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Salvando al Godín del Outsourcing

Por qué no es TAN buena idea desaparecerlo. | Aniela Cordero

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Escrito en OPINIÓN el

No es novedad para muchos de nosotros el concepto de “outsourcing” y muchas veces lo asociamos a las malas prácticas por parte de empresas enormes que quieren ahorrar dinero a expensas de la paga de sus empleados, y contratan a un tercero que cumple con lo mínimo requerido por la ley para ser el patrón de los empleados. Por eso nos brillan los ojitos cuando una empresa nos dice que seremos contratados directamente por ellos.

Tampoco es novedad que, desde hace ya varios años, el concepto de “outsourcing” debe desaparecer, regularizarse y formalizarse aún más para evitar la evasión fiscal. Esta semana, el presidente de México anunció que quiere desparecer este concepto, pero de no hacerse correctamente, podría salir más caro el caldo, que las albóndigas.

Si desaparece al menos seis mil empresas de subcontratación tal como desapareció los fideicomisos, se perderían al menos cinco millones de empleos formales, que se calcula representan una evasión fiscal por alrededor de veintiún mil millones de pesos, cifra nada despreciable si hablamos de combatir la corrupción. PERO, y se los pongo así en mayúsculas escandalosas, no todos los outsourcings son malos, y no todos tienen el mismo propósito.

Hay empresas de subcontratación especializadas para contratar personal por temporada, sobre todo, en los grandes almacenes y cadenas de suministro, donde necesitan una mayor cantidad de colaboradores debido a los picos de producción, de demanda y por la temporada (llámese navidad, vacaciones, día del niño, día de las madres, o incluso el buen fin). En este caso, el desparecer a todos los terceros afectaría no solamente a los empleados directamente, si no a la relación comercial con empresas americanas o canadienses, que dependen de la tercerización de servicios para poder operar en México, dado que la carga social que se paga es altísima (y no siempre con muy buenos resultados).

En estos casos, se provocaría una desinversión, desmotivación y pérdida de empleos en la que pagarían justos, por pecadores, pues si bien una mayoría de los subcontratadores buscan solamente la evasión fiscal, hay otros pocos que se preocupan por sus colaboradores y los tienen dados de alta con todas las de la ley. Más que tomar una decisión radical, y borrar de plumazo todo un sector laboral, hay que evaluar con lupa y con medidas aún más estrictas este tipo de empresas, sobre todo de las que ya se sospecha apestan a fraude.

No nos dejemos llevar por la desidia, y siempre hay que estar atentos e investigar a la compañía que nos está contratando, sea nuestro patrón final o un intermediario para que no nos chamaqueen y para que nosotros podamos tomar las acciones individuales pertinentes que no afecten a nuestras cuotas del seguro social, historial crediticio, afore o pensión (a aquellos que aún les toca).