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Salvando al Godín del Valle de Lágrimas

A qué se enfrentan los candidatos cuando piden trabajo. | Aniela Cordero

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Escrito en OPINIÓN el

Es el cuarto mes seguido que Roberto está buscando trabajo, y cada vez le cuesta más trabajo creer que encontrará algo para humanos. Parece que todos los trabajos están diseñados para robots.

Todavía recuerda cuando perdió su trabajo. Después del shock inicial, el desconcierto de las palabras “CV de alto impacto”. Al parecer ya no se usa el imprimir el CV en opalina y personalizarlo. Ahora, entre más corto, mejor. Tenía más de 15 años sin actualizar sus datos, y jamás había abierto LinkedIn, OCC o Bumeran.

Después de que su sobrina le ayudara a crear sus perfiles y mejorar su CV, el siguiente reto fue entender lo que pedían en las vacantes de trabajo. Las empresas piden recién egresados con 5 años o más de experiencia. Piden becarios que sepan programar en más de 5 lenguajes. O piden ejecutivos “senior” certificados, para pagarles lo mismo que al becario.

Roberto sabe que ya no es el muchacho mozo de la película gacha, pero todavía tiene muchos años de vida laboral por delante, está pagando su casa, y tiene un hijo en la universidad y una chiquita en la prepa. Pero en casi todos los empleos que encuentra, especifican que los candidatos no deben tener más de 40 años. Y cuando no ponen la edad y avanza a la primera entrevista, lo mismo… Están buscando a alguien más joven e “innovador”.

El sueldo es otro cantar. Si bien sabe que tal vez no pueda ganar la millonada, pues le gustaría no ganar menos de su último trabajo. Pero tal parece que ahora les ponen más responsabilidades y les pagan menos. Piden las perlas de la Virgen y les dan dos cocas y un gansito. ¿Cómo va a pagar su casa y la colegiatura? De “buen ambiente laboral” no se paga la luz.

Pero bueno. Una vez, llegó a la última entrevista del proceso. Fue a una reunión con el director general de una compañía ferretera, y sintió que le fue muy bien. Pero ya van dos meses de esa entrevista y no ha sabido nada. Les manda correos, mensajes, les llama… y ya no le contestan. Ha sido de las peores sensaciones de su vida. Ni siquiera cuando su novia de la escuela lo cortó enfrente de sus amigos le dolió tanto. Seguirá insistiendo un par de semanas más, el trabajo sí le gustó.

Cuando por fin creyó que había encontrado el trabajo ideal, resulta que no iba a trabajar en la oficina de Ciudad de México que le quedaba a 15 minutos caminando de casa, sino en el almacén, en Naucalpan. A 4 horas en transporte público de ida, y otras 4 de regreso. Eso, si no pasó nada en el camino y se hizo más tráfico, y mejor quedarse a dormir en la oficina.

De lo peor, han sido las veces que ha invertido tantas ganas y empeño en preparase para las entrevistas, y total, han sido un fiasco. Lo dejan esperando en la recepción como si por estar desempleado no tuviera nada más que hacer, y cuando por fin lo pasan a la entrevista, ni ven su CV. Le hacen dos o tres preguntas que ni al caso, le dan las gracias, y “nosotros le llamamos”.

Y así está, 4 meses después de que cerrara la empresa, buscando trabajo y preparándose para la séptima entrevista de un proceso que empezó y que parece nunca tener fin.