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¿Tiempos violentos?

Las historias son estremecedoras... y cada vez más impactantes. No hay día en que los medios de comunicación y las #RedesSociales muestren uno o más casos de violencia familiar, de género y social, bullying, trata de personas y pederastia. La situación es grave y cada problema está conectado, de una u otra manera, con los demás.

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Escrito en OPINIÓN el

Los análisis sobran y las soluciones no llegan.

Mientras tanto, las autoridades se muestran preocupadas por lo que está sucediendo y anuncian acciones para tratar de frenar no solo sus causas, sino la percepción negativa que está produciendo en la población.

Sin embargo, su respuesta parececonfusa e insuficiente.

Las acciones violentas ya no se asocian sólo al crimen organizado, como en años anteriores. Al escalar a otros niveles, su desbordamiento en otros ámbitos de las relaciones humanas afecta y daña a la sociedad desde diversos frentes.

Se podría asegurar, incluso, que se está saliendo de control.

Los indicadores estadísticos que se han difundido en los últimos días sobre las diferentes expresiones de la violencia, así lo confirman. La OCDE, la UNAM, la SEP, el IPN y varias organizaciones sociales dieron a conocerdatos preocupantes.

Son decenas de millones las y los afectados.

Los números específicos resultan tan aterradores como las imágenes, narraciones y videos ante los cuales no podemos ni debemos permanecer distantes o indiferentes, pues no deberían ser considerados como normales o ser parte de la cotidianidad.

Pero eso no es todo.

También es motivo de preocupación que las declaraciones de los funcionarios y legisladores no respondan todavía a una estrategia articulada de políticas públicas, ni otorguen la importancia comunicacional que le han dado, por ejemplo, a las grandes reformas estructurales.

Vamos, el problema es tan grave como el del hambre.

Lo es por la injusticia, desigualdad, inequidad, e impunidad que le dan origen. Lo es por el daño físico y emocional que provoca en las y los afectados. Pero además lo es por los efectos negativos que genera en la sociedad.

En los análisis y diagnósticos hay vacíos y discrepancias.

Mientras algunos atribuyen el bullying, por ejemplo, a lo que sucede sólo en el entorno familiar, otros proponen soluciones parciales que ya han probado su ineficacia en el pasado.

Lo mismo sucede con las acciones comunicacionales.

Aunque el presidente Enrique Peña Nieto (@EPN) tuvo que pronunciarse de manera directa sobre uno de los casos más sensibles e impactantes de bullying, en Tamaulipas, el fenómeno se ha quedado estancado, cuando mucho, a nivel de subsecretaría.

Algo similar pasa con los Poderes Legislativo y Judicial.

Incluso, la CNDH informó que es prioritario fortalecer una política pública integral "que involucre a toda la sociedad, tanto al personal docente, como a otras autoridades, padres y madres de familia, tutores y estudiantes".

Pero no considera en su posturalos demás temas de violencia.

Para la clase política, las prioridades están en una agenda distinta. Las declaraciones de algunos legisladores demuestran queno han comprendido la dimensión del problema o su responsabilidad,al tratar de desviarlo hacia el Poder Ejecutivo.

Los grandes acuerdos no se ven por ningún lado.

Y aunque la sociedad organizada ha hecho esfuerzos importantes por colocar el tema en el centro de la agenda nacional, sus alcances han sido limitados. En cuanto a los medios de comunicación, es evidente que no quieren entrar abiertamente en los debates que se requieren.

Se trata, sin duda, de acciones que dañan su negocio.

Las agresiones físicas y verbales están lo mismo en las telenovelas que en las caricaturas, en los programas cómicos o en los eventos deportivos. Las vemos en las películas, en las series, en los realities y hasta en los concursos de canto o baile.

Los criminales ya no acaparan la atención centralista de los medios.

En los noticieros dejaron de ser personalidades aspiracionales. Pero no ha sucedido lo mismo con los personajes de ficción, que cuando cometen delitos o actúan con violencia no siempre se les castiga. Por el contrario, en muchas ocasiones se les exalta e idealiza, como se hacía con muchos criminales en el pasado.

Y qué decir de cómo se manifiesta en los videojuegos.

La violencia produce además noticias que venden muy bien, que elevan los ratings por su fuerte dosis emocional y también por el morbo que creíamos haber abandonado hace décadas cuando tuvieron su mayor apogeo medios amarillistas como el Alarma. 

Urge que las autoridades revisen sus diagnósticos.

Se tiene que saber si la información excesiva sobre los casos e historias que se están dando a conocer contribuyen a resolver la problemática descrita o en ciertas circunstancias se convierten en una apología, con las consecuencias que se están padeciendo.

La solución tiene que ser integral.

Es preciso que surja de una visión estratégica en las que se armonicen las acciones políticas, económicas, jurídicas, sociales y comunicacionales. Y va más allá, por supuesto, de cruzadas, campañas publicitarias o figuras retóricas.

 

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