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Teletón: La pasarela filantrópica

El festín del Teletón es un negocio redondo. Empresarios y Televisa reportan donaciones tanto del público como de sus empleados como si fueran propias.

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Escrito en OPINIÓN el

Año con año por estas fechas navideñas, estrellas del Canal de las Estrellas de la talla de Galilea Montijo, Pedro Ferriz de Con y Enrique Peña Nieto desfilan por la pasarela filantrópica. Desde un set de televisión con un piano sentimental de fondo, los políticos más poderosos y los empresarios más ricos del país piden a la gente común que donen al Teletón una parte de lo poco que tienen. Este año se pasaron: Decidieron que su décimonovena edición será el 12 de diciembre, día en que la gran mayoría de mexicanos, creyentes o no, celebran a la Virgen de Guadalupe, la cual encarna amor, compasión y misericordia.

 

Este desplante tan megalómano como provocador, nos obliga a desacralizar su caridad. Como ellos lo pidieron, ahí les va. La primera parte de este artículo la dedico a exhibir las coartadas del Teletón y reseñar las crecientes críticas que ha recibido tanto de expertos como de la sociedad civil. Enseguida me referiré a la estrategia de comunicación adoptada por Televisa para contrarrestarlas. Para finalizar propondré un mecanismo alternativo de financiamiento para que los Centros de Rehabilitación Infantil (CRIT) –que efectivamente ayudan a muchos niños que lo necesitan– sigan funcionando.

 

 

I. Los cuestionamientos

 

En octubre del año pasado, el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU manifestó estar preocupado de que buena parte de los recursos para la rehabilitación de las personas con discapacidad del Estado mexicano sean objeto de administración de un ente  privado como Teletón. En efecto, a la par de que Peña Nieto recortó 85% del presupuesto del Programa Nacional de Atención a Personas con Discapacidad respecto al sexenio anterior, el porcentaje de dinero de los contribuyentes que llegó a Televisa por la vía de Teletón incrementó.

 

Mientras los gobernantes pasan lista de asistencia (y el cheque correspondiente) ante un Yordi Rosado erigido en contralor de indulgencias, los hospitales, clínicas y centros de rehabilitación del sector público se encuentran en condiciones deplorables. Estas instituciones no sólo padecen graves problemas de desabasto de medicinas y de equipo, sino que ofrecen condiciones laborales a lo sumo precarias a sus médicos. Pero, ¿qué son esas nimiedades que sólo los aguafiestas se encargan de recordar frente a la serpentina y los estruendos que acompañan el emocionante momento en que el Teletón rebasa la recaudación del año pasado? ¿Quiúbole con tu mala-copa?–reclamaría el autor de bestsellers aquí citado.

 

El festín del Teletón es un negocio redondo. Los empresarios y Televisa limpian por la vía del altruismo su imagen y reportan donaciones tanto del público como de sus empleados como si fueran propias, con lo cual exentan impuestos. El círculo se cierra con los gobernantes que donan a la televisora tanto el presupuesto público como el diezmo extraído “voluntariamente a la fuerza” de los servidores públicos a su cargo. A cambio, reciben promoción personal en tiempos de máximo rating, se codean con la farándula televisiva y, si es su día de suerte, hasta se toman una selfie con su actriz favorita.

 

Bajo este contexto, el Comité de la ONU instó a México a establecer una distinción clara entre el carácter privado de la campaña de Teletón y las obligaciones que el Estado debe acometer para la rehabilitación de las personas con discapacidad.

 

 

II. La nueva estrategia

 

Pese a la enemistad del régimen con la libertad de expresión, gracias a las redes sociales y al periodismo independiente la sociedad cuenta con más y mejores fuentes de información. Esto lo sabe el Teletón. Sabe que tiene que enfrentarse a un público cada vez más demandante y crítico. Sabe que ya no basta con poner a Lucerito en compañía de jingles enternecedores y slogans emotivos para que las audiencias marquen al 9999.

