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Solvencia moral

No tengo porque explicarle a nadie lo que hago o dejo de hacer, pero la única salida hacia la redención por los errores cometidos son el aquí, el ahora.

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Escrito en OPINIÓN el

Estoy cansado de estar cansado. Estoy cansado de quejarme, de que las cosas no cambien, del terrible y cagante tono de mis notas, estoy cansado de señalar, de indignarme, estoy cansado de hablar del presidente, del procurador, de los senadores y diputados, de los gobernadores, de los alcaldes, de los narcos… estoy cansado de ver la realidad, hasta la madre, full, estoy harto, y durante mucho tiempo he creído que no debemos quedarnos callados, ser reflexivos y poner los puntos en las íes, decir lo que está mal con la esperanza de que las cosas cambien. Sin embargo, estos días han estado plagados de epifanías y recién caigo en la cuenta de que puedo estarme convirtiendo, acelerada y arriesgadamente, en ese maldito y fatigoso activista de escritorio, pretencioso bastardo que piensa que la pluma pesa más que las acciones, y esto me preocupa, me avergüenza.

 

Sin embargo, esto no me quita el sueño y sigo siendo un convencido de que para vivir la vida la única regla es renunciar a los atavismos y las tercerías, en una suerte de anárquico display de pensamiento cuyo resultado final será un egoísmo tan ambicioso y tan franco que nos debe llevar por la lógica de la esperanza a la maravillosa experiencia que ofrece la otredad.

 

Es decir, ¡dejemos de hacernos pendejos!

 

Tú Don Político tan viviendo en tú burbuja, que suples tus carencias con publicidad pagada por el pueblo, que le rindes culto a tu imagen de la manera más descarada, dudo que pienses en otra persona que no sea en ti.

 

Tú Juan Pueblo, que no eres capaz de salir de la zona de confort y mandarla a la chingada, eres un adicto a la nómina, temeroso ratón que no te atreves a ser todo lo que puedes ser por la razón más estúpida y primaria: el miedo.

 

Tú carente de sueños ensimismado en el vacío, víctima involuntaria de un sistema que dudo sea sistema, receptor de la mala educación, tú, hermana y hermano míos cuyo destino fatal es muy seguro que sea la inocuidad.

 

Yo, aún en búsqueda de mi propia voz, renunciando a las etiquetas y las clases, comienzo a sentirme indignado de mi mismo, como reloj encordado, comiéndose las uñas hasta sangrar, establecido en la puta ansiedad a veces quisiera arrancarme la piel de la cara como una mínima inmolación por lo que pasa, la tragedia más terrible es la catástrofe de la que hablada Guevara Niebla, ¿nos indigna Ayotzinapa? ¿Y dónde chingados estuvimos para protestar por los maestros ausentes, por los violadores dentro de casa, por la manipuladora religión? ¿Nos indignamos en masa al corromper la policía, al agente de tránsito o a la autoridad? Nos rasgamos las vestiduras hoy que está de moda, pinches hipsters de la política somos, y me incluyo una bola de hipócritas cuyas pancartas y marchas no han servido ni servirán de nada.

 

Que Cuauhtémoc Cárdenas renunció al PRD el mismo que pretende convencernos de su congruencia y que un 6 de octubre en la Comarca Lagunera de mi infancia se negó de manera petulante a comer en el piso con los campesinos que lo idolatraban gracias a su padre, que AMLO exige la renuncia de Peña Nieto cuando en el fondo no es más que un ordinario y simple caudillo populista, que Peña Nieto si va a salir avante de la crisis, que Osorio y Videgaray van a poder remontar, que Manlio es la solución ante la falta de pantalones y de oficio, no nos hagamos pendejos, a los políticos sí se les generaliza, todos son iguales, todos son la misma porquería, de los panistas ni hablo porque esos sí me encabronan.

 

No tengo por qué explicarle a nadie lo que hago o dejo de hacer, pero la única salida hacia la redención por los errores cometidos son el aquí, el ahora y el futuro a través de nuestros actos y la huella que estos dejen en los nuestros.

 

A mediados de esta semana pude pagar, con mucho esfuerzo una deuda contraída por culpa de la inocencia y la confianza que se confundieron con otra cosa, en aquel entonces una relación de beneficio mutuo se convirtió en una enfermiza dinámica en donde se me planteó en silencio jugar el triste papel del palero, mi negativa me costó dinero pero me ganó en dignidad y libertad.

 

Sigo teniendo acreedores de dinero y de afecto, sigo estando en el buró de crédito económico y de karma y aunque mi tiempo es finito estoy urgido por tener solvencia.

 

@_TORRESBERNAL