poder de las calles…

Pero todo aquello que pasa en cada una de las entidades del país, ya menos o más, se concentra en la capital de la República; una ciudad múltiple; sobrepoblada; con infinidad de problemas de diversa índole como desempleo, falta de limpieza, frecuente falta de servicios, ambulantaje –comercio informal-, delincuencia, criminalidad…

Son prácticamente 10 millones de habitantes en la Ciudad de México –datos de INEGI a 2020–; 27 millones en la zona metropolitana.

Y según cifras, tan sólo el Metro de la Ciudad de México mueve a 1 mil 600 millones de pasajeros al año; el estimado es de 4.6 millones diarios en sus doce líneas y sus 277 trenes.

Con todo, el servicio del Metro ha sido foco de la atención de muchos por las muy frecuentes fallas del servicio, cierre de estaciones o de líneas, desperfectos en pleno uso, retrasos frecuentes, aglomeraciones constantes, demoras en las llegadas o salidas de los vagones, pillaje, confrontaciones entre pasajeros por el hacinamiento a que son sometidos, vendedores ambulantes, falta de vigilancia…

Y lo peor que pudo ocurrir fue el incendio en la Subestación Eléctrica del STCM de la calle de Delicias, en la alcaldía Cuauhtémoc. El hecho ocurrido el sábado 9 de enero dejó como saldo una persona muerta y la suspensión indefinida del servicio en las líneas 1, 2, 3, 4, 5, 6, por lo que miles-miles de usuarios quedaron varados sin poder llegar a sus lugares de destino:

Aglomeraciones. Indignación. Retrasos. Confrontaciones. Falta de protocolos de salud pues la sana distancia dejó de ser porque designaron camiones que iban atestados con pasajeros urgidos por llegar a su destino; muchos sin cubre bocas… muchos en pleno abandono a su suerte…  Todo esto ocurrió debido a esa falla incomprensible.

Porque resulta que, al final, nadie es culpable de lo ocurrido. La directora del STCM, la ingeniera Florencia Serranía, dice que ella no tiene responsabilidad de lo ocurrido, que ‘nada más es la Directora General’ Y que “por estatuto, el mantenimiento y los programas de mantenimiento son responsabilidad de la Gerencia de Instalaciones Fijas y sus subgerencias por especialidades… a ver yo soy la directora general del Metro, solamente”, dijo.

Luego, nadie es culpable de lo ocurrido, O sí: ‘el pasado’. ‘Es la herencia de los gobiernos neoliberales’, ‘de los adversarios conservadores’, de ‘los medios de comunicación’, ‘de los ‘periodistas fifí’…

La Ciudad de México se trastocó de forma grave durante días. Se indignó. Pero sobre todo se expuso a miles al contagio. Los resultados trágicos podrían conocerse en unos días. Será tarde para muchos. ¿Quién es responsable? Quien lo es lo sabe.

Y este es el ejemplo de cómo en México el transporte público no es prioritario; que se invierte mucho más en infraestructura vehicular-particular; que los impuestos que se pagan no están dispuestos para el servicio público.

¿Quién se hace cargo de solucionar un problema cada vez más grave en todo el país?... Nadie. Simple y sencillamente hay que mirar al pasado y guardar silencio.