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Salvando al Godín de morir intoxicado

O ambientes tóxicos a la 1, 2 y 3 | Aniela Cordero

Por
Escrito en OPINIÓN el

“Querido Jefazo,

Me permito informarle por este medio que, en 15 días a partir de la fecha de hoy, ya no contará con mi valiosa colaboración en su equipo de trabajo. No es usted, oh gran Jefazo, soy yo. Un Godínez mortal que, como yo, no puede aguantar juntas de más de 3 horas donde no se llega a ningún acuerdo y hablamos hasta de mi perro y nunca del proyecto, claramente no tengo mis prioridades claras. Tampoco puedo aguantar que, a raíz de su plática motivacional, donde nos instó a ser dueños únicos de nuestros procesos, tenga que pelear por información vital para realizar la operación, claramente me falta tener una sana competencia y convivencia con mis colegas Godínez. Y finalmente, no puedo con toda la tirria y envidias que nos tenemos todos, es evidente que no soporto las críticas constructivas para ser una mejor persona.

Por tales motivos no merezco ser liderado por tal mente maestra como la suya, y es por eso que con todo el dolor de mi corazón, le cedo mi lugar a un Godínez Alfa-Yoyo Metálico-Tupper Indestructible, que pueda cumplir y superar sus expectativas.

Atentamente,

Godínez-Sin Yoyo-Sin Tupper.”

Ambientes tóxicos

¡Qué poco aguante de nuestro querido Godínez! Está clarísimo que los ambientes tóxicos recetados por nuestros propios jefes no son para los débiles de corazón. Es para quienes aguantan juntas interminables, tienen que estar adivinando lo que los jefes quieren, destrozan con críticas a sus oponentes y son dueños únicos de la información que manejan, so pena de ser desterrados para siempre del comedor y del microondas que funciona.

Claro, no es el único ambiente que nos podemos encontrar en la selva de los oficinistas, todos son una chulada, pero en esta ocasión veremos sólo esta variedad. Así que, manos a la obra, está re-fácil de identificar y nuestro querido Godínez ya nos hizo la tarea.

Hay 3 elementos principales que podemos identificar cuando es nuestro jefe el que nomás no le atina a eso del ambiente laboral: tiene las prioridades poco claras, hay mucha rivalidad (de esa donde hasta para saludar se hacen el feo) y un tapón de un kilo de tunas de información (para más referencia, cómanse un kilo de tunas y luego me cuentan cómo les fue).

La receta

Cuando las prioridades son prácticamente nulas, el tiempo se desaprovecha durísimo con juntitis, los chismes de todo lo que pasa en la oficina menos del tema importante, y establecer funciones cero relevantes (como quién va a usar pluma rosa y quién pluma verde para tomar notas). ¿Qué pasa con esto? Pues que nadie sabe realmente qué es lo que está pasando, qué se necesita y para cuándo, y el rendimiento y productividad bajan considerablemente.

Si a esto le sumamos que nadie comparte recursos porque son suyos exclusivamente o porque van a perder su popularidad y su lugar en el comedor por una rivalidad propiciada a través del “Mi equipo no se junta con ustedes porque somos mejores y porque claramente somos más” (rivalidad, por si todavía tenían la duda de qué se trataba), entonces estamos a un ingrediente de un ambiente más tóxico que la isla de basura en el Pacífico. Ahora el único que nos falta es la ausencia de información, que por sí sola, es un factor que puede acabar con las más grandes organizaciones. Combinemos esas tres y el resultado son muchas más cartas de renuncia como la de nuestro querido Godínez.

Nosotros, como simples mortales, podemos hacer mucho para contrarrestar esa receta fatal, si y sólo si, nosotros y nuestro equipo sabemos lo que queremos, cómo lo queremos y para cuándo lo queremos.

Salvando al Godín de un potencial tiro en el pie

@Ancoren | @OpinionLSR | @lasillarota