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Salvando al Godín Supremo Recién Llegado

O cómo sobrevivir y mejorar tu equipo de trabajo | Aniela Cordero

Por
Escrito en OPINIÓN el

Se dan casos bastante seguidos, en los que un Godín sobresale de entre todos los demás, y sube de nivel, convirtiéndose en un Godín Supremo o en jerga de oficina: Team Leader, Jefe, Supervisor, o cualquiera de sus derivados. Tiene las capacidades técnicas necesarias para subir de nivel, así como las capacidades humanas y de relación con la gente, así que los semidioses y dioses Godínez (entiéndase: gerentes y directores) deciden darle la oportunidad de liderar un equipo y de ser responsable de más personas.

Lo que nuestro recién elevado Godín Supremo no sospecha ni remotamente, es que su nuevo equipo de trabajo todavía no lo conoce y ya lo detesta; ya le inventaron cuantos defectos pudieron, le leyeron la cartilla y hasta telenovela de su vida personal sacaron. Obvio, no lo van a sabotear abiertamente, pero pues si no aguanta carrilla y no puede con el ambiente de trabajo del equipo… lástima Margarito.

Godín Supremo

Pero no desesperes mi buen Godín, no todo está perdido y aunque hay veces en las que no todo se puede en esta vida, es posible revertir la toxicidad de tu nuevo equipo de trabajo y de hacer que funcione como una máquina perfectamente calibrada y engrasada.

Primero que nada: si tu equipo ya se formó desde antes y tú solamente estás llegando a tomar las riendas, debes darte un tiempo para sentarte tranquilamente con cada miembro de tu equipo y conocerlos tanto a nivel personal como profesional; esto no solamente te ayudará a identificar qué rol juega cada quién (el chismoso, el que busca atención, el que no hace nada, el dos caras, el tímido, el rebelde, y todos los demás), también te ayudará a dar una imagen de accesibilidad al equipo, y más que enviar un mensaje de “yo soy más que tú”, estarás dándoles a entender que eres uno de ellos y vienes a sumarle al equipo. Y eso se empieza por algo tan sencillo como saludando y despidiéndose de todos y cada uno.

Pero si no lo haces… la maldición de los “grupitos” caerá sobre ti y tu equipo y entonces ya bailó Berta. Cuando no hay una cercanía, se empiezan a formar bandos, y entonces sólo es cuestión de tiempo para que el equipo colapse internamente. Suena divertido, ¿no?

Nuevo equipo

Segundo: no todo va a ser color de rosa y felicidad pura. Habrá momentos en los que como líder tengas que sacar la casta y ponerte firme, tanto con los que amenazan a tu equipo de fuera, como con tu propia gente. Y con esto no me refiero a ser agresivos, gritones, tiranos y aplicar el de “porque así es y porque lo digo yo”. Nel, todavía no entienden que así no funciona el asunto.

Hay que mantenerse firme en los acuerdos y también cuando la cosa se pone color de hormiga y hay que tomar las decisiones difíciles, de las que te ponen entre la espada y la pared, pero para las que debes tener en cuenta dos cosas: el beneficio para la empresa, y que la decisión no afecte a tu gente. Les dije que no todo era color de rosa.

Tercero: motiva a tu equipo. No, no, espera, ¡guarda el sombrero de fiesta! No es esa motivación, Godín. Involúcralos, hazlos parte de los procesos, de los avances y hasta de las broncas para que se sientan tomados en cuenta. Si los motivas dándoles tu apoyo y siendo transparente con ellos, no sólo se sentirán motivados a formar parte del equipo, sino que te darán mejores resultados sin que tengas que estar sobre ellos.

Cuarto: Aprende a delegar el trabajo. Cuando estás di-ri-gien-do a un equipo, no estás operando. Tú ya pasaste por la operación y ahora te toca asegurarte que todos cumplan con lo que les toca y se logren los resultados. ¿Cómo? Dándoles las bases de su trabajo, confianza, y una dosis sana (SANA) de supervisión (para los que tengan duda, revisen lo que les escribí una vez del micromanagement).

Trabajando juntos

Recordemos que no todos desempeñan el mismo papel en un equipo de trabajo, y aunque parezca que la chamba de uno es la mitad de la del otro, no sabemos qué tan difícil es, por poca que sea. Como líder, distribuye el trabajo correctamente y equitativamente, teniendo en cuenta pa’ que es bueno cada quién. No le vayas a dar al tímido el trabajo con los clientes, ni al rebelde el hacer procesos y reglamentos.

Y así, con todos trabajando en lo que son buenos y pueden desempeñar bien, tú tendrás más tiempo para centrarte en las prioridades y te estresarás menos. Además de que tu equipo se sentirá motivado, integrado y valorado, porque confías en ellos y en su trabajo.

Y como no hay quinto malo: pregunta, no tengas miedo de pedir ayuda o de hablar con alguien con más experiencia y que seguramente tendrá buenos consejos y anécdotas de las que podrás aprender a manejar una situación difícil o a una que no le ves salida.

Siempre, siempre, pregunta lo que sea necesario, cuantas veces sea necesario.

Salvando al Godín de quedar fuera antes de empezar

@Ancoren | @OpinionLSR | @lasillarota