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Sin liderazgo ante la crisis

Aunque expertos médicos acompañan a Trump en sus sesiones informativas, la ausencia de liderazgo es palpable. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Desde que el número de contagios y fallecimientos a causa del covid-19 aumentaron exponencialmente en Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha dado conferencias de prensa diarias sobre el impacto de la pandemia en su país, pero aunque expertos médicos, de seguridad nacional y miembros de su gabinete acompañan a Trump en estas sesiones informativas, la ausencia de liderazgo es palpable. 

Si bien es cierto que el número de afectados por la pandemia suele ser mayor al registrado, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades reportó un total de 140,904 de personas contagiadas y 2,405 muertes por coronavirus al domingo 29 de marzo. Estas cifras en pocos días llevaron a Estados Unidos a convertirse en el epicentro de la epidemia mundial, muy por encima de Italia, China y España. 

A pesar de los miles de contagios confirmados, en el transcurso de la semana pasada Donald Trump parecía enfrentarse a sí mismo en un cuadrilátero de lucha libre en el que los técnicos y la extrema derecha le susurraban estrategias para definir el criterio propio del presidente. A la proclamación de estado de emergencia nacional le siguieron repetidos anuncios sobre el encierro parcial al interior del país y sobre su apertura durante la Semana Santa; uno más vino sobre la innecesaria cuarentena en New Jersey, Connecticut y Nueva York, y el último, en un cambio total de posición, Trump ordenó el distanciamiento social en todo el país hasta el 30 de abril. 

No obstante, la declaración de emergencia nacional y la exigencia de aislamiento social por parte de Trump llegaron tarde, dejando con ello una secuela de incertidumbre y preocupación por la influencia de posiciones ideológicas sobre el manejo de la epidemia. La ausencia de un liderazgo claro de la Casa Blanca movilizó a todo el país de manera individual, de hecho, cuando Trump declaró emergencia nacional, varios gobernadores ya habían decretado emergencia estatal dando con ello libertad y legitimidad a acciones por parte de corporaciones, universidades e iglesias para detener la propagación del covid-19 en sus respectivas comunidades, anticipándose al gobierno federal. 

En Washington, por ejemplo, desde que se decretó el estado de emergencia a finales de febrero, Amazon ha venido tomando medidas para enfrentar la crisis, entre ellas la interrupción de todos los vuelos internacionales, la contratación de 100 mil personas, así como la donación de recursos para pequeños negocios y para las personas más afectadas por la pandemia. En California, desde que se anunció el estado de emergencia el 4 de marzo, los empleados de Google y Facebook trabajan en casa. Pero también, en una etapa temprana de la crisis en Estados Unidos y el mundo, líderes de Amazon, Google, Facebook, Twilio, Twitter y YouTube se reunieron con funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hablar sobre las respuestas a la pandemia y proporcionar financiamiento al Fondo de Respuesta Solidaria de la OMS establecido por Naciones Unidas y la Fundación Suiza de Filantropía. 

En línea con las declaraciones de emergencia estatales, las universidades cambiaron su aprendizaje presencial a virtual, la primera fue la Universidad de Washington y como efecto dominó le siguieron Stanford, Harvard, Princeton, Columbia y la mayoría del país. Asimismo, las iglesias comenzaron a cerrar, por ejemplo, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días canceló todos sus servicios en todo el mundo después de que Utah declarara estado de emergencia el 6 de marzo. 

Hasta ahora, los mensajes de Trump han pasado de minimizar los efectos de la pandemia a una rápida escalada de medidas, haciendo evidente que los susurros de los expertos médicos ganaron, al menos, hasta el 29 de marzo. Sin embargo, el vacío en la atención real de la crisis por parte de la administración Trump fue llenado por los sectores privado y social estadounidenses, aunque ciertamente estos esfuerzos han sido dispersos y requieren de una mayor coordinación y liderazgo central como lo amerita un estado de emergencia nacional.

A pesar de ello, el Congreso en conjunto con la Casa Blanca lograron un histórico acuerdo en tiempo récord sobre un paquete de 2 billones de dólares que incluye el envío directo de cheques a estadounidenses para amortiguar los efectos de la crisis en su economía e incentivar el consumo. Aunque esta medida fue tomada por demócratas y republicanos, Trump ha sido lo suficientemente astuto como para que el ciudadano común se sienta cubierto por un estado benefactor Ad Hoc con fines electorales, total el 90% de los estadounidenses podría ser elegible para recibir este tipo de beneficios.