Para atender la grave problemática de violencia e inseguridad que vive el país, y en especial y de manera dramática algunas regiones y entidades federativas de la República, es indispensable una estrategia integral de seguridad ciudadana.
Si bien la estrategia adoptada hasta ahora a nivel federal ha tenido resultados altamente insatisfactorios y, en general, hay una tendencia al alza en la incidencia delictiva, salvo ligeras disminuciones en algunos meses que no marcan tendencia, lo cierto es que no se puede ir de un extremo a otro.
Es decir sería grave pasar de una estrategia basada en un enfoque represivo a otra donde se pretenda que con puras políticas sociales y amnistía se va a resolver el problema de la violencia y la criminalidad del país.
Hasta ahora todo el acento de los futuros funcionarios federales de seguridad se basa en políticas de pacificación, pero sin profundizar en otros aspectos igual de importantes.
Violencia
Los problemas de violencia en el país surgen de diferentes factores y todos tienen que atenderse, pero se debe partir de una realidad: con grupos criminales empoderados, dueños de territorios y que han sometido a autoridades y poblaciones enteras no se va a aminorar la inseguridad con políticas de inclusión social; se requieren, de igual manera, acciones de fuerza pública, modificaciones a la legislación penal, una nueva política de drogas, inteligencia, aplicación de la ley y recuperación del control territorial por parte del Estado.
Si bien es muy importante y necesario atender la falta de oportunidades en miles de jóvenes que después engrosan las filas de la delincuencia, también lo es que si no se depuran las policías y se certifican en su totalidad no se va a avanzar en la mejora de la seguridad.
Los grupos crimínales arrancan a la sociedad, por medio del terror y la violencia, el producto de su trabajo. Son empresas delincuenciales, incluso trasnacionales, que le quitan a las personas y a los negocios lícitos la renta que obtienen.
Delincuencia
Estos grupos no van a desistir de sus propósitos ni de sus cuantiosas ganancias que surgen del dolor ajeno únicamente con el ofrecimiento de un perdón o amnistía, se sienten con el poder y la fuerza para desafiar, comprar o doblegar a la autoridad del nivel que sea.
En tal sentido, las fuerzas del orden deben responder, insisto, con mejores corporaciones y con la operación e inteligencia necesarias para que puedan desmantelar a las organizaciones criminales con acciones contundentes y certeras, al mismo tiempo que se le cierra la puerta al reclutamiento de jóvenes con políticas de inclusión social.
Por otra parte, como ya lo he expuesto en este espacio, es indispensable la legalización de algunas drogas como la mariguana o la amapola para fines medicinales, con objeto de desarticular la red de ganancias multimillonarias del crimen a partir de la prohibición. Se debe pasar a un enfoque preventivo y de salud pública en la materia.
El círculo vicioso de la violencia y la inseguridad comprende pobreza, familias desintegradas, falta de oportunidades, vacío de autoridad, falta de Estado de Derecho, problemas con la legislación penal, corrupción y complicidad entre delincuentes y autoridades. Hay que atender todos los frentes.
Sólo con una estrategia integral de seguridad ciudadana se podrá avanzar en la recuperación de la tranquilidad y la armonía social. Esperemos que haya la voluntad y la decisión de hacerlo.