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Todos los libros, todos los días

Este 23 de abril, Día Mundial del Libro, reflexionemos sobre la trascendencia que pueden tener los libros en nuestras vidas. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Apreciables lectores ¿Cuál es su libro favorito? ¿Cuándo leyeron por última vez un libro por su voluntad y no por obligación? ¿Algún libro les cambió la vida? ¿Quisieran escribir un libro? Disculpen la lluvia de preguntas que, muy probablemente, podrían dejarles en un estado de confusión. En realidad, esa es la intención. Es una provocación para que este 23 de abril, Día Mundial del Libro, se reflexione sobre la trascendencia que pueden tener los libros en nuestras vidas.

En varios lugares del país se estarán llevando a cabo muchas actividades para acercar a la población a las diferentes publicaciones disponibles en librerías, bibliotecas, centros culturales y cualquier otro espacio donde se pueda promover la lectura, y así, recordar que hace más de 400 años, el 23 de abril de 1616, murieron Miguel de Cervantes Saavedra, autor de “El Quijote”, y William Shakespeare, creador de “Romeo y Julieta” y “Hamlet”, dos de los autores más prolíficos y retomados hasta nuestros días. La evidencia histórica ha mostrado que el registro de la defunción de ambos no es tan preciso, pero el mito ha servido para impulsar actividades editoriales y de lectura en todo el mundo a propósito de la fecha.

Muchos de estos mares de letras por leer están inspirados en muchos otros libros, leídos por quienes después de dedicar muchas horas a la lectura, soltaron sus ideas y reflexiones a través de otros textos. Curiosamente, algunos de ellos están dedicados a los propios libros. Por ejemplo, el escritor italiano, Roberto Calasso, dedica uno de sus últimos ensayos a responder la pregunta sobre “Cómo ordenar una biblioteca”  (Anagrama, 2021), mero pretexto para compartirnos anécdotas sobre la forma en que encontró algunos textos que consideró importantes o para decirnos que ordenar libros, de una forma útil para el lector apasionado, resulta un ejercicio metafísico. 

También nos comparte historias sobre cómo se conformaron las grandes colecciones editoriales, los libreros que por siglos han ocupado espacios en las avenidas principales de distintas capitales europeas, el paso de los rollos a los libros, o las formas en que vamos construyendo a los propios libros, pues a veces pensamos que versarán sobre alguna temática en específico, pero en realidad tratarán sobre otra. O los que se quedan en el librero por muchos años antes de ser leídos, el dilema del subrayado o no de las páginas de los interiores, y algunos consejos para hacerlo, vivencias en las bibliotecas más famosas del mundo, desde la antigüedad hasta nuestros días, o las formas en que han cambiado las imprentas, de ser un espacio donde se conjuntaban los autores y los impresores hasta la digitalización existente el día de hoy.

Otro gran bibliófilo, George Steiner dedicó gran parte de su obra al análisis de muchos otros libros, pero, uno de los que destacaría en el marco de esta conmemoración es aquel que escribió en homenaje a aquellos libros que no existen y le hubiera gustado haber escrito. “Los libros que nunca he escrito” (FCE- Siruela, 2008) reúne siete ensayos sobre textos que el especialista en literatura europea no pudo culminar a pesar de su ahínco y su perseverancia. 

El resultado es que nos quedamos a medias de un trabajo monumental sobre un gran pensador italiano, Cecco D´Ascoli, contemporáneo de Dante Aligheri, pero a quien los reflectores no le favorecieron en su época a pesar de su relevancia intelectual. U otro sobre uno de los más grandes estudiosos de la cultura china, Joseph Needham, quien  dedicó su vida a la elaboración de una enciclopedia sobre conocimiento producido en China. O que tal un análisis de las formas en que se expresan el erotismo y suena el amor en múltiples lenguas, encontrando que todos los idiomas tienen un toque de picardía.

Con un eco no tan amplio, pero de gran manufactura, “El libro vacío” (FCE) de la mexicana Josefina Vincens es otro texto clásico referente a los libros. En él, narra la historia de José García, un hombre aquejado por lo común de su vida y la incapacidad de poder escribir una gran historia. A sus 56 años, decide comprar dos cuadernos. Uno para anotar sus ideas y otro para escribir su gran libro. En el de sus ideas, plasma todas sus vivencias cotidianas. Su frustración por no escribir nada a pesar de encerrarse todas las noches en su despacho. Sus vivencias como hombre mexicano de mediados del siglo XX. Sus sueños no cumplidos. Sus amores no concretados y aquellos consumados, pero irrelevantes. El resultado, una novela magistralmente escrita.

Regresando al principio de este escrito, ya pensó cuál es su libro favorito. Cualquier respuesta es buena, pues es muy importante recordar el noble acto de leer, de fijar los ojos en un universo de letras para provocar el despegue de la mente a lugares físicamente inimaginables, compartir espacio con personajes profundos y complejos, ser testigos de sucesos relevantes, traspasar las barreras del tiempo y del espacio, explorar lo más recóndito, soñar lo impensable. 

En esta ocasión, quisiera abrir un diálogo entre todas y todos, y convertir en un rincón bibliófilo esta columna. Escriban un comentario en Twitter sobre alguna experiencia que hayan vivido al leer un libro y etiqueten el comentario a @leonardobastida e iniciemos un festejo virtual por el Día del Libro. ¡Feliz Día del Libro!