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Transformaciones climáticas, multiplicador de amenazas

Las transformaciones climáticas afectan las cuestiones de paz y seguridad. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

La COP26 demostró que parece haber pocas posibilidades de que los gobiernos se pongan de acuerdo e implementen medidas para mantener el calentamiento global a 1.5 grados sobre los niveles preindustriales. Esto es especialmente preocupante para los países insulares y aquellos que hoy son afectados por algún tipo de conflicto. 

Aunque en la agenda de la COP26 las prioridades fueron la reducción de emisiones de gases efecto invernadero, la adaptación para minimizar las consecuencias de las transformaciones climáticas, la recaudación de dinero para financiar tanto la adaptación como la mitigación del cambio climático, así como incrementar la cooperación y terminar el reglamento de París para formalizar la manera en la que los países se adaptarán y recaudarán recursos económicos, el tema ausente fue el binomio seguridad-clima, por demás complicado y transcendental de abordar. 

Si bien la omisión de la seguridad-clima en la agenda de la COP26 obedece a cuestiones prácticas, el vínculo entre las cuestiones de seguridad, cambio climático y transición energética se hace cada vez más frecuente en espacios distintos al académico, pues ya se habla de él en los ámbitos de gobernanza nacional y global, ya que refiere a cómo las transformaciones climáticas afectan las cuestiones de paz y seguridad, o cómo las medidas implementadas para la transición energética podrían constituir un caldo de cultivo para descontentos sociales, exacerbar las condiciones que alientan la violencia, además de la pobreza, la tensión social y la inestabilidad política. 

No en vano, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se debate una resolución de seguridad climática cuyo propósito es contar con una base para abordar la forma en cómo los fenómenos meteorológicos provocados por el cambio climático influyen en la paz y seguridad internacionales. Lamentablemente, las opiniones de países como China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, así como de India y México, actuales miembros no permanentes, de que existe una línea muy fina entre la intromisión en los asuntos internos y el mantenimiento de la paz y seguridad bajo el pretexto de los efectos del cambio climático, pesan mucho para la adopción de una resolución de este calibre.

La oposición de Rusia, por ejemplo, es muy clara pues obedece a su renuencia a ampliar la definición de paz y seguridad que prevalece en el Consejo de Seguridad. En tanto China parece jugar dos juegos a la vez, por un lado, se abandera como el líder en la lucha contra el cambio climático pues es el país con las mayores producción y capacidad instalada de electricidad a través de energías renovables, así como también se comprometió a detener el financiamiento para la producción de energía a carbón en el exterior. No obstante, por otro lado el coloso asiático planea construir 43 nuevas plantas de energía a carbón dentro de su territorio, así que esta postura de doble cara combinada con una negativa a adoptar una resolución sobre seguridad y clima en el seno del Consejo de Seguridad afectaría repentinamente el auto nombramiento del liderazgo de China contra las transformaciones climáticas.

Por su parte, las dudas de India están relacionadas con su estatus como la economía más grande entre los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad. En conjunto, Rusia, China e India comparten la idea de que con la participación del Consejo de Seguridad en el cambio climático se corre el riesgo de invadir áreas de cooperación global pertenecientes a otros foros de las Naciones Unidas. 

Finalmente, México no presenta una postura definida ya que mientras parece enfrascado en la retórica de los años ochenta cuando surgió el principio de “responsabilidades compartidas pero diferenciadas”, si bien cierta, cada vez más en desuso dado que los efectos del cambio climático ya se dejan sentir en todo el mundo, argumentación a la que se le suman el calificativo a nuestro país de “fósil del día” durante la COP26 por ir en contrasentido del mundo por la falta de acciones contundentes contra el cambio climático, la defensa a ultranza de un modelo de desarrollo de los años setenta y a una especie de satanización de la gobernanza global y regional por parte del actual gobierno. 

En fin, omitir la relación entre las transformaciones climáticas y la seguridad conlleva a descuidar deliberadamente la preexistencia de un multiplicador de amenazas o de riesgos asociados; tales como tensiones políticas, sociales, económicas que, a su vez, aumentan el riesgo de potenciales conflictos o la exacerbación de los ya existentes. Sería un grave error detener el debate sobre la seguridad y el clima en el Consejo de Seguridad pese a sus detractores y sobre los cuales cabe decir podrían tener causas entendibles en algunos casos, en otros no tanto.