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Terminó

Se puede anular una elección y, no obstante ello, sus votos contar para otra.

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Escrito en OPINIÓN el

Finalmente terminó el sainete del registro del Partido del Trabajo. Cinco juicios, mucho ruido, demasiada parcialidad y un profundo y aún más amplio desconocimiento del tema electoral.

 

La gran perdedora es la juridicidad, la cualidad de lo jurídico en la materia electoral, pero también la tendencia o criterio favorable de solucionar los asuntos políticos y sociales en y con estricto derecho.

 

En el caso concreto de los cinco juicios que tuvo que surcar el Partido y el sin fin de etapas de un proceso tortuoso y gobernado por la ceguera burocrática privó la tortura sobre la ley y la razón, de suerte de acomodarlas a los hechos, propósitos y negociaciones, y no al revés, de sujetar aquellos a la norma y a la racionalidad.

 

Ya habrá oportunidad para analizar todos los dislates que sumados terminaron por hacer del derecho electoral, de la más elemental lógica y de los sistemas electorales y de representación proporcional un batidillo inaudito.

 

Los precedentes sentados son nefastos y pronto habrán de convertirse en monstruos de mil cabezas.

 

Vayan de adelanto navideño para quien tenga aún ánimo de seguir analizando los dislates de nuestras autoridades electorales en este 2015 las siguientes joyas.

 

Ajeno y anterior a cualquier proceso de liquidación y sin necesidad de que existan cómputos definitivos, la autoridad puede imponer medidas preventivas sobre las finanzas de un ente de interés público, todo ello sin fundamento constitucional y sobre la base de “vislumbrar” en el horizonte una posible pérdida de registro.

 

No obstante estar ante dos elecciones, dos sistemas electorales, dos principios de representación proporcional y dos geografías electorales, para el INE y el Tribunal los votos para candidatos uninominales de naturaleza independiente en la vía de mayoría relativa cuentan para computar los votos para listas regionales de los partidos políticos.

 

Si bien cada elección tiene sus votos y, por ende, su votación, para INE y Tribunal no existe una votación válida emitida por y para cada elección, sino que sólo existe una aplicable a todas las elecciones. Este absurdo sin parangón llevó a ambas autoridades a sumar en la votación de representación proporcional a los candidatos independientes (que por su naturaleza sólo corren en mayoría relativa), bajo el argumento de que la ley no dice que se resten.

 

El problema es que si no forman parte de dicha votación no se pueden restar de ella. No obstante, para las autoridades electorales, el hecho que la ley diga que no se resten terminó, en los hechos, en que se sumaron a donde nunca formaron ni debieron formar parte.

 

En ese mismo tenor, para las autoridades electorales el cómputo aplicable para pasar la aduana de acceso al reparto de diputaciones plurinominales de representación proporcional es el de mayoría relativa pero, una vez adentro, el cómputo que se aplica para asignar diputaciones es el de representación proporcional.

 

Dicho dislate sólo puede explicarse porque si no se sumaban los votos de los independientes en una elección en la que no participan, el PT sí hubiera alcanzado en la vía de la representación proporcional el 3% y recibido 6 diputados por asignación, en detrimento de los equilibrios y negociaciones alcanzados por los otros partidos para repartirse las curules y el control de la Cámara.

 

Se puede anular una elección y, no obstante ello, sus votos contar para otra. Así, anulada la elección del primer distrito de Aguascalientes sus votos sí contaron para asignación de RP. Este tema acredita la necesidad de regresar a los dos votos para las elecciones de diputados.

 

La única joya que no pasó fue la de que se puede perder un registro con una elección trunca, aunque el INE en su garantismo de pose se obstinó hasta el final en hacerlo. Este último lance, confrontado con la defensa a ultranza de la no cancelación del registro del Verde, terminó por confirmar lo que la mayoría de los partidos sostuvieron sobre la parcialidad de los consejeros cuando en pleno proceso electoral se retiraron de la mesa.

 

Desgraciadamente en este tema el desprestigio de los partidos y en especial el talante del Partido del Trabajo implicó una fuerte carga que pesó más sobre la opinión pública que la juridicidad del caso. Pero una cosa son los reflectores y el morbo presto de todo escándalo y otras las consecuencias de fondo que puedan derivarse.

 

Un día un ex presidente me dijo que el derecho o es derecho o no es derecho. Y el derecho no es un capricho, sino una exigencia sine qua non de la convivencia humana. Atormentar la ley por cálculos políticos no sólo deslava la ya de suyo endeble y casi exigua cultura de la legalidad; en el caso, además, fueron 6 meses y cinco juicios de un postelectoral demencial que sólo devino en desdoro de nuestra también alicaída democracia y autodenigradas autoridades electorales.

 

Poco vivirá quien no vea florecer los descalabros sembrados por nuestras máximas autoridades electorales, su ignorancia y servilismo.

 

@LUISFARIASM