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Salvando al Godín de una sobredosis emocional

O cómo tratar con la hipersensibilidad en el trabajo. | Aniela Cordero

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Escrito en OPINIÓN el

Todos conocemos a alguien en el trabajo que pareciera que todo se lo toma personal, tanto las buenas noticias, como las malas, y hasta lo que no come, le hace daño. Con la pandemia esto no ha hecho más que incrementarse, y no es que esté mal; simplemente hay que saber cómo tratar con esta hipersensibilidad, tanto si nosotros lo somos, o alguien de nuestro equipo lo es.

En un solo día laboral, todos pasamos de la alegría del café mañanero, a los corajes causados por nuestros clientes, a la tristeza porque no se pusieron los taquitos de guisado favoritos, y a la sorpresa de encontrar a nuestro jefe esperándonos en nuestro lugar, seguido de un miedo intenso porque no le hemos mandado el reporte que pidió desde principios de la semana.

Todos necesitamos sentir emociones para realizar procesos mentales como cuando tomamos una decisión o reaccionamos ante un evento, incluso cuando nos expresamos. Y si bien es normal, hay personas que sienten todas estas emociones de una manera mucho más intensa que los demás, y en la mayoría de los casos impacta en el trabajo, en la vida diaria y las relaciones interpersonales.

La hipersensibilidad es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por tener una mayor emotividad y una respuesta emocional extrema a los estímulos y que trae tanto ventajas, como desventajas. Nada más para que se den un quemón, las personas hipersensibles son capaces de percibir alrededor de 20 estímulos emocionales en situaciones en las que las personas normales sólo alcanzan a percibir 5.

Las personas hipersensibles son extremadamente empáticas, y esto se refleja en la intuición, la creatividad, y la reflexión. Son personas modestas, compasivas y leales, pero también pueden ofenderse fácilmente, pueden ser muy retraídas y ansiosas, pues perciben clara e intensamente los sentimientos de los demás, así como el ambiente emocional del lugar, lo que los puede llevar a tener una mayor iniciativa o proactividad para evitar discusiones o para moderar el ambiente.

¿Cómo sabemos si nosotros somos hipersensibles o trabajamos con alguien así? A menudo conlleva un sentimiento de incomodidad y de angustia, pues las oficinas y los trabajos se rigen por códigos (tanto implícitos como explícitos de convivencia), jerarquías, burocracia y participación social (aun cuando sea de manera virtual y remota) que desaprueban el exceso emocional, y que al mismo tiempo expone a altos niveles de estrés y exigencia laboral.

Las personas hipersensibles suelen estresarse mucho más rápido y experimentan agotamiento mental y físico más seguido como resultado de las emociones que perciben todos los días. Pueden presentarse síntomas somáticos como tener mucho frío o mucho calor todo el tiempo, enfermedades dermatológicas y gastrointestinales (hola amigas colitis y gastritis). Pasan de la alegría a la tristeza en un segundo, y pueden incluso llorar con una discusión o una crítica demasiado brusca.

Los demás perciben a estas personas como exageradas, porque requieren de una mayor cantidad de reconocimiento que los demás, y pueden aparentar ser creídos. Y al llorar ante situaciones estresantes, como débiles o inmaduros, incapaces de soportar el estrés. Cuando realmente se trata de lo contrario, la hipersensibilidad nos permite ser mucho más resilientes ante situaciones difíciles o estresantes.

Irónicamente, las personas hipersensibles son de los profesionales más valorados y solicitados en entornos laborales, pues se trata de personas sumamente comprometidas, que no solamente se ponen la camiseta, si no que se la tatúan (figurativa y literalmente en algunos casos), van más allá de lo que se espera de ellos en cuanto a objetivos y resultados, además que tienen una alta atención al detalle y son excelentes observadores. Cualquier compañía y equipo, pueden beneficiarse de su inteligencia emocional que ayudan a desarrollar una mejor comunicación y mayor creatividad.

La hipersensibilidad no es una enfermedad mental, ni nada por el estilo, pero en muchos casos requiere de apoyo terapéutico y en algunos casos farmacológico para no caer en el burnout, y poder entender mucho mejor el ambiente y los códigos que rodean a la persona, pues muchas veces algo “normal” para ellos será un detonante de sus emociones, y no entenderán por qué los demás no reaccionan de la misma manera.

Algunos de los rasgos más comunes en las personas hipersensibles, que nos pueden ayudar a identificarlas son:

· Hacen todo lo posible por entender todo lo que los rodea, incluso si no tiene algún impacto directo en ellos.

· Son muy empáticos con el entorno y las personas con las que conviven.

· Prefieren hacer las cosas solos porque se sienten menos observados y juzgados.

· Tardan más en tomar decisiones, pues son más conscientes de todos los factores involucrados.

· Prestan mucha atención a los detalles, y a veces pueden clavarse más en el fondo que en la forma.

· Aunque les gusta hacer las cosas solos, son buenos trabajando en equipo pues son precisos, detallistas, saben escuchar y observar la dinámica de los demás.

· Son más propensos a la ansiedad, la depresión o a ambas.

· Lloran con mucha facilidad.

· Son sensibles a las críticas, por lo que hacen lo posible por complacer a los demás y a pasarse con la autocrítica.

Las condiciones laborales, la naturaleza del propio puesto y las personas con las que se trabaja pueden agudizar o estabilizar la hipersensibilidad. La mayoría de las personas hipersensibles necesitan sentirse conectadas con la empresa, con sus valores, con su cultura y su filosofía. La dirección y los matices del equipo son detalles que permiten o bloquean el desarrollo y crecimiento profesional.

Hay que aceptar y aprender a convivir con la alta sensibilidad de nosotros mismos o de alguien en nuestro entorno, y cuando nosotros somos los hipersensibles debemos identificar las situaciones que nos detonan las emociones, y adelantarnos a ellas, por ejemplo:

· Aprender a expresar tanto nuestras necesidades como nuestros sentimientos ante diversas situaciones.

· Tomarnos un descanso o desconectarnos un poco para poder ver la situación desde un punto de vista diferente.

· Aprender a apagar la carga emocional de nuestras tareas, realizándolas a través de un marco de tiempo limitado, que puede aumentar nuestra productividad al mismo tiempo.

Poco a poco aprenderemos a conocernos mejor, y a aceptarnos mejor también, convirtiendo nuestra hipersensibilidad en una herramienta y una ventaja. A pesar de que la sociedad y el trabajo suelen valorar otros rasgos de personalidad como la extroversión, el tener una alta sensibilidad constituye una ventaja profesional, pues podemos observar el mundo de una manera diferente, teniendo una mente alerta, sensible y empática, así como analítica. Y hoy en día, la sensibilidad está obteniendo el reconocimiento y aceptación que se merece no sólo en lo laboral, también en lo personal.