Main logo

Sindicato de Trabajadoras del hogar: 6 años

Hoy siguen demandando se haga efectiva la Seguridad Social que aún no se logra para ellas, ya que el programa Piloto del IMSS ha resultado un fracaso. | Manuel Fuentes

Por
Escrito en OPINIÓN el

Recuerdo ese domingo 30 de agosto de 2015 cuando trabajadoras del hogar con ojos radiantes y emoción desbordada acudían al nacimiento de un sindicato construido por ellas mismas. La mayor parte de las convocantes no consiguió que sus empleadores les firmaran un contrato de trabajo, un papel de apenas media hoja que reconocía su existencia. 

“Eres la trabajadora del hogar que ingresó el día…, con un salario de…, un horario de…, y me obligo a tratarte con respeto y dignidad”. 

Algunas de ellas hasta fueron despedidas por solicitar que se les reconociera como trabajadoras en una hoja de papel. Parecía que la mayor falta era solicitar que las vieran como personas con derechos que realizan un trabajo.

Quienes llegaron ese domingo, en su día de descanso, se apuntaron en una lista de asistencia; vi a muchas escribiendo su nombre despacio, otras recibían ayuda para hacerlo, y algunas más se registraron con su huella digital.  

Llegaron mujeres de todas las edades, unas muy jóvenes tomando a sus hijos de la mano, otras más, de cabellos grises o blancos. Sus vestidos eran brillantes, de muchos colores, parecía una fiesta. Era un día radiante; hacía mucho que no había visto tantas luces de sonrisas. Se desbordaba la emoción. He asistido al nacimiento de otros sindicatos, pero de éste en especial, sentía un nudo en la garganta.

Las trabajadoras del hogar decidieron ese 30 de agosto construir su sindicato a pesar de no tener el permiso (que ni falta les hacía) de sus patronas, ni del gobierno, ni parte de esa sociedad que aún las mira con recelo. 

Cuando las convocantes preguntaron a sus compañeras si querían formar un sindicato, les dijeron que no bastaba con levantar la mano, que era necesario que lo hicieran sin presión alguna, de manera voluntaria, mediante el voto secreto.

Todas formaron una larga fila. En silencio se acercaban al lugar donde estaban registradas como un acto supremo. Mostraban su identificación y recibían una boleta con un SÍ y un NO. Vi a cada una de ellas depositar su voto en la urna transparente, que poco a poco se iba llenando.

Era un momento mágico, como dar a luz un nuevo ser con ese voto secreto que no podían esconder. Cada vez que se gritaba un SÍ por las escrutadoras, era recibido con aplausos de júbilo.   

De la misma forma eligieron a sus dirigentes. La dirección fue integrada de manera colegiada por tres secretarías generales, una experiencia de composición única en el país y en América Latina. El resto de los sindicatos son dirigidos de manera unipersonal, con un solo secretario general, un solo líder. Aquí se decidió tener una cara de tres ideas distintas, pero complementarias, que pudieran enfocar sus tareas para rescatar la dignidad de un gremio que ha sido pisoteado, ignorado y discriminado por muchos años.  

Era necesario mandar un mensaje a la sociedad y a los sindicatos que todo lo que es invisible, cuando se trabaja en colectivo se hace visible. Por eso el objetivo del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO) es hacer visible a las mujeres que parecen invisibles cuando exigen que se reconozcan sus derechos. 

Aquellos derechos que están contenidos en las leyes, como letra muerta, se hacen efectivos, únicamente cuando se ejercen de manera organizada.

¿Cuántas mujeres que se han dedicado al trabajo del hogar han muerto en la miseria, sin seguridad social, ni un pago de indemnización a pesar de dar su vida entera por ese trabajo sustancial? 

Cuando terminó la asamblea constitutiva todas aplaudieron. Su reto era hacerse presentes para que sus derechos fueran reconocidos en una sociedad mayoritariamente hostil e incomprensiva.   

El registro se logró 5 meses y 18 días después, a pesar de que la Ley Federal del Trabajo de ese tiempo ordenaba que no deberían transcurrir más de 60 días. En un acto celebrado en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México el 18 de febrero de 2016 se recibió la primera Toma de Nota reconociendo su existencia legal.   

La Toma de Nota es un papel, una condición inventada en la ley para que las autoridades tengan (indebidamente) la facultad de reconocer o no a una organización sindical.  

¡Lo lograron las trabajadoras del hogar! No sin antes numerosas protestas por el injustificado retraso. Nos enteramos de que la Coparmex se oponía a esta Toma de Nota y que Miguel Ángel Mancera, quien era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, se resistía a reconocer al Sindicato de trabajadoras del hogar. Pensó que ellas desistirían con el tiempo, pero no lo hicieron.  

Pude presenciar un Foro “Por los derechos de las Trabajadoras del hogar” llevado a cabo el 30 de noviembre de 2015 en el que participaron organismos de derechos humanos y mujeres de diversos países. Allí estaba Miguel Ángel Mancera con la sonrisa que siempre traía, y que se desdibujó cuando cerca de unas 50 trabajadoras del hogar se pararon al iniciar su discurso y gritaron: ¡Registro! ¡Registro! ¡Sinactraho! Sacaron unas pancartas que traían escondidas en sus ropas y las levantaron mirando con la cabeza en alto.   

Vi que el jefe de gobierno se sonrojaba y continuaba intentando demostrar que nada pasaba, pero con voz temblorosa dio la bienvenida del Foro. En el mes de enero de 2016 los reclamos por el registro de su sindicato crecían por todas partes, incluso más allá de nuestras fronteras. Por ahí decían que estas trabajadoras pondrían banderas rojinegras en los hogares y que sería un caos. Decían ¡paren a las trabajadoras del hogar! Pero a ellas nada ni nadie las detuvo. 

Querían ignorar que su principal reclamo era que se les reconociera como personas, que no fueran discriminadas en sus derechos. Que pudieran conocer la luz de sus ojos, de esperanza, de dignidad, de su trabajo por muchos años desconocido. 

Ese 30 de agosto de 2015 ha quedado marcado en la historia de la dignidad del trabajo de las mujeres como un día no solo de esperanza, sino de reivindicación, de dignidad por esta lucha que no se detiene por nada. 

Hoy siguen demandando se haga efectiva la Seguridad Social que aún no se logra para ellas, ya que el programa Piloto del IMSS ha resultado un fracaso. El 99% de ellas sigue sin un contrato de trabajo (y con ello sin derechos) a pesar de haberse reformado la Ley laboral a su favor. 

Ahora los ojos de las trabajadoras del hogar miran con firmeza, con la cara en alto, y saben que nadie hará por ellas, lo que no logren con sus propias fuerzas y organización. Son tiempos de construcción, no solo de esperanzas.