Main logo

Simone de Beauvoir y Claude Lanzmann

Espero que pronto haya acceso al archivo adquirido por la universidad de Yale. La fascinación que ejerce Beauvoir continúa siendo hipnótica | Teresa Priego

Por
Escrito en OPINIÓN el

Simone de Beauvoir murió en el hospital Cochin de París, en abril de 1986; su compañero de vida Jean- Paul Sartre había muerto seis años antes, dejándola sumida en una inmensa desolación agravada por los conflictos que provocó la adopción de Sartre de su alumna Arlette Elkaîm-Sartre nombrada heredera de sus derechos de autor.

“La ceremonia del adiós”, es el homenaje de Beauvoir a Sartre, con ese epígrafe inolvidable: 

Este es el primer libro que escribo que usted no va a leer. Su muerte nos separa. Mi muerte no nos volverá a reunir. Mejor así: ya es hermoso que nuestras vidas hayan encajado durante tanto tiempo

Beauvoir, a su vez, adoptó a Sylvie Le Bon, quien decidió publicar las Cartas de su “madre” dirigidas a Sartre y al escritor estadounidense Nelson Algren: “Cartas a Nelson Algren: Un amor trasatlántico”. 

Beauvoir, Lanzmann y Sartre en el departamento de Beauvoir

Claude Lanzmann


Hoy, el cineasta Claude Lanzmann tiene 92 años. Vivió una relación amorosa con Simone de Beauvoir de 1952 a 1959, fue el único hombre con el que Beauvoir vivió bajo el mismo techo, cuando por fin, después de vivir siempre en hoteles, la escritora decidió mudarse a un departamento. En “La liebre de la Patagonia”, su libro de memorias, el director de La Shoa narra su amor por Beauvoir, su relación con Sartre, y ese trío intelectual que formaron en medio del grupo de amigos que giraba alrededor de ambos filósofos y al que solían llamar “la familia”. 

A la muerte de Sartre, Lanzmann fue elegido director de la revista Les Temps modernes.

Con Sartre y Beauvoir aprendí el mundo. Ellos me enseñaron a pensar

Dijo Lanzmann el día de la presentación de su libro. Lanzmann es judio, de una familia originaria de Europa del Este, en la adolescencia participó en la resistencia. 

Lanzmann, Beauvoir y Sartre

Trabajó durante 12 años en la que se considera la obra más importante de su vida: Shoa, su documental de 9 horas sobre el Holocasto. En el año 2006, Lanzmann visitó la Ciudad de México y presentó sus documentales “Shoa” y “Sobibor”, durante una estancia organizada (entre otros), por Benjamín Mayer y el 17 Instituto de Estudios Críticos.

Lanzmann decidió publicar las 112 cartas que recibió de Simone de Beauvoir durante los años de su relación. Sylvie Le Bon-Beauvoir se opuso, con el argumento de que las cartas que tenían alguna trascendencia para los estudiosos de Beauvoir ya fueron publicadas y que no veía el interés en sacar a la luz esta correspondencia privada. Sylvie se apoyó en la ley francesa que especifica que la correspondencia es de quien la escribe y no de quien la recibe, es decir, que sería ella, Sylvie, la heredera de toda carta escrita por Beauvoir.

Lanzmann optó entonces por entregarlas a la casa de subastas Christie’s, quien las vendió a la Biblioteca Beinecke de libros y manuscritos raros de la universidad de Yale, acto al que el periódico Le Monde llamó: “El exilio americano de las cartas”. Lanzmann prevée su publicación en Estados Unidos. Ojalá que así sea. La cartas de Beauvoir a Sartre (publicadas por Sylvie contra la opinión de Lanzmann), así como sus cartas a Algren han sido –para quienes admiramos a Beauvoir y recorremos con frecuencia su obra– una revelación de todo un modo de vivir y de relacionarse, no demasiado noble por momentos, es cierto. Un encuentro con una mujer real, de carne y hueso.    

Las cartas a Sartre incluían abundantes comentarios que, como expresó Lanzmann en su momento: “podían ser dañinos para personas que aún estaban vivas”, (de allí su oposición), incluidas Helène, la hermana de Beauvoir, y la escritora Violette Leduc. Las cartas a Algren nos muestran a una Simone apasionada, romántica y capaz de escribir frases como:

soy tu esposa para siempre

Ahora la misma frase llama la atención, repetida en el contexto de su relación con Lanzmann, pero en sus cartas a su amante estadounidense, hay abundantes momentos de lo que podríamos considerar el más “tradicional” de los intercambios entre una mujer enamorada y su pareja.

Traduzco un fragmento de una de las cartas de Beauvoir a Lanzmann: 

Mi amor, yo no sabía que el amor podía ser así. A Sartre, lo amé, cierto, pero sin verdadera reciprocidad; y sin que nuestros cuerpos hayan estado para nada. Algren, me conmovió que me amara y yo también lo amé mucho, pero sobre todo a través del amor que él sentía por mí, sin verdadera intimidad y sin jamás haberle ofrecido mi interior. Sí, mi querido niño, tú eres mi primer amor absoluto, ese que una sólo conoce una vez o jamás. Este impulso, mi amor de todo de mí hacia todo de ti: te adoro, cuerpo y alma, con todo mi cuerpo y con toda mi alma. Y cada vez que hay algo nuevo en ti, es una nueva adoración. Mi pequeño, mi pequeño, no estés triste. Tú eres mi destino, mi eternidad, mi vida, mi alegría, la sal y la luz de la tierra. Me arrojo en tus brzos y permanezco allí sin fin. Soy tu mujer para siempre

Beauvoir y Nelson Algren

Beauvoir y Algren


No olvidemos, al leer el fragmento de la carta a Lanzmann, que Nelson Algren le regaló a Beauvoir un anillo de plata que ella llevó consigo toda su vida y con el que pidió ser enterrada.

La novela: “Los Mandarines”, es autobiográfica (como casi toda su obra) y en ella narra su relación con Algren, el autor de: “El hombre del brazo de oro”. Algren jamás le perdonó que haya preferido permanecer en París junto a Sartre, que casarse con él y vivir en Chicago, pero sobre todo la odió (de un odio frenético), porque hizo públicas escenas íntimas de su relación con él. En una entrevista con su biógrafa Deirdre Bair, Beauvoir dijo que Algren fue el hombre con quien tuvo: “su primer orgasmo completo”.

También en sus cartas a Algren aclara que su unión con Sartre era sobre todo espiritual e intelectual, y que la vida sexual juntos fue muy breve, dado que la sexualidad nunca fue muy importante para Sartre. Era un seductor compulsivo y al parecer, un amante desganado.

Espero que pronto tengamos acceso al archivo recién adquirido por la universidad de Yale. La fascinación que ejerce Beauvoir –su vida y su obra– continúa siendo hipnótica. 

Lee además: Una gran familia feliz. El horror y el secreto

@Marteresapriego | @OpinionLSR@lasillarota