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¿Son presidenciables o “paleros” de AMLO?

Andrés Manuel López Obrador no busca un sucesor en 2024. | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

Primero lo primero.

¿Por qué la premura del presidente mexicano por adelantar la carrera presidencial?

Las razones son tres, en ese orden.

Primero, crear una gran “cortina de humo” capaz de mantener ocupados a los críticos de su fallida gestión y que no coloquen todos los reflectores en sus fracasos de escándalo.

Segundo, adelantar la sucesión presidencial es una estratagema ideal para estimular la polarización social –el clásico divide y vencerás–, que en los próximos tres años se convertirá en veneno puro para los opositores.

Y tercero, que López Obrador está obligado a buscar “un palero” antes que un auténtico sucesor, luego de tropezar en sus afanes reeleccionistas –ya que las elecciones intermedias debilitaron a Morena–, y frente al fracaso anunciado en la mentirosa “ratificación de mandato”.

¿Un palero más que un sucesor?

En efecto, hoy resulta más claro que nunca que López Obrador no está y tampoco estará dispuesto a dejar el poder el 1 de diciembre de 2024.

Pero ante las potentes señales de que la reelección directa será casi imposible –señales como la advertencia de Carlos Slim contra los afanes reeleccionistas–, López Obrador buscará una salida que le garantice “el poder a trasmano”.

¿Y qué es “el poder a trasmano”?

Que en el peor de los casos AMLO encargará “la casa presidencial” a un “palero” que le permita seguir como al frente del poder; como mandamás.

Bueno, eso es lo que intentará y es lo que cree que podrá conseguir con alguno de las tres “paleros” que hasta hoy ha puesto sobre la mesa: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López.

Pero vamos por partes.

¿Qué es un palero?

Según la Real Academia, el mexicanismo “palero” significa “aquella persona que ayuda a estafar o a engañar a otras, especialmente en un espectáculo teatral o de magia o, en juegos de azar, en donde aparenta ganar con facilidad para atraer a las víctimas”.

Queda claro que López Obrador sabe que la señora Claudia y los señores Marcelo y Adán Augusto son los más serviles y obedientes del gabinete.

Y por esa razón hace todo lo posible por mandar señales de que “el elegido” saldrá de uno de esos tres lacayos, capaces de lo que sea por el favor presidencial.

Y por el mismo motivo nunca dejará pasar a Ricardo Monreal, a quien considera nada confiable y, sobre todo, capaz de las mayores traiciones con tal de llegar al poder.

En efecto, mientras que López Obrador confía ciegamente en sus más fieles y serviles “colaboradores”, desconfía totalmente del senador Monreal, quien en su historial tiene una cauda de traiciones idénticas a las traiciones que, por cierto, hicieron presidente a López Obrador.

En pocas palabras, a López Obrador le urge un sucesor “domesticado y palero” –como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto–, antes que un Monreal que lo traicionará y perseguirá al día siguiente de asumir el poder.

Por esa razón, aquí es donde la historia toma otro rumbo.

Como muchos saben, en semanas recientes nació el Frente Cívico Nacional; un remedo del Frente Cívico Potosino, que hace tres décadas fundó el doctor Salvador Nava.

Hoy, ese Frente Cívico parece la semilla de lo que en cuestión de meses se pudiera convertir en plataforma de lanzamiento de Ricardo Monreal, cuyas aspiraciones presidenciales no tienen otra ruta que la de saltar de Morena a la arena de la candidatura ciudadana.

Sí, López Obrador no confía en Monreal y no lo dejará pasar como candidato presidencial.

De esa manera, las imposiciones de López Obrador y la guerra civil que ya se vive en el Partido Morena, llevarán a Monreal a traicionar a su partido, al mismísimo presidente y a todos los que deba traicionar, con tal de tener alguna posibilidad de ser candidato presidencial.

Sí, López Obrador no quiere un sucesor en 2024, sino un “palero presidencial”.

Al tiempo.