 

Por lo tanto, se vieron obligados a sofisticar su estrategia de comunicación. Ahora invitan a todos los mexicanos a conocer un CRIT, ya sea virtual o presencialmente. Según el portal del Teletón, a la fecha van más de trescientos mil visitantes. Muchos de ellos presumen sus visitas subiendo sus fotos a las redes sociales. ¿Nadie ha reparado que ello vulnera la privacidad de los pacientes? Una clínica debe ser un espacio de silencio y tranquilidad, pero para legitimar al Teletón no han tenido reparo en convertirlas en vitrinas no con uno ni con dos, sino con cientos de miles de mirones.

 

Sea como fuere, lo cierto es que quienes los han visitado se llevan una buena impresión del estado de las instalaciones y del profesionalismo de su personal. En una inserción de dos planas, Televisa presume que entre los gratamente sorprendidos se encuentran dos ex rectores de la UNAM –Guillermo Soberón y Juan Ramón de la Fuente– así como Luis Almagro, actual secretario general de la Organización de Estados Americanos. El primero de ellos destaca que los Centros Teletón son instituciones extraordinarias, el segundo que desde la especialización responden a una necesidad social, y el tercero que son proyectos que cambian la vida de la gente.

 

Sin duda hay que reconocer el compromiso de quienes laboran en estos centros y que los beneficios a cientos de niñas y niños son reales. Pero por más que Televisa quiera confinar la discusión a ese terreno, son otros los elementos que se impugnan: La renuncia del Estado a funciones relevantes en materia de derechos de la infancia y su consecuente transferencia y financiación a iniciativas privadas; la subordinación de la clase política a los tiempos, ritmos y reglas que fija el poder mediático, y la estigmatización de las personas con alguna discapacidad como sujetos de caridad. Lo que se cuestiona es que la filantropía sea una máscara de frivolidad que las empresas utilizan para exentar impuestos que deberían invertirse en el mantenimiento de los sistemas de salud públicos.

 

 

III. ¿Cómo financiar los Centros Teletón?

 

Pero esperen. Si es auténtica la vocación altruista y de ayuda social de Televisa, como año con año se encargan en recordárnoslo, hay una forma para que los CRIT puedan desarrollarse e incluso multiplicarse. Es muy sencillo. Televisa reportó que entre octubre y diciembre de 2014 ganó 2,504.3 millones de pesos, una temporada de vacas flacas en comparación con otros años. Por esas mismas fechas, el Teletón recaudó poco más de 474 millones de pesos. La propuesta entonces es que este consorcio destine a lo mucho la quinta parte de sus ganancias de un solo trimestre para financiar la operación de sus Centros Teletón durante todo el año. ¿Sería mucho pedir que retribuya a la sociedad tan siquiera un poco de lo que obtiene del usufructo de las señales públicas de radio y televisión?

 

Colinda con lo obsceno que una empresa cuyas multimillonarias ganancias provienen de un bien público concesionado pida a las familias mexicanas que en promedio sobreviven con 13,200 pesos al mes (ENIGH, 2014) que financien su iniciativa. Pero es tanta la codicia de algunos multimillonarios de este país, que no tienen empacho en pedir limosna a los que menos tienen. Cada que alguien compra en un Oxxo, el cajero tiene la instrucción de pedir el redondeo. De 50 en 50 centavos acumulan una fortuna. Cada que sacamos dinero de un banco, hay que estar a las vivas para apretar la opción “No deseo donar”. No. Porque por más que lo encumbren con los motivos más nobles, no vamos a subvencionar su evasión de impuestos.

 

Vayamos despojándonos de un sentido común que opera en contra de lo que tenemos en común. Lo privado no es por definición mejor que lo público ni menos corrupto. Los gobernantes que controlan el presupuesto deben interceder por el interés colectivo, no fungir como cortesanos del poder mediático. Los mexicanos somos titulares de derechos, no sujetos de caridad; más que donadores, debemos ser contribuyentes cumplidos y vigilar que lo recaudado por el fisco se gaste con honestidad y eficiencia. Tenemos que demoler al ogro filantrópico y construir un Estado que reconozca y garantice derechos para todos, sin exclusiones.

 

@EncinasN