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OPINIÓN

SCJN, en la encrucijada

El grado de dependencia o autonomía del Poder Judicial. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha sido sujeta a las presiones del Poder Ejecutivo, tanto en el pasado como en su última etapa, tras el cisma de 1995 auspiciado por Ernesto Zedillo.

Con el triunfo electoral de julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador sabía que no iba a contar con el Senado para sus planes de darle la vuelta al sistema, sacudirlo y colocar su idea de país.

Los comicios del pasado 6 de junio volvieron a dificultarle al presidente la posibilidad de empujar todas las iniciativas que quiera. Incluso, frente al escenario de que su proyecto camina, pero con freno de mano, soltó la idea de que hará acuerdos con “una parte del PRI” o con otros. Lo que eso signifique.

Si a López Obrador se le dificulta el camino con uno de los tres poderes, entonces queda también la urgencia de apoderarse, por qué no, del Judicial. Aunque en esa tarea está desde que asumió la Presidencia.

Hoy el presidente ha sido insistente en que Arturo Zaldívar es el único que garantiza un Poder Judicial que haga justicia y no sólo aplique el Derecho. El resto, también así lo ha expresado, lo ve distante de ello… y hasta manchado de corrupción.

El juego en la Corte ha sido claro: servir de parapeto al presidente López Obrador.

En diciembre pasado, la reportera Érika Flores describió en un reportaje en La Silla Rota que en opinión de juristas la SCJN actúa como guardaespaldas de López Obrador por la lista larga de asuntos que, yendo en contra de la autodenominada “cuarta transformación”, simplemente se van postergando.

En el reportaje, Flores enlistó varias de las acciones de inconstitucionalidad que simplemente están en la congeladora de Zaldívar, como las relativas a los Superdelegados; la de la Ley de la Guardia Nacional; la de las Leyes secundarias de la contrarreforma educativa; también el tema del veto de 10 años a funcionarios para ir a la iniciativa privada; la de la Ley de extinción de dominio, entre otras.

Otros casos son los de controversias constitucionales, que van desde las reducciones de salario en órganos autónomos; el decreto del Ejecutivo para uso de Fuerzas Armadas en seguridad pública, y la llamada Ley Nahle, relativa a la Política del Sistema Eléctrico, principalmente.

En cambio, de acuerdo con una nota de Reforma de noviembre del año pasado, sí habían prosperado 86 acciones contra leyes estatales, 20 acciones contra leyes estatales electorales y 26 controversias entre poderes locales o municipios, fundamentalmente.

Quien puede poner freno o acelerar la agenda en la Corte es el ministro presidente Arturo Zaldívar.

Quizá algo en su favor es que ha impulsado el combate a algunos asuntos de corrupción y, sobre todo, la lucha contra el nepotismo en el Poder Judicial.

De hecho, su antecesor, Luís María Aguilar, guardó en el cajón el primer análisis sobre nepotismo y que al llegar reactivó Zaldívar.

Ahora hay nepotismo… pero hasta con tres familiares, no como antes que había familias completas, desde abuelos hasta sobrinos y yernos como choferes y hasta como jueces y magistrados.

Hoy, en la Corte hay varios ministros que son vistos claramente como anti gobierno de AMLO, en particular Javier Laynez, Norma Lucía Piña, Luís María Aguilar y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Con sus matices, pero no los ven como aliados.

Por eso, la resolución que determinen en torno a la prolongación del periodo de Zaldívar en la presidencia es muestra del grado de dependencia o autonomía del Poder Judicial.

En el interior de la Corte ven que la reforma a un artículo transitorio va en contra de la Constitución. Organizaciones de jueces y magistrado han hecho pública su postura en contra de esa reforma que, para colmo, sepultó otra parte de la misma que ajusta al Poder Judicial, aunque algunos críticos piensan que le da aún más poder a Zaldívar para controlar a más de mil 800 cargos importantes en la estructura judicial.

Sin duda, el Poder Judicial vive una encrucijada.

Punto y aparte. Arremeter contra la brumosa clase media es un balazo en el pie. 

Punto final. Algunos triunfos de la oposición en la CDMX serán arropados para que no haya manos ajenas que quieran llevar agua a su molino.