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Transformación de cuarta

México sigue a la espera de que se concrete una real transformación social, política y económica, sin confrontaciones. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

México sigue a la espera de que se concrete una real transformación social, política y económica, sin confrontaciones.

Pero el discurso presidencial más que encaminarse a la unidad desperdicia un valioso tiempo al enfilar sus baterías en temas que no resuelven el día a día de los mexicanos.

Todos los días, el presidente Andrés Manuel López Obrador abona el camino de la inconformidad. Está desperdiciando los 30 millones de votos que lo llevaron al poder y 18 años de carrera política.

A dos años de gobierno, la sensación entre los mexicanos es de que AMLO sigue en campaña y persiste en su vocación de dividirnos, de confrontarnos y de llevar al despeñadero al país. Está haciendo lo que tanto ha criticado: romper la estabilidad social.

Sigue con sus puyas contra quienes dejaron al país hecho un desastre pero no hace nada por denunciar a quienes saquearon al país a fin de que sean llevados a los tribunales.

A esta administración hay cosas que no le importan como la salud de la niñez. Existen denuncias de personas que tienen cáncer que se quejan de que no hay medicamentos, pero eso no es la prioridad de quien gobierna hoy los destinos de México.

El gobierno de la 4T llegó al poder en medio de grandes expectativas y esperanzas. En el primer tercio de esta administración poco se ha hecho por llevar a puerto seguro a un país que por ratos pareciera írsele del control a AMLO.

Mentira que se esté combatiendo a fondo la corrupción y que la transparencia sea la llave a la puerta de la transformación. El saqueo del pasado reciente es millonario. Pero los responsables gozan hoy de buena salud y libertad gastando sus millones de pesos mal habidos.

En general en México hay una especie de desánimo frente al abandono en que está el país en todos los órdenes. Lo peor que ha hecho este gobierno es dejar que la delincuencia opere abiertamente, porque para AMLO son mejores los abrazos que los balazos.

Este es un país de pobres donde ya desapareció la clase media. Faltan más oportunidades para todos y eso tiene irritada a un alto porcentaje de la población aunque los defensores de López digan que el país está mejor.

La incertidumbre es cotidiana en estos tiempos del covid-19 donde para sobrevivir muchos le apostaron por abrir pequeños changarros para recursearse y tener algo de dinero para comprar alimento. El futuro es incierto y existe el temor de que crezca el número de infectados que ya ha cobrado más de 57 mil muertes.

En materia de seguridad, el horizonte es poco halagador. México es tierra de nadie y las bandas del crimen organizado tienen sus cotos de poder y territorios controlados ante la vista y paciencia de las autoridades.

Estamos vulnerables en todos los órdenes mientras crece la polarización y el rechazo a esta administración. Los ánimos están crispados. Hay decepción.

Ya no atinamos qué hacer frente a un gobierno apático, carente de estrategias  y sin mayor compromiso social que el electoral.

Javier Sicilia, escritor y activista por los derechos humanos refirió recientemente que el balance que puede hacer es el del caos, cuyo rostro más evidente es el desmantelamiento acrítico de las instituciones y el crecimiento de la violencia y de las víctimas, ya sea por la ausencia de una coherente política para enfrentar al crimen organizado y sus vínculos con el Estado (en el gobierno de AMLO hay 53,628 asesinados; no sabemos la cifra de desaparecidos) o por el mal manejo de la pandemia del covid-19.

Pero desde el oficialismo las cosas están de maravillas tal como lo expresa la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero quien asegura que “a dos años del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, la Cuarta Transformación tiene una aprobación mayoritaria, entre otros factores, por su política social, decididamente a favor de quienes menos tienen, actuar apegado a la gobernabilidad democrática e indeclinable compromiso con la honestidad y austeridad. El principal reto de la secretaria de Gobernación por primera vez a cargo de una mujer, es el de garantizar que el respeto y promoción de los derechos humanos sean el cimiento de una gobernabilidad fundada en la democracia, en el federalismo y el ejercicio de las atribuciones que nuestra Constitución otorga a cada uno de los poderes de la Unión”.

La realidad, sin embargo, es distinta y decepcionante.

Y todavía faltan cuatro años.