Main logo

Tiempos de canallas

La competencia electoral implicó que la corrupción –antes concentrada en un solo partido– se fragmentara y pluralizara.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Cuando menos desde Maquiavelo sabemos que poder y ética son conceptos tan disociados como el ser y el deber ser. La razón del fuerte busca someter a la fuerza de la razón. Por eso las democracias establecen límites a través de contrapesos institucionales, competencia electoral y un entramado legal que todos, incluidos los más fuertes, deben acatar. Estos sofisticados controles de nada sirven sin una sociedad civil vigorosa, participativa y atenta al desempeño de sus representantes.

 

Asistimos a una época en la que un tenso equilibrio se ha roto: El poder está devorando a la ética. Un tiempo en el que –como afirma Juan Carlos Monedero– la gente decente anda perpleja, y los canallas envalentonados.

 

¿Por qué el alcalde de San Blas gasta 15 millones de pesos para celebrar su cumpleaños? Porque puede. ¿Por qué el líder de la CTM ­a nombre de la causa proletaria funde su imagen en una estatua de cuerpo entero para ser venerado? Porque puede.

 

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien desde la presidencia del PRI en el DF regenteaba una red de prostitución y se vio forzado a dimitir a su cargo, más no a su influencia interna, acaba de postular a su mamá como diputada. Quizás, como se comentó en las redes, se trate de la única mujer en el país que no se siente ofendida por los delitos de su hijo. Lo hicieron porque pueden. Carmen Salinas, quien en sus tiempos de conductora en el talk show Hasta en las mejores familias denigraba y deshumanizaba a sus invitados fue incluida en las listas plurinominales del PRI, partido que calcula que sus simpáticos memes podrán traducirse en votos de jóvenes no politizados. Lo hizo porque puede.

 

Les propongo realizar un breve ejercicio. De camino de su casa al trabajo, escuela o a donde sea que se dirijan, volteen a ver establecimientos mercantiles o construcciones. Notarán que muchos de los que hasta hace poco funcionaban con regularidad ahora tienen sello de clausura. No es coincidencia que en tiempos electorales incremente la presencia de estos sellos: Son la huella que dejan tras su paso los extorsionadores que castigan a quienes no les alcanzó o se resistieron a pagar una cuota.

 

En efecto, el cobro de derecho de piso es una invención del crimen organizado, pero actualmente también es empleado por las propias autoridades para financiar las campañas de sus partidos. Pues bien, estos personajes en vez de estar tras las rejas están dando el salto de un cargo a otro y sus nombres aparecerán en las boletas electorales. Porque pueden.

 

Por los caminos del sur un gobernador encarcela a sus disidentes, anula la división de poderes, coopta a la prensa, abofetea a sus colaboradores, reprime a comunidades indígenas que defienden los ecosistemas y encima quiere ser el siguiente presidente de la República. Este gobernador tiene nombre y apellido, pero básicamente podría ser cualquiera de esta nueva generación de políticos cuyo único propósito es conservar el poder. Porque pueden.

 

Estos son fragmentos de un relato. El relato de un sistema que tras la conmoción nacional provocada por la masacre en Iguala, en vez de abrir sus puertas a vientos renovadores, tomó la determinación de solidificarse y enclaustrar a su personal. Nadie entra a la fortaleza; sólo se rotan en los cargos, reciclan a la vieja guardia y expulsan a los elementos incómodos.

 

¿Cómo es que llegamos a este momento? Una explicación que circula en los debates actuales es que el arribo de la competencia electoral implicó que la corrupción –antes concentrada en un solo partido– se fragmentara y pluralizara, con lo cual se multiplicaron las ventanillas de sobornos en todos los órdenes de gobierno. Cada comensal de nuevo ingreso en el festín democrático exigió su tajada. Al ser copartícipe, la oposición quedó desprovista de autoridad moral para denunciar.

 

Esta argumentación no por controvertida deja de ser elocuente, pero requiere ser complementada con el siguiente planteamiento: La expansión de libertades democráticas originó una prensa independiente. Sin su presencia no se explica que la información que históricamente se mantuvo en la opacidad de los sótanos del régimen hoy se exhiba descarnadamente.  

 

Hoy sabemos quién es el político sinvergüenza, el que desvió los recursos, el que se enriqueció con dinero ajeno. A los más indiscretos los vemos en las páginas de sociales o portando relojes carísimos por puro amor al tiempo. Día a día los medios de comunicación reportan actos de corrupción, difunden grabaciones generadas por la vía ilegal del espionaje y dan a conocer investigaciones ampliamente documentadas que vinculan incluso al presidente en conflictos de interés.

 

La consecuencia no intencionada y hasta cierto punto contraproducente de estos procesos paralelos –fragmentación y visibilización de la corrupción– acompañados de la subsecuente impunidad, es que hemos arribado a un punto en que el escándalo se ha vuelto cotidiano. Ya no sorprende ni indigna: se ha vuelto parte del paisaje. Como apunta Roger Bartra, si el escándalo deja de ser la excepción para convertirse en algo rutinario, pierde sentido y deja de ser un fenómeno positivo para la democracia, pues ya no es el medio gracias al cual se produce la denuncia de lo corrupto e ilegal.

 

Este giro está provocando que el cinismo ya no sea exclusivo de los corruptos cuando se muestran radicalmente indiferentes a la reprobación social siempre y cuando estén amparados por la impunidad jurídica. También radica en la desmoralización de las mayorías sociales, las cuales se resignan a ver el saqueo como algo natural e inmanente.

 

La contracara del cinismo se manifiesta en frases como “es que este señor roba, pero al menos salpica”, la cual sirve como excusa para quienes eligieron al candidato (por cierto independiente) Hilario Ramírez “El Layin” como presidente municipal de San Blas, quien además es puntero en las encuestas a gobernador de Nayarit. Los analistas se han enfocado en dibujar los despropósitos de su perfil pintoresco, pero no han puesto suficiente hincapié en lo que pasó debajo del escenario y que resulta más revelador: Para que haya festejado tiene que haber concurrencia.

 

Por más que cueste admitirlo, las decenas de miles de personas que asistieron a su fiesta, con su sola presencia avalaron que estas cosas sucedan. ¿O a poco no sabían que los honorarios de la Banda el Recodo, los miles de cartones de cerveza y la birria que degustaron fueron pagados con recursos que debieron destinarse a equipar escuelas y hospitales? ¿No les pasó por la mente que el derroche de una tarde implicará la carencia durante el resto del trienio? Al ser espectadores y copartícipes de todo lo que ahí pasó —incluido el levantón de falda acompañado de las risas de la multitud– también les conculcaron su dignidad.

 

Hay tantas cosas de este país que dejan estupefacto. Una encuesta reciente indica que  el PRI es el partido que peor imagen tiene y a la vez el que cuenta con mayor intención de voto. Es el principal responsable de la descomposición nacional y resulta ser su principal beneficiario. La perplejidad que provocan estos hechos ha conducido al pasmo. Bajo este estado de ánimo social el círculo vicioso seguirá reproduciéndose.

 

Ellos pueden porque nosotros los dejamos (y en un extremo masoquista, hay quienes hasta votan por ellos). Dejarán de poder cuando la gente así lo decida. Cuando se sacuda el miedo y la desidia y se atreva a soñar, reivindique la política, se organice y se responsabilice de su propia suerte.

 

@EncinasN