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Sólo reggae

El reggae fue nombrado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad debido a su mezcla de ritmos, su trascendencia y su enfoque social. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

A bailar y hacerlo a ritmo de reggae es el llamado que en 1968 hicieron Toots and The Maytals, pensando en que las chicas aceptarían su invitación y pasarían un buen rato en las fiestas organizadas por los sonideros de la capital de la naciente Jamaica. La mítica banda encabezada por Frederick “Toots” Hibbert nunca imaginó que su canción “Do the reggay” daría nombre al popular ritmo y que comenzaba una revolución cultural en el país caribeño.

La década de los 60 fue de cambios en Jamaica. Se logró la emancipación del Reino Unido, lo cual, implicó la generación de una administración propia, y por tanto, la disputa del poder acompañada de altos índices de violencia. Además, los movimientos de reivindicación de la negritud cobraban auge en gran cantidad de la población, pues, la mayoría de la sociedad jamaicana era afrodescendiente. El legado de Marcus Garvey fue escuchado por amplios sectores sociales, quienes se identificaron con el discurso, se generó una cultura denominada rastafari, cuestionadora de la imposición de la sociedad blanca, y cuyo referente era Haile Selassie I, quien visitó la isla en 1966. Todas estas expresiones comenzaron a desbordar a pesar del cerco impuesto a los barrios de los alrededores y la represión hacia ellos.

En cuanto a las artes plásticas, Barrington Watson, Eugene Hyde, and Karl Parboosingh, centraron la temática de sus obras en la tradición y los paisajes cotidianos, exploración de las tonalidades de negro, la colonización, el movimiento rastafari y la ganja.

En la escena musical, hay un auge de música popular como el mento, calypso, ska y rock steady durante la década de los 50 y los 60, la cual, si bien no tenía mucha difusión en las radiodifusoras, era ampliamente escuchada gracias al auge de los sonidos callejeros que convocaban a muchas personas en sus eventos. Una de las características principales de la nueva música, sobretodo el reggae y el ska, era que las letras tenían un contenido social muy fuerte de denuncia, los músicos eran provenientes de zonas marginales con fuertes raíces rurales, simpatizaban con el movimiento rastafari o eran parte de él.

Sumado a la popularización de “Do the reggaey”, se filma la película The harder they come de Perry Henzell, la primera filmada de manera independiente en la isla y cuyo contenido no fuera de corte documental.

Protagonizada por Jimmy Cliff, músico con gran popularidad, y apoyada musicalmente por los grupos más importantes de la época, la película es clara muestra de la marginalidad en la que surgía esta nueva expresión cultural.

Su locación fue West Kingston, epicentro del movimiento Rastafari y de pervivencia de muchas raíces ancestrales africanas, ubicado a la orilla del camino entre la antigua capital (Spanish Town) y Kingston, zona de acogida del éxodo rural, cuyos terrenos pertenecían, antiguamente a gente blanca que se iba a Kingston o a la metrópoli. Durante la década de los 70, el lugar se caracterizó por ser el campo de batalla de los dos partidos políticos existentes en la nación caribeña, que ambicionaban el poder, y que para lograrlo, tenían que dominar este barrio en el que habitaban traficantes de drogas, pistoleros, entre otros, pero que también era un revoltijo social, en el sentido que, gestaba una auténtica movilización contestataria con respecto a la clase históricamente dominante.

Este barrio acoge a Ivanhoe Martin, personaje principal del filme, encarnado por el ya célebre Jimmy Cliff. Martin proviene de un lugar del interior de Jamaica (Santa Catarina), y está basado en Rhyging, ladrón famoso en la década de los 40 por haberse hecho unas fotografías de estudio con sus pistolas y enviarlas a los periódicos, quien había llegado a un barrio periférico de Kingston a los 14 años.

Fue noticia durante la década de los 40 porque se fugó de prisión en 1948 después de haber agredido a un sujeto con una botella, y después, tuvo un incidente en el que mató a dos detectives, un policía y otras personas pero logró huir, convirtiéndose en el maleante más perseguido de la época y el primer rude boy de la historia.

“Cuando los opresores tratan de someterme, de mantenerme abajo, y piensan que han ganado la batalla, yo digo, perdónalos Señor, no saben lo que han hecho”, cantaba Jimmy Cliff en la pieza que da nombre al filme.

Un año después de la presentación de la película, Bob Marley grabó, en conjunto con Peter Tosh, el que es considerado el detonador de la fiebre por el reggae a escala global, Catch up Fire, donde se inmortalizaron canciones como Stir it up y 400 years, entre otras. Después vendrían álbumes como Legalize it de Peter Tosh, en el cual se hablaba abiertamente de la legalización de la mariguana, un hecho hoy en día, o Exodus del mismo Bob Marley. Sumado a la llegada del ritmo a Estados Unidos e Inglaterra, innumerables giras por diferentes partes del mundo, un movimiento en África al calor de las luchas por la descolonización del continente, la adopción del ritmo en el underground británico, su fusión con los ritmos de América Latina, la diseminación del rastafarianismo por el mundo y la simbolización del verde, amarillo y rojo como colores de paz, alteridad y resistencia.

El reggae fue recientemente nombrado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura debido a su mezcla de ritmos de diferentes partes del mundo y a su trascendencia del archipiélago caribeño a todo el mundo y a su enfoque social. Pero, más allá de eso, ha sido una muestra de cómo la mezcla de culturas produce sus propias expresiones culturales, sobretodo, aquellas alejadas de la hegemonía, como un mecanismo de resistencia, pero también de emergencia de lo históricamente excluido hacia un primer plano. Es el reflejo de las experiencias de vida de miles de personas desplazadas de los campos de la paradisiaca Jamaica a la crudeza de las chabolas de Trenchtown y otros barrios periféricos de Kingston, y el remanente de miles de vida desterradas del continente africano durante los siglos XVII y XVIII a causa de la voracidad de países como Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Francia y España, que propiciaron el mayor éxodo forzado de personas en la historia de la humanidad para ser utilizadas en las plantaciones de azúcar y otros productos en América.

“Había un soldado Buffalo, en el corazón de América, robado de África y traído a América, peleando a su llegado, peleando por sobrevivir”, sentenciaría Bob Marley en su canción Buffalo soldier, dedicada a la comunidad afroamericana involucrada la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, en la cual se planteó la necesidad de abolir la esclavitud en todo el territorio estadounidense.

Así, el reggae no representa sólo un ritmo musical, sino un llamado a la paz, a la convivencia con el otro, a la libertad, a la coexistencia, temas comúnmente plasmados en las letras de las canciones acompañadas de ese skank lento, pero contundente y contagioso, y que son muy necesarios en un mundo como el nuestro, donde las diferencias han hecho más profundas las zanjas de desigualdad, no sólo económica, sino también social.

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