Main logo

Salvando al Godín de un home office indefinido

Las 5 habilidades laborales para el futuro inmediato. | Aniela Cordero

Por
Escrito en OPINIÓN el

A dos días de haber iniciado el séptimo mes de home office y con la incertidumbre por los cielos, es hora de ponernos a pensar seriamente en qué pasaría si esto no tiene fecha de caducidad y nos quedamos en home office por siempre (bueno fuera).

Hemos dicho en las columnas pasadas que mucho de lo que se observó en los primeros meses fue un poco caótico debido a la confusión y la poca preparación ante una contingencia de este tipo, tanto por parte de las empresas al no tener los equipos de cómputo, las redes VPN, y un pan de contención general, como por nuestra parte al resistirnos al cambio, no tener una rutina ni disciplina en casa (que se entiende por ser nuestro espacio personal para hacer y deshacer) y tener muchísimo mayor estrés y presión.

No se si lo han notado, pero antes del covid-19 el desempeño en la oficina estaba completamente enfocado en una operación presencial. Nos vemos las caras con nuestros jefes, estamos a unos pasos de distancia para el chisme, para revisar dudas, para pedir ayuda si nos atoramos en algo y para decirle a la oficina con nuestras acciones “aquí estoy, estoy trabajando”. Pero ahora que nadie nos ve, ¿cómo sobresalimos? ¿cómo nos damos a notar?

Los indicadores de nuestro desempeño y productividad cambiaron forzosamente, aunque todavía no de manera oficial. Ahora ya no nos fijamos en la hora de entrada o de salida, ni cuánto tiempo nos tomamos para comer, ahora nos fijamos en nuestros entregables. ¿Qué de lo que trabajé hoy es útil para seguir generando resultados y mantener la operación? Nuestros resultados son más que nunca observables y medibles.

En la oficina si se nos iba la luz, era un día prácticamente perdido, y pretextos había muchos; que si mi correo no sirve, que si mi compu no funciona, que si sistemas está revisando mi red. Ahora, debemos estar preparados para trabajar desde donde sea y mantener nuestro nivel de resultados y de productividad. A ver cómo diablos resolvemos la red, el teclado pegajoso de la compu o la falta de café por las mañanas, pero que no se caiga la operación.

Y el último indicador que está cambiando (paradójicamente, y ahora verán por qué) son los tiempos de respuesta. Hacia nuestros clientes, debemos de dar una respuesta rápida, eficaz, contundente. Pero hacia nuestro equipo… pues nos vemos las caras virtualmente cada dos o tres semanas, ya no tengo al jefe encima de mí diciéndome qué hacer y pues hago lo mínimo indispensable para que no me corran, pero de ahí en fuera, nada más.

Este gran cambio en cómo se percibe nuestro trabajo, y en cómo trabajamos desde casa, requiere un ajuste en las habilidades laborales que utilizamos diario y que se pueden resumir a 5 principales:

En primer lugar, desarrollar aún más nuestra inteligencia emocional. Hoy hay una mayor cantidad de estrés y de presión (y si no me creen pregúntenle a los nudos de la espalda). Nuestra jornada de trabajo se extiende a las 10, 12 o 14 horas conectados porque de cierta manera se asume que al estar en casa no tenemos “nada más que hacer” y estamos disponibles a cualquier hora del día. La inteligencia emocional nos ayudará a saber cómo manejarnos en este ambiente VICA (Volátil, Incierto, Cambiante y Ambiguo), y nos ayudará a establecer límites propios (no atascarte 3 bolsas de papas familiares en la tarde) y hacia los demás (no contestar llamadas ni correos después de las X horas).

En segundo lugar, está la autogestión. Físicamente no tenemos a nadie que nos pregunte, nos pida, nos recuerde los pendientes ni nos vea feo si nos tardamos más tiempo en la comida. Pero, por eso mismo, debemos de tomar más decisiones nosotros mismos y solucionar los problemas que se nos presentan día a día. No podemos esperar a que nuestro jefe nos conteste por teams o por whatsapp si es algo sobre lo que nosotros tenemos control y autoridad. Poco a poco (y más pronto que tarde) debemos aprender a trabajar solos de manera efectiva.

En tercer lugar, está la adaptabilidad. Sí, hay gente que necesita un entorno más controlado para trabaja mejor, pero es un lujo que muchos no nos podemos dar hoy en día. Debemos adaptarnos a lo que tenemos y ampliar nuestra zona de confort, o morir y unirnos a las filas de desempleo en el intento.

En cuarto lugar, está la creatividad. Y me refiero a la creatividad para solucionar problemas. Es una habilidad que tal vez no todos tengamos, pero ciertamente es una de las que más se puede desarrollar. Debemos de mantener un aprendizaje continuo de nosotros mismos, así como de nuestras áreas de experiencia para poder enfrentarnos desde diversos ángulos y con diferentes enfoques a los problemas que nos presenta el covid-19, cada mes con un nivel de dificultad más elevado.

Y en quinto y último lugar, tenemos la tecnología. Sí, el usar la tecnología es una habilidad que también puede (y debe) aprenderse en estos momentos porque se está volviendo tan básico como saber usar el correo, Word o Excel. No quiere decir que tengamos que convertirnos en los gurús de Hangouts o Zoom, pero sí el agarrarle el modo a la cámara y aprovechar todas las herramientas adicionales que nos dan estas plataformas para facilitarnos un poco el trabajo.

Son cinco que parecen veinte, pero todos nosotros ya las tenemos en alguna medida. Que no cunda el pánico, porque poco a poco, las estamos desarrollando y estamos aprendiendo cada vez más a ser marineros experimentados en este mar más picado que papel decorativo en noviembre.