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Salvando al Godín de que le den gato por liebre

O qué hacer y qué no hacer al negociar el sueldo. | Aniela Cordero

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Escrito en OPINIÓN el

Cuando comenzamos un nuevo proceso de reclutamiento no estamos nada más buscando una mejora en la posición, la empresa o nuestras responsabilidades; también buscamos mejorar nuestro sueldo, y quien diga que no, se está mintiendo a sí mismo. 

Es uno de los temas que hoy en día algunos candidatos siguen considerando “tabú” y se resisten a tocar el tema al hablar con los headhunters o reclutadores, pero es un parte crucial del proceso, si pedimos demasiado, podemos quedar fuera desde la primera llamada, y si pedimos muy poco, no podremos negociar el sueldo que realmente queremos. 

Lo primero que tenemos que hacer para no quedarnos como el perro de las dos tortas, es conocer nuestro paquete de compensación como la palma de nuestra mano. No solamente lo que nos depositan quincenalmente (a aquellos que les pagan mensual, los compadezco), si no qué otras prestaciones tenemos. Y empecemos a aclarar dudas, porque muchos de mis candidatos no saben si su paquete es de ley o superior. Si además de tu sueldo tienes 15 días de aguinaldo, 6 días de vacaciones con 25% de prima vacacional e IMSS, tu paquete de prestaciones es acorde a la ley. Ahora si tienes MÁS de eso (30 días de aguinaldo, más de 6 días de vacaciones, seguro de vida o gastos médicos, vales, etc.) tus prestaciones son superiores a las de la ley. 

Ahora bien… para conocer nuestro paquete hay que tener conocimiento a detalle de nuestras prestaciones fijas y variables. Por ejemplo, si nuestros vales de despensa o nuestro fondo de ahorro están topados por ley, o si nuestro seguro de gastos médicos es individual o familiar, y la cobertura que tiene. De las prestaciones variables hay que tener mucho cuidado con los bonos, el porcentaje y la periodicidad. Y para estar 100% seguros, hay que saber si estamos bien o mal pagados de acuerdo al mercado. 

El segundo paso es saber cuánto pedir en un porcentaje anualizado de nuestro paquete. La respuesta estándar a la pregunta “¿Cuánto estarías buscando para un cambio?” es: “De un 20% a un 30% sobre mi paquete actual de prestaciones”, porque muchas veces no sabremos con exactitud el paquete de la oferta que ofrecen por cuestiones de confidencialidad, pero sí podemos preguntar si nuestro paquete de prestaciones es similar, y si nuestra expectativa está dentro del presupuesto o del rango de la vacante. 

Avanzando en el proceso, pedirán detalles adicionales sobre tu paquete para poder realizar una oferta competitiva, de acuerdo con las expectativas de incremento que hayamos compartido y de acuerdo con el presupuesto que se tenga proyectado para esa posición. Si pedimos un incremento desmedido del 30% o 40%, hay que justificar el por qué, y la única razón sería que nuestra posición en la compañía actual está mal pagada, de otro modo, quedaremos fuera del proceso por ser poco realistas y vernos mercenarios. 

Por el otro lado, si nos urge cambiarnos de chamba porque es el infierno en la tierra, no hay que vernos tan desesperados y decir que nos movemos por lo mismo, porque se nos cumple y llegada la hora no tendremos herramientas para negociar. Del mismo modo pasa si no tenemos trabajo, tendremos menos ventajas para negociar un sueldo mayor, pero sí podemos negociar lo mismo que teníamos en nuestro último trabajo, no menos. 

Entiendo que también nuestro sueldo y prestaciones son información confidencial, y a veces nos resistimos a dar esa información por teléfono con justa razón, pero es información importante para saber que tanto el sueldo de la vacante como nuestra expectativa son compatibles y no perder el tiempo en caso de que no lo sean. Un pro tip que les doy en estos casos es: si solo les piden que les confirmen el sueldo después de platicar sobre su experiencia laboral, estamos bien. PERO, si les piden confirmar tanto el sueldo como su dirección con santo y seña, cuelguen de inmediato.  

No tengan miedo de tocar el tema, ni de negociar ni de preguntar detalles llegado el momento pues hay que crecer tanto profesionalmente como económicamente, el truco está en no vernos ni desesperados ni mercenarios. Como dice el dicho, ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.