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Tolerancia

Vivimos el momento ideal para iniciar a propiciar el trato igualitario entre personas dejando a un lado nuestras diferencias. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Llevar con paciencia, soportar o respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias son las definiciones tradicionales de tolerancia, una palabra que en los últimos años ha sido de constante uso en múltiples contextos ante las animadversiones presentes entre varios sectores o integrantes de la sociedad, comúnmente extrapoladas en medio de un ambiente de inmediatez y volatilidad en los espacios virtuales y de opinión pública. 

Hace 25 años, en 1995, la Organización de las Naciones Unidas declaró 1995 como el Año de la Tolerancia, y se emitió la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, un conglomerado de estatutos en los que se deja en claro que tolerar no es lo mismo que conceder o indultar, sino más bien es “una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás”.

Un año antes, en 1994, con motivo del 125 aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, se estableció el 16 de noviembre como Día de la Tolerancia, a fin de promover los valores propuestos por el líder social hindú durante sus movilizaciones comunitarias de paz, no violencia e igualdad. 

El concepto ha sido debatido ampliamente desde hace siglos, con múltiples argumentos y posturas teóricas y filosóficas.

Sobre la tolerancia, el filósofo francés Voltaire escribió uno de los primeros tratados en la materia al analizar el caso de Jean Calas, un hombre de fe protestante ejecutado en Toulouse, Francia, en marzo de 1762, bajo la acusación de haber estrangulado a su hijo, quien profesaba el catolicismo. La voz colectiva inmediatamente arguyó que Calas estaba disgustado con su hijo por su conversión religiosa, y por esa razón, fue condenado a la horca. 

En su “Tratado sobre la Tolerancia”, expone cómo la decisión judicial fue arbitraria y se basó en prejuicios y la falta de capacidad para una convivencia armónica entre personas a pesar de la diferencia de creencias religiosas. Y ejemplifica que en otras sociedades de la época, donde se permite la convivencia de varios cultos religiosos, no se suscitan este tipo de problemas. 

Entre sus apuntes, el pensador indica que la tolerancia nunca ha provocado una guerra civil mientras que la intolerancia ha provocado carnicerías en varios países. 

Por su parte, el filósofo inglés John Locke escribió la “Carta a la Tolerancia” a propósito de los conflictos religiosos del siglo XVII y considera a la misma como “la razón genuina de la humanidad” a fin de evitar conflictos y actos de violencia. 

Contemporáneamente, en un análisis sobre el concepto, Luis Muñoz Oliveira plantea que una primera definición actual del concepto es que implica “aceptar conductas e ideas que no tenemos buenas razones para rechazar, pero que creemos equivocadas o incluso molestas”.  O es una virtud moral que no se aprende sino se va construyendo a lo largo de la vida.

El concepto ha sido cuestionado en varias ocasiones, aunque, por el momento, es una de las pocas herramientas con las que se cuenta para propiciar una convivencia pacífica entre personas y sociedades y contribuir a la erradicación de la violencia, terrorismo, xenofobia, nacionalismo agresivo, racismo, antisemitismo, exclusión, marginación y discriminación perpetrados contra minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas, refugiados, trabajadores migrantes, inmigrantes, personas LGBTTTIQ, y muchos otros sectores de la sociedad vulnerabilizados por diferentes motivos.  

Pero como menciona el filósofo mexicano Jesús Rodríguez Zepeda en su texto “Iguales y diferentes: la discriminación y los retos de la democracia incluyente”, existe un derecho a ser diferentes y está basado en la garantía de la no discriminación. 

Por lo tanto, partiendo del hecho que la tolerancia es virtud y que nuestras alteridades deben cimentarse, más allá de ella misma, en el derecho a la no discriminación, tomando en cuenta la visión de que las virtudes se cultivan a lo largo de la vida, vivimos el momento ideal para iniciar a propiciar el trato igualitario entre personas dejando a un lado nuestras diferencias.