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Salvando al Godín de malabarear vida personal y laboral

O cómo entender que no son agua y aceite y llegan a revolverse | Aniela Cordero

Por
Escrito en OPINIÓN el

Hay una frase muy recurrente y que creo todos hemos escuchado en algún punto de nuestra vida Godín, y es que no hay que traer los problemas de la casa a la oficina, ni los problemas del trabajo a la casa. Como si fueran un par de bolsas o mochilas que cargamos todo el tiempo, y fuera tan fácil como dejar la que dice “Oficina" en la puerta antes de entrar a casa, porque tiene presiones, reportes pendientes, problemas que no les vemos solución en esos momentos, fricciones con el jefe o con nuestros propios compañeros, y hasta el miedo de si seguiremos trabajando ahí al día siguiebte en algunos casos. Y como si fuera fácil dejar lo “Personal" guardadito en el cajón de la oficina hasta que de nuestra hora de salida para volver a preocuparse por las deudas, las bendiciones, la discusión por la mañana o la que nos espera al regresar a casa después de ver ese “Lo vemos en la noche” con el fatídico punto final que nadie pone en los mensajes a menos que haya bronca.

Distractores

Las preocupaciones y lo que le quita el sueño o el hambre al Godín son muchas, y aunque podemos dividirlo en esas dos grandes categorías de lo “Personal" y el “Trabajo", no son ni mochilas que nos podamos poner y quitar, ni son enchiladas el poder evitar que una afecte a la otra. En más de una ocasión nos hemos encontrado con que rendimos muchísimo menos en la oficina y no nos podemos concentrar porque hay algo en nuestra vida personal que en ese momento está ocupando toda nuestra mente y toda nuestra energía, por más empeño que pongamos en no distraernos. Y hay veces que el fin de semana nos sabe amargo porque no nos podemos desconectar enteramente del trabajo y no podemos disfrutar a la familia, la pareja, el viaje o lo que sea que hagamos.

Pero claaaaaaro, si alguien nos pregunta qué pasa, le quitamos importancia a lo que nos trae ceñudos a menos que sea algo de vida o muerte (literal) y contestamos “Nada, problemas en la casa, pero ys se arreglarán" o “Nada, me trae atorado la chamba pero ya pasará” e incluso dejamos que nuestro trabajo ocupe mucho más espacio en nuestra vida personal que el que a veces se consideraría sano. Y tratamos de volver a lo que estamos haciendo. Pero ¿realmente estamos haciendo algo? ¿Estamos siendo productivos o estamos concentrados en cuerpo y alma con la tarea que tenemos en ese momento? ¡No! Y tampoco nos estamos dando el espacio para hacer algo al respecto.

¿Problemas?

Y no es que nos tengamos que tomar el día sólo porque a nuestro perro, gato, pez o erizo se le rompió la uña y estamos preocupados. Pero sí tenemos que aprender a decir “Tengo un tema en casa que necesito resolver y hoy no estoy rindiendo" y hablarlo, obvio, sin tanto detalle porque son cuestiones enteramente personales, pero hablando se entiende la gente, y hablando nos vamos a empezar a sensibilizar y vamos a empezar a entender por qué hay días que uno necesita quedarse en casa, o por qué hay días en los que el Universo nomás no coopera y nos hace el día de cuadritos. Todos somos humanos (aunque de repente sospechemos que Finanzas no tiene corazón) y todos tenemos problemas en algún punto de la vida y muchas más veces de las que no, vamos a tener que lidiar con nuestras dos mochilas al mismo tiempo, pero siempre recordando que no estamos solos y que podemos pedir ayuda sin sacrificar nuestro estatus de Godín-Yoyo-de-Oro-Tupper-Pyrex.

Salvando al Godín de ser producido en serie

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