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Salvando al Godín de un eterno círculo vicioso

¿Cómo formar nuevos hábitos? | Aniela Cordero

Por
Escrito en OPINIÓN el

Las distracciones están a la orden del día, y da igual si estamos en la casa o en la oficina, ellas hacen acto de presencia y a veces solamente nos quitan unos cuantos minutos, mientras que otras veces se convierten en las protagonistas de nuestro tiempo.

Lo mejor que podemos hacer para evitar estos intermedios en nuestro día a día, es formar hábitos que nos ayuden a estar mejor preparados para cualquier eventualidad. Por ejemplo, si tenemos el hábito de ahorrar, podemos asegurar cierta solvencia, o tener lo suficiente para emergencias. Pero si cada mes nos preguntamos “¿Y ahora qué voy a hacer para ahorrar?” pues acabamos haciendo menos y teniendo menos tiempo también.

Lo hábitos no se desarrollan de la noche a la mañana, requieren tiempo, disciplina, constancia. Pero solamente necesitamos 4 pasos para formarlos en primer lugar. Y son: detonante, deseo, acción y recompensa.

El detonante es lo que hace que nos comportemos de cierta manera. Por ejemplo, cuando vemos a nuestro peor-es-nada, nos comportamos de la mejor manera. Cuando llueve, nos ponemos un suéter y nos preparamos algo caliente. Siempre hay una recompensa de algún tipo. Anteriormente (muy, muy anteriormente), los detonantes de las personas estaban relacionadas sobre todo con comida, refugio y seguridad. Hoy en día, nuestros detonantes están más enfocados hacia el reconocimiento, el placer, dinero, la gratificación, incluso la amistad y la reputación.

Ahora viene el deseo. Es la energía detrás del hábito, es lo que nos hace responder al detonante. El hábito como tal pocas veces nos da alegría, es más el resultado o el cambio que vemos a través del hábito lo que lo hace deseable. Cuando nos urge tomarnos un café en la mañana, no es meramente porque nos guste el sabor, es porque nos despierta y nos da energía. Otro ejemplo puede ser el cine, más que el propio lugar, es el deseo del entretenimiento de calidad.

Estos deseos varían según cada quién, sus gustos, su historia. A algunos se les antojará la comida de un anuncio mientras que a otros les dará igual. Aquí en gustos se rompen géneros.

Pasamos a la acción. Tal cual es hacer la cosa, la actividad, el hábito. Es el hecho de tomar la taza de café a la que tanto antojo le traíamos después de pasar por una cafetería. O es ir al cine a ver la peli que recién se estrenó.

La recompensa está papita y nos marca el fin del ciclo o del hábito. ¿Cómo se siente terminarse ese cafecito? ¿Salimos contentos después de ver la peli? 

¿Y cómo funcionan estas cuatro cosas para desarrollar el hábito? Teóricamente así: el detonante nos avisa de la recompensa, nuestro deseo nos pide la recompensa, y la acción es lo que nos la da. Y aquí viene lo interesante: lo que hagamos después de la recompensa es lo que va a determinar si el detonante nos va a llamar con su canto de sirena la próxima vez que lo encontremos. Y para crear nuestros hábitos, debemos de ubicar perfectamente nuestros detonantes y nuestras recompensas.

Pongámoslo en temas de comida. ¿Queremos comer más sano? Bueno, hay que asegurar tener un plato de fruta en la encimera de la cocina, en lugar de la caja de galletas cada vez que tenemos antojo de picar algo. Si queremos pasar menos tiempo viendo el celular en horas de trabajo o estudio, lo ponemos fuera de la vista. Así, no vemos el detonante, que es el celular, para meternos a todas nuestras redes sociales a ver qué TikTok es el que tiene más vistas hoy, o cuántos likes tiene nuestra selfie.

Obviamente no todos los hábitos van a ser miel sobre hojuelas. Aquellos que nos cuesten más trabajo o que no nos gusten tanto, los podemos ligar a una experiencia o a una recompensa inmediata que nos guste, o incluso podemos cambiar la forma de ver el hábito.

En lugar de ocupar el “tengo que hacer esto”, “tengo que hacer aquello”, podemos verlo como una oportunidad. Por ejemplo, en lugar de decir “tengo que ir al gimnasio”, podemos pensar “tengo la oportunidad de presumir mi outfit y mis tennis nuevos”. En lugar de decir, “tengo que hacer este reporte” podemos decir “tengo la oportunidad de presentar los datos de manera favorecedora”.

Con algo tan sencillo como cambiar una palabra en nuestro lenguaje, podemos hacer que generar un hábito sea muchísimo más fácil